¿El mejor gobierno?

Sí hubo un gran gobierno en 1963, presidido por el doctor Arturo Illia, ejemplo de austeridad en la función pública y de cumplimiento estricto de la palabra empeñada en la plataforma electoral.

¿El mejor  gobierno?
Arturo Illia, Carlos Perete, Ricardo Balbín

En los últimos días en todos los programas de noticias o de opinión política, se ha hablado y teorizado sobre el mejor gobierno en los últimos cuarenta años. Lamentablemente muchos de los actuales dirigentes políticos y sociales ignoran, en algunos casos deliberadamente, la historia nacional.

Sí hubo un gran gobierno en 1963, presidido por el doctor Arturo Illia, ejemplo de austeridad en la función pública y de cumplimiento estricto de la palabra empeñada en la plataforma electoral.

Es verdad que su elección se realizó con el peronismo proscripto en virtud de la legislación represiva dictada durante la Revolución Libertadora, que impedía que el justicialismo se presentara unificado, pero de cualquier manera pudieron los justicialistas presentarse compartiendo con partidos provinciales, como fue el caso de la provincia de Mendoza, donde Tres Banderas y el Partido Blanco se presentaron y lograron obtener dos bancas de diputado nacional el primero y una el segundo.

Asumida la presidencia por el doctor Illia, la UCR conformo un bloque de solo 72 diputados nacionales sobre un total de 192. Por su parte, el neo peronismo logró obtener 19 bancas y el resto se repartió entre la Intransigencia, el partido de Aramburu, el socialismo y la democracia cristiana.

Con esta configuración, y pese a la clara minoría del radicalismo se pudo dictar durante el gobierno de Illia leyes trascendentes como la derogación de la legislación represiva de peronismo, la ley de medicamentos, revolucionario intento de facilitar el acceso a la salud enfrentando a la industria farmacéutica, los presupuestos de los años 65 y 66 en un marco aparentemente negativo pero superado por la negociación permanente de todos los sectores.

Este gobierno soportó desde el primer día una feroz oposición destructiva de los gremios y de algunos medios de comunicación, que hicieron todos los esfuerzos por destruir la imagen del presidente llamándolo tortuga o burlándose de su austera vida y sus modos pacíficos y respetuosos de los propios y de los ajenos.

Se dio la paradoja que sus más feroces críticos, Vandor de los metalúrgicos, Coria de la construcción y Alonso del vestido, fueron violentamente asesinados en los años siguientes pese a su concurrencia con traje y corbata a la asunción de Onganía, días después del derrocamiento de Illia.

Pero hay más, Timerman que dirigía la revista Primera Plana en la cual el dibujante Flax, seudónimo de Lino Palacio, sufrieron, en el primer caso las vejaciones increíbles por parte del gobierno militar, mientras el caricaturista fue asesinado por su sobrino nieto y cómplices para robarle.

Este gobierno hizo crecer la economía al 10%, dictó la ley del salario mínimo vital y móvil, negoció exitosamente con el Club de París y en las Naciones Unidas obtuvo una resolución que invitaba a Gran Bretaña a negociar con Argentina sobre las Islas Malvinas.

Pero lo importante fue que durante su mandato no hubo un solo preso político y no se prolongó el estado de sitio permanente que venía de 1943 como algo normal de la vida de los argentinos.

Respeto a las instituciones de la república, sometimiento a los principios de la Constitución Nacional y a las autonomías provinciales marcaron un inicio del camino del progreso en paz pero que los déspotas de siempre, políticos, militares y gremialistas nunca entendieron ni valoraron.

Por ello hoy que se habla de buenos gobiernos sería importante que los gobernantes leyeran y analizaran la historia y en particular el gobierno de Illia para advertir que en el respeto a la democracia se puede construir las bases de la república. Debe reprobarse la violencia aunque sea verbal.

Lamentablemente ninguno de ellos se ha ocupado jamás de preguntar a quienes fuimos parte de esa gesta heroica cómo se hizo para obtener resultados favorables aun con la minoría legislativa.

* El autor es abogado.

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