El peronismo se apresta para festejar hoy una goleada. Será 6-0. La Unión Mendocina también celebrará seguramente, aunque un módico 1-0. El rival que ambos derrotarán es Cambia Mendoza. El desdoblamiento en siete municipios remarcó de antemano en el calendario el que será un día muy difícil para el oficialismo provincial. Claro que este es el partido de entrenamiento, las primarias, pero nada hace prever un resultado distinto cuando se pongan en juego los puntos, el 3 de setiembre.
En el Gobierno se esperanzaron alguna vez, hace mucho, con dar el batacazo en Maipú, pero la anticipación electoral barrió con aquella ilusión.
El peronista Matías Stevanato se encamina a ser lejos el más votado en ese departamento clave, que sólo ha gobernado el PJ desde el retorno democrático. Lo mismo ocurrirá con Omar Félix en San Rafael, Flor Destéfanis en Santa Rosa, Fernando Ubieta en La Paz y Emir Andraos, el sucesor de Martín Aveiro, en Tunuyán.
La única duda está en Lavalle. Gerardo Vaquer, el elegido por Roberto Righi para continuarlo, cuenta con el respaldo del potente aparato municipal y parece llegar con ventaja. Pero Edgardo González, que era parte del equipo oficialista y se rebeló, es una amenaza seria en la interna.
Esa incertidumbre tal vez explique el bajo perfil que finalmente tuvo Righi en el armado de las listas provinciales. Tras 22 años de gestión, no pudo construir un heredero indiscutible.
Los integrantes de las dos fórmulas que expresan a los sectores mayoritarios del PJ buscarán salir en las fotos de los festejos. Aunque deberán elegir bien porque las alianzas que se cocinaron en los municipios van a contramano de la interna provincial.
El protagonismo, igual, se lo reservarán los intendentes. Al fin de cuentas, si desdoblaron fue justamente para no atar su suerte electoral a una fórmula provincial, cualquiera fuera, que imaginaron perdidosa de antemano.
Así, el peronismo pasará de festejar una goleada hoy a luego pelear el segundo puesto por la gobernación con el heterogéneo frente demarchista, como muchos de sus mismos dirigentes terminan admitiendo.
La contienda provincial peronista tiene como protagonistas a candidatos light. Una expresión del momento que atraviesa el partido: ninguno de los jefes territoriales quiso poner la cara para una derrota. Pero al menos garantizan en las PASO contener a todos los sectores y evitar la fuga de votos. Así, creen en ambos lados, pueden sostenerse como segundos.
Omar Parisi (que tiene a Lucas Ilardo como vice y garante del cristinismo) dedicó las primeras notas como precandidato a dar prueba de su fe peronista. Su pasado como militante, concejal, legislador e intendente por el Partido Demócrata lo exigía, sobre todo por la mirada interna. Una y otra vez relató su primer encuentro con Néstor Kirchner como génesis del salto al otro lado de la grieta.
En realidad, cuentan los memoriosos, fueron sus hijos, militantes camporistas, quienes lo fueron llevando del bando “conservador” al “progresista”. Ese pecado original de no ser peronista de cuna buscará ser aprovechado por sus rivales internos.
En el sector que tiene a Guillermo Carmona como rostro visible (acompañada por Liliana Paponet, alineada con Emir Félix) creen que podrán dar pelea ante quienes a priori, por estructura y financiamiento nacional, parten como favoritos. “Los intendentes van a aportar músculo para conseguir votos, pero no plata para la campaña”, analiza un observador radical.
“La Cámpora sigue siendo funcional a Cornejo. Llevan a Parisi para que compita con su ex socio De Marchi”, dicen quienes están parados enfrente de los K.
La aparición de Parisi como precandidato a gobernador no deja de sorprender. Sobre todo porque puede terminar ganando la interna y ser el rostro del peronismo en la general. “Omar los va a sorprender”, avisan optimistas quienes lo impulsan.
El ex intendente de Luján fue cobijado desde su salto al peronismo por Carlos Ciurca, hace años operador en las sombras del cristikirchnerismo mendocino. Y a ambos los une un fuerte vínculo con el polifacético empresario Alfredo Vila (h).
Eclécticos
La Unión Mendocina también tendrá esta noche su ceremonia iniciática con un festejo. Todo indica que Alejandro Morillas, el candidato designado por Jorge Difonso, será el más votado en las PASO sancarlinas. Seguramente Omar de Marchi estará, aunque ese frente municipal precede a la conformación de su nueva criatura.
San Carlos es el único departamento donde la nueva alianza provincial, al menos parcialmente, competirá hoy. De Marchi se cuidó de no ser parte de batallas que sabía perdidas. Y para las que tampoco tenía postulantes.
De hecho, el armado de las listas ha dejado al descubierto idas y vueltas marcadas por el eclecticismo y la necesidad de conformar a todos. Las nóminas de legisladores anunciadas el domingo pasado fueron modificadas el martes. Y dicen que pueden haber más cambios en las próximas horas si un ex integrante de Cambia Mendoza confirma su arrepentimiento.
Pero también hubo en las últimas horas retoques en las listas de intendentes: el radical Jorge Palero se bajó de la competencia en Godoy Cruz y en su lugar ingresó la ultrakirchnerista Andrea Blandini, de último paso por el Partido Verde. En Capital, el que desistió es Daniel Gaido.
La estrategia del frente se define en una mesa chica de media docena. La cabecera la ocupa por supuesto De Marchi y lo secundan Daniel Orozco, Jorge Difonso, Sebastián Bragagnolo, Alejandro Cazabán y el asesor comunicacional Mario Riorda, una pieza clave en esa estructura.
Riorda viene de asesorar a dos candidatos a gobernador triunfadores: el rionegrino Weretilneck y el neuquino Figueroa. En Mendoza se hizo conocido como el estratega comunicacional de Paco Pérez y tuvo un breve paso como consejero de Orozco cuando empezó su frustrada carrera para ser el sucesor de Rodolfo Suárez.
El lunes pasado, en una columna que publicó en el diario Clarín, parece describir a su nuevo cliente mendocino y los pasos que ha dado al hablar de las particularidades que tienen quienes se erigen como novedad en un escenario electoral.
“La novedad es armar, rearmar o desarmar, depender poco del ritual cultural esperable de lo que venían representando hasta ese momento”, define. También asegura que “son autónomas de articulaciones partidarias nacionales pasadas”, “se centran exageradamente en la persona que lidera la oferta electoral” y “no está claro que, ideológicamente, tengan un apoyo de un electorado fácilmente identificable y del todo homogéneo”.
Esa heterogeneidad del electorado tal vez explique que el nuevo frente albergue a radicales, peronistas, macristas, demócratas, libertarios, jubilados, massistas, entre tantos otros colores.
Siguiendo esa línea, en La Unión Mendocina se ilusionan aún con que los intendentes peronistas hagan algún gesto explícito en favor de De Marchi. Si ello no ocurre, se conformarán con el apoyo subterráneo que dicen tener garantizado por las charlas que aún mantienen.
Pero incluso esto parece difícil, al menos en las PASO. Stevanato y Félix particularmente se juegan mucho con las listas legislativas del segundo y cuarto distrito, respectivamente, donde llevan a su gente. Nadie apuesta contra sus propias intereses.
Claro que de perder Carmona, y sin candidatos propios en los primeros espacios, la historia puede ser otra, con el corrimiento de votantes del peronismo “moderado” a De Marchi.
Pero para sumar votos y apoyos, el diputado nacional deberá convertirse en la sorpresa electoral, en una opción real para enfrentar con chances al radical Alfredo Cornejo, que marcha arriba en las encuestas.
No le bastará con el digno tercer puesto y 15% de los votos que anticipan los sondeos. Deberá ser segundo, aunque sea un punto arriba del PJ. Esa es la pelea. Por eso, la campaña puede ir girando discursivamente.
Hoy unos y otros ejercen el anticornejismo para plantarse como el principal opositor y captar al votante disconforme con el Gobierno. Pero la pelea por sobrevivir y la necesidad de llegar mejor parados a la general del 24 de setiembre puede llevarlos a empezar a cuestionarse. De Marchi al peronismo y los peronistas a De Marchi. Un final todos contra todos.