Todos, cuando nos involucramos en algo, sin importar cuál sea el nivel de involucramiento, nos formamos una representación del contexto donde deberemos actuar.
Tomamos el término de representación del concepto de representaciones sociales como “el saber del sentido común que orienta los comportamientos y la comunicación entre los individuos”.
Esa representación se arma a partir de experiencias, informaciones, intercambios e influencias de los acontecimientos políticos de relevancia para el individuo.
Para muchos, la política es una reunión de mentiras, engaños y corrupción, pero también un modelo de país, propuestas, acciones y personajes que generan expectativas positivas.
La mezcla de lo uno y lo otro no constituye una representación definida de la realidad. Ni estas percepciones están cotidianamente en el consciente de las personas.
¿Cuál de estas representaciones prevalecerá?
Cuando un “hecho externo” impacta en el consciente de los individuos, se revaloriza una parte de las percepciones acumuladas y se produce una selección de las que son coherentes con el “hecho”, activando una representación integral, individuo – candidato, que le da razonabilidad a la representación individual.
A partir de aquí los hechos que encajan es esa representación tienen una aceptación privilegiada sobre aquellos que no.
La aparición de Milei, como hecho externo, “la anti política”, activó la selección de percepciones negativas hacia lo político, generando una representación dominante en segmentos importantes de la sociedad, en los cuales, se posicionó.
Segmentos del 30% (elecciones generales 2023). Del 55.69% en el balotaje 2023. Y, del 40.0% - 45.0% en las encuestas octubre 2024.
Su metáfora, “lucha contra la casta política”, fue la primera en definir el segmento.
Luego “la no emisión” (de dónde sacan plata los políticos); “el déficit cero”; “inflación cero”, “el no hay plata”, “la motosierra”, engrandecen la representación y le dan razonabilidad al marco desde donde la gente (que la comparte) construye la realidad.
Las medidas tomadas por Milei y el nivel de apoyo que muestra en las encuestas, incluso en sectores menos favorecidos, son una demostración que la gente no solo adhiere a un político a partir de lo que entiende son sus intereses, sino también para reafirmar su identidad.
Reafirmación definida por la creencia, del individuo, de compartir una representación de la realidad con el candidato.
¿Milei se contradice? ¿Miente? Desde muchos ángulos analíticos podemos afirmarlo. Pero para los que comparten esa representación de la realidad, es una contradicción menor, en cierta forma, necesaria, honesta, al servicio de una “buena causa”.
En la medida que cada hecho, cada palabra, sea coherente con la representación activada, aportara más significado a la misma.
Milei lo hace bien. Cada una de sus acciones o apariciones son un enfrentamiento con la “política” y con la “corrupción”.
¿Qué quedo de los hechos y expectativas positivas?
Entre los que predomina esa representación de la realidad activada por Milei, los hechos y expectativas positivas, como ser, “la ayuda social”, “la defensa de lo nacional”, “defender las fuentes de trabajo”, “los buenos salarios”, aunque no hayan desaparecido, pueden y deben ser pospuestas a la superación de lo que es más importante en la realidad percibida.
¿Qué le queda a la oposición?
¿Criticar a Milei, discutirle su visión y sus acciones? ¿Argumentar en su contra? No. Deberían salirse de ahí. Solo están reforzando su representación. Y, seguramente, aparecerán como los villanos de sus buenas intenciones.
¿Esperar a que la gente cambie su representación? Puede llevar un buen tiempo.
La razón por la cual Milei puede perder apoyo del segmento en el cual está posicionado es solo la traición o el fracaso. Lo abandonaran cuando sientan que los ha traicionado o ha fracasado y no porque se haya contradicho o faltado a la verdad.
Después de la experiencia vivida en el país, la contención de la inflación, juega un papel destacado en el sostén de esa representación. Ese éxito, por ahora, le es suficiente para darle sentido a la realidad que comparte.
Así, a la oposición solo les queda un camino: generar nuevas representaciones a partir de “hechos externos” que activen otros valores percibidos y –por ahora- secundarios en esa representación, por ahora, predominante.
Eso tendría un doble objetivo: consolidar los segmentos que están fuera de la representación donde Milei no está bien posicionado y revertir, en alguna medida, las representaciones donde aparece bien posicionado.
Es una estrategia que requiere de ideas nuevas y palabras que construyan metáforas capaces de provocar una nueva selección de experiencias, información, intercambios e influencias en la gente.
* El autor es consultor y analista político.