El Instituto Balseiro en sus 65 años

Este centro de investigación focaliza el trabajo en cinco macro áreas en las que la Argentina tiene que desarrollarse y donde habrá la mayor demanda del futuro mediato: ambiente, energía, salud, alimentos y telecomunicaciones.

El Instituto Balseiro en sus 65 años

Se han celebrado los 65 años del inicio de actividades académicas y prácticas del Instituto Antonio Balseiro, en las instalaciones del Centro Atómico Bariloche, que ocurrió al inicio de agosto de 1955. Es una de las unidades académicas de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) y la única que funciona en suelo patagónico. Por eso la necesaria referencia a Mendoza y su casa de altos estudios, aunque también depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). 

Se trata de una institución señera dentro del sistema científico nacional y que, por lo indicado, también involucra a los mendocinos, como lo destacaron el rector de la UNCuyo, Daniel Pizzi y el vice, Jorge Barón.

Dedicado al estudio de la Física y la Ingeniería, el Balseiro ha impactado en el desarrollo de la Argentina a través de los egresados y sus logros.  

Desde sus inicios, la institución formó estudiantes con una visión de futuro, que tuvieran la esperanza de contribuir al desarrollo del país y que trabajaran con coherencia y consistencia, aquí o en el extranjero, hacia donde partieron muchos de los cursantes.  

Este enclave científico nació de un convenio entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), firmado en abril de 1955.

José Antonio Balseiro tuvo la responsabilidad de ser el primer director y marcar el “rumbo” de la institución, a pesar de su temprana muerte, a los 42 años, en 1962.

En el despertar, el instituto se desempeñó como un centro de formación de profesionales de Física. En 1977, y para desarrollar la energía nuclear con usos pacíficos para el país, se abrió la carrera de Ingeniería Nuclear. En 2002 se sumó la carrera de Ingeniería Mecánica, una forma de brindar soporte a las actividades asociadas al desarrollo productivo de la industria nuclear.  En 2013, con la demanda del Gobierno nacional de aportar al desarrollo de las telecomunicaciones, se creó la carrera más reciente: la de Ingeniería en Telecomunicaciones.

Además, en el Instituto hay siete carreras de posgrado que se fueron creando con el devenir de los años. 

Habrá que apuntar, además, que del Instituto Balseiro nació el Centro Atómico Bariloche, donde se graduaron los creadores de dos compañías estratégicas para el desarrollo nacional: el Invap (Investigación Aplicada) y la Conae (Comisión Nacional de Actividades Espaciales), establecimientos ambos que llevaron el país a la carrera espacial. 

También en el complejo patagónico se creó la primera carrera de Ingeniería Nuclear de América Latina.

Este centro de investigación focaliza el trabajo en cinco macro áreas en las que la Argentina tiene que desarrollarse y donde habrá la mayor demanda del futuro mediato: ambiente, energía, salud, alimentos y telecomunicaciones.

Por la imposibilidad de pasar revista a la larga como meritoria nómina de egresados del Balseiro, en la que hay muchos mendocinos, se nos permitirá nombrar a uno de ellos, como símbolo de distintas camadas: el brillante físico Juan Maldacena, en 2012, premio Yuri Milner a la física fundamental; en 2018, medalla Lorentz.   

Ojalá que nuestro país, en parte, liberado de la presión del default de la deuda externa, empiece a crecer y en esa misión encontraremos indubitablemente presente a este prestigioso organismo científico. 

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