El conocimiento potencia la tecnología como valor de producción

La Economía basada en el Conocimiento, es más que un paradigma económico; es una revolución que redefine la manera en que creamos valor, colaboramos y competimos en el mundo actual.

El conocimiento potencia la tecnología como valor de producción
Economía del conocimiento. Ilustración Oscar Roldán.

“En una economía donde la única certeza es la incertidumbre, la única fuente segura de ventaja competitiva duradera es el conocimiento... Las empresas exitosas son aquellas que constantemente crean nuevos conocimientos, los difunden ampliamente en toda la organización, y lo incorporan rápidamente en nuevas tecnologías y productos”. (Ikujiro Nonaka)

La Economía basada en el Conocimiento, es más que un paradigma económico; es una revolución que redefine la manera en que creamos valor, colaboramos y competimos en el mundo actual. En el corazón de esta transformación se encuentran las redes de trabajo, plataformas donde convergen la innovación, el conocimiento y la colaboración multi y trans disciplinaria para impulsar el desarrollo económico y social. Este concepto abarca una amplia gama de nuevos materiales, productos, procesos y servicios de mayor valor añadido y que generalmente son desarrollados con tecnologías de frontera.

Las redes de trabajo facilitan la creación y diseminación de estos procesos al promover actividades específicas para el desarrollo y la innovación entorno a las disciplinas como la biotecnología, micro y nanotecnología, transformación digital (industria 4.0 e industrias culturales y creativas) y el diseño industrial. Cada una de estas disciplinas se fueron desarrollando e incorporando en la dinámica productiva del país generando diferentes plataformas, ecosistemas tecnológicos y redes de trabajo basados en el conocimiento. Ejemplos de estos son la de materiales biobasados, los bioprocesos, la microfluídica y la electrónica impresa, entre otras.

El conocimiento se multiplica a través de las redes, la manera de identificar, crear, almacenar, transmitir, transferir y utilizar de forma eficiente, eficaz y efectiva el conocimiento individual y colectivo. De esta manera, las redes de trabajo estimulan el alcance federal y permiten resolver la multiplicidad de problemas y desafíos tecnológicos del vasto y diverso tejido industrial argentino. Ejemplo de ello son la red de transformación digital que contempla diferentes habilitadores tecnológicos, y la red de diseñadores industriales.

Otro aspecto a destacar es la capacidad de realizar análisis prospectivos, detectar tendencias globales y contar con observatorios tecnológicos que contribuyen al desarrollo de capacidades para identificar tempranamente oportunidades que permitan tomar decisiones.

En un estudio llevado a cabo por Fundar denominado El rol de la bioeconomía en el desarrollo productivo regional (1) , se señala que, en materia de desarrollo emprendedor, se opone el enfoque “elegir ganadores”, que caracterizó a las políticas industriales en el pasado, por una nueva mirada que concierne a estrategias de especialización inteligente. “Ser inteligente –señalan- no es copiar grandes ideas de otras regiones, sino diseñar una estrategia basada en las características y potencialidades de la propia región”.

Las estrategias de especialización inteligente hacen mayor hincapié en el desarrollo basado en activos, capacidades, recursos, características culturales y sociales adecuadas a las necesidades locales. Estos procesos de interacción son útiles para facilitar la colaboración entre el sector público y el privado al promover la integración en las cadenas de valor globales, la mejora de la competitividad y la productividad propia de acuerdo a las necesidades de cada región.

En esta línea, la Ley de Promoción de la Economía del Conocimiento marcó un hito importante en el camino hacia la consolidación de esta nueva era económica en nuestra nación. Esta legislación no sólo reconoce la importancia estratégica, sino también establece incentivos y medidas para fomentar su desarrollo y expansión. Desde el apoyo a la investigación y el desarrollo tecnológico hasta la promoción de la formación especializada, esta ley sienta las bases para el florecimiento de un ecosistema vibrante de innovación y creatividad. En términos generales se han beneficiado las actividades vinculadas al desarrollo de software, producción audiovisual, biotecnología, servicios geológicos, electrónica y comunicaciones, nanotecnología, industria aeroespacial, inteligencia artificial y robótica, servicios -sólo para exportación-.

Además, la Economía del Conocimiento implica y explica, una ampliación de la frontera de posibilidades de producción al desbloquear nuevas oportunidades y capacidades. Al fomentar la creatividad, la colaboración y el intercambio de ideas, creamos un entorno propicio para la innovación y el crecimiento sostenible. Sin embargo, para aprovechar todo su potencial, es necesario un enfoque integral que combine políticas públicas sólidas, inversión en capital humano y tecnológico, y una cultura de colaboración y aprendizaje continuo. En Argentina cada vez más industrias optan por emprender este camino en la búsqueda de la aplicación del conocimiento.

(1) [1] O’Farrell, J.; Stubrin, L.; Freytes, C.; Bortz, G.; Mendoza, F. A. y Cappelletti, L. (2023) El rol de la bioeconomía en el desarrollo productivo regional: aprendizajes y desafíos con base en un estudio del biocluster de Rosario-Santa Fe.

* La autora es Subgerente de Economía del Conocimiento-INTI.

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