El candidato que no aparece, el profeta peronista y un fantasma que asusta en Maipú

En el peronismo crece la idea de evitar una interna y acordar un candidato a gobernador de consenso. Pero aún no hay ningún nombre sobre la mesa. Los que amagaron luego callaron. Muchos ven a Martín Hinojosa como el ideal, pero el presidente del INV se refugia en el silencio. Crece el temor a una derrota en el único departamento que gobierna sin pausas desde 1983.

El candidato que no aparece, el profeta peronista y un fantasma que asusta en Maipú
15/07/22 ilustración: gabriel fernández. opinión.

Dólar blue a 293 pesos. Inflación semestral de 36% con una proyección anual incierta porque las certezas en este país se pulverizan mes a mes. Una tregua tensa en la cima del Gobierno nacional sólo por miedo a que todo explote. En ese escenario, el peronismo mendocino, que se arrastra por su piso y no gana una elección desde 2011, debe encontrar un candidato que lo haga competitivo, o al menos que le evite un papelón.

Por todos esos datos, y varios más que sería largo enumerar, nadie quiere ponerse ese traje. Los que amagaron públicamente, callaron luego arrepentidos. Los que nunca han dicho nada, pero son mencionados insistentemente, cavilan. Nadie camina hacia la hoguera sin resistirse. Todos chillan. Tal vez, en ese trayecto, de tanto negarse, consigan algo a cambio.

Faltan nueve meses para la inscripción de candidatos y el escenario está claro que no es el ideal. Lanzarse de cabeza a una derrota es para atrevidos o necios.

El escenario peronista es el opuesto al de Cambia Mendoza. En el oficialismo todos creen tener la victoria al alcance de la mano y sobran los aspirantes. También las desconfianzas.

Como en el truco, Alfredo Cornejo es mano y si se decide se quedará con el premio mayor entre los radicales. Omar de Marchi, el aliado rebelde y probable contrincante interno, empezó a calentar ese posible enfrentamiento cuestionando al ex gobernador. Entre ellos hace rato se rompió la affectio societatis, esa voluntad de asociarse imprescindible para cualquier proyecto. Si siguen juntos, es meramente por conveniencia.

En el principal partido opositor no pueden darse esos lujos. Hay voces disidentes, sí. Pero no están para jugar a la interna. La unidad es clave. Un peronismo débil y dividido no es lo recomendable en esta situación.

Por eso, hoy dudan que sea conveniente dirimir las diferencias en las primarias, como en 2019 y 2015. Y desde todos los sectores alientan una lista de consenso. El ejemplo más cercano que tienen a mano es lo ocurrido en la Universidad Nacional de Cuyo: juntos, detrás de una sola fórmula, casi empataron con el oficialismo.

El vacío de liderazgo quedó en evidencia cuando Anabel Fernández Sagasti, la presidenta del PJ, avisó después de perder el año pasado que se hacía a un lado de una posible candidatura en 2023. Ninguno de sus críticos se hizo cargo del protagonismo.

La senadora nacional no sólo es una rival cómoda para el oficialismo porque su imagen tan ligada a Cristina Kirchner le pone un techo muy bajo. También permite a sus rivales internos seguir en su “zona de confort”: tienen a quién culpar de las derrotas sin embarrarse demasiado.

De allí su decisión de correrse del centro de la escena, a la espera de un improbable futuro menos sombrío. Pero en ese mismo movimiento, hizo otro para mantener su influencia: mandó a la cancha a otros jugadores para que ocuparan espacios. No todos ellos cumplieron la misión.

Movilizados

El primero de los que salió a dar la batalla es Lucas Ilardo, socio, operador y mano derecha de la presidenta del PJ. Acostumbrado a la confrontación legislativa y a hablarle al núcleo duro, salió de gira por los departamentos para dar la batalla dialéctica contra el “modelo” de Cornejo y Rodolfo Suárez. El objetivo es concreto: reflotar la alicaída mística peronista.

Muy resistido internamente por el peronismo tradicional, su gira incomodó a varios. El protagonismo que logró de pronto lo dejó como el único que está en campaña y de allí a que se considerara que quiere se candidato a gobernador había un paso.

Pero más allá de si lo pretende o no, es casi imposible que pueda ser ungido como “el candidato del consenso”. Aún más difícil la tendría en la contienda provincial: su perfil híper K, advierten los más asustados con esa posibilidad, podría hundirlos a profundidades desconocidas.

El propio Ilardo dijo hace unos días a otro legislador que el postulante a la gobernación debería ser un intendente. Para él, cuentan, imagina un futuro en el Congreso como diputado. Un salto a la liga nacional.

Uno de los analistas más lúcidos que tiene el PJ entiende la gira del camporista desde otro punto de vista: “O tenés un candidato que movilice o movilizás para que la militancia esté activa cuando aparezca el candidato. Si no tenés referente ni estás movilizado, después es más difícil competir”.

En términos bíblicos, Ilardo sería el profeta peronista. Aún están esperando que llegue el Mesías.

Allí es donde aparece otro de los dirigentes que Fernández Sagasti mandó a la cancha y que recibe apoyos y aliento desde todos los sectores: Martín Hinojosa, el presidente del INV.

El tunuyanino es un moderado que bien podría haber sido militante del bordonismo en los `80 y su perfil de profesional que viene del sector privado, en particular el bodeguero, no abunda hoy en el PJ. Cumple así una condición clave en este momento.

Convencidos de que Cornejo será el candidato a gobernador oficialista, los impulsores de Hinojosa se entusiasman con una idea: “Martín es nuevo y se puede vender como bueno. El Alfredo es bueno para la mitad de los mendocinos, pero no es nuevo”.

Otro de los “padrinos” y consejeros del presidente del INV dice que lo ve “entusiasmado”. Pero el aludido prefiere refugiarse en la gestión y no confirma nada a ninguno. El contexto nacional y el presente del PJ seguramente lo desalientan.

Amenazados

El seguro desdoblamiento de los municipios peronistas jugará en contra del que termine siendo el candidato provincial. Sin el empuje de esas seis comunas, la pelea será más desigual. Y esto también pesa en la ausencia de interesados en el puesto.

El PJ no sólo debe pensar en cómo dar la pelea provincial, sino también en cómo defender lo que tiene. Cebado por sus triunfos sucesivos, el frente Cambia Mendoza quiere los territorios que no gobierna, fundamentalmente los “grandes”.

Tal vez eso vio Martín Aveiro, el intendente de Tunuyán, otro de los alentados por Fernández Sagasti. Sin posibilidades de reelección, en una entrevista radial se animó a admitir que quería ser candidato a gobernador y luego calló para siempre. Lo último que le escucharon decir es que quería ir primero en la lista de concejales para “empujar” desde abajo la boleta.

La UCR se ilusiona con volver a gobernar San Rafael, pero sus propios demonios internos, por la puja entre Cornejo y Ernesto Sanz, lo hacen difícil. Además, los hermanos Félix, más en una elección desdoblada, mantienen su fortaleza territorial. Y como Emir no puede ser reelecto, Omar volverá a postularse seguramente.

Donde sí el peronismo se siente amenazado es en Maipú. El único municipio que gobernó siempre desde 1983. Pero los tiempos cambiaron, como también la demografía del departamento, y los ciclos se desgastan. En el oficialismo sueñan con ganar allí para gobernar todo el Gran Mendoza.

“Todas las semanas hay funcionarios provinciales dando vueltas por acá”, relata un peronista que teme lo peor. Curiosamente, Matías Stevanato, sucesor de los hermanos Bermejo, es el que más duda en desdoblar.

La debilidad de Cambia Mendoza en Maipú es que no tiene un candidato que pueda, sólo con su nombre, asegurarle el triunfo. Hoy, el único que aparece lanzado es Néstor Majul, mano derecha de Cornejo y que en 2019 perdió por poco con Stevanato.

Esa semi tranquilidad en la que descansa el PJ maipucino se evaporó cuando empezaron a escuchar un nombre que los asustó como si fuera un fantasma: Julio Cobos.

Nadie sabe precisar ya si el rumor surgió de un radical malicioso o de la paranoia propia. Pero todas las alarmas se encendieron. Hasta que alguien trajo calma: el ex vicepresidente no se había mudado a Maipú, como creían, sino a Luján.

La probabilidad de una derrota provocó preguntas. ¿Los Bermejo van a quedarse tranquilos viendo cómo se cae lo que construyeron durante más de 20 años? La respuesta llegó desde el propio PJ maipucino y generó otro fantasma: empezó a cocinarse un operativo clamor para que Alejandro, el menor de los hermanos, sea el candidato a intendente en 2023.

“Los que piden por el Pulga son sus amigos. Difícil que él no sepa nada”, aclara alguien al tanto de la movida.

La cuenta regresiva comenzó y el peronismo navega en un mar de dudas, sin un capitán que lo ordene.

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