“Estamos repodridos. No digo de la noche a la mañana, pero hay que cambiar”. El que habla es un rosarino sesentón y el que escucha es Luis Petri. El hombre y su esposa se cruzaron con el precandidato a vicepresidente en el aeropuerto de Santiago del Estero, el jueves pasado el mediodía, y le pidieron una foto. La charla, breve, es una de las tantas que cada día entabla el mendocino con sus potenciales votantes y en todas recibe el mismo pedido. Un cambio.
Por ahora, la que cambió y rotundamente es la vida de Petri. Hace tan solo cuatro meses, tenía que reafirmar cada día que iba a postularse a la gobernación para competir con Alfredo Cornejo en las primarias provinciales de Cambia Mendoza. Nadie creía que fuera a hacerlo finalmente. Y lo hizo.
Desde diciembre de 2021 sin cargo público, aislado partidariamente, el radical resistió las tentaciones de dar el salto y se aferró a su idea de pelear desde adentro, aún sabiéndose en clara desventaja. El aparato estaba mayoritariamente con su rival.
Hace menos de dos meses, se convirtió en la sorpresa electoral, aunque perdió la interna. Reunió el 40% de los votos que fueron al frente oficialista y superó a la suma de todo el peronismo. Las luces volvieron a apuntar hacia él, como en sus tiempos de diputado nacional y frecuente asistente a los programas de la televisión porteña.
El impacto de aquel resultado aún se siente. Desde ese mismo momento empezó una disputa por sus votos entre los candidatos que pasaron a la final. Cornejo parece llevar una ventaja en esa puja, aunque no la suficiente, y por eso ha ablandado su discurso, incluso con promesas de aumentos a los docentes. Mientras que en La Unión Mendocina repiten cada tanto el eslogan “Mendoza está en pausa” para atraer a esos votantes huérfanos aún.
La misma noche de las PASO, Petri empezó a rechazar un ofrecimiento que todos creían que era su verdadero objetivo político: encabezar la lista de diputados nacionales. “Hubiese defraudado a mi electorado si aceptaba”, confesó entonces. Propuso y logró imponer a Patricia Giménez en el segundo lugar de la lista. Empezó así a consolidar un espacio propio en la UCR local.
Apenas unos días después, Patricia Bullrich le ofreció que la secundara en la fórmula presidencial. Y desde entonces inició un camino ascendente, saltándose varios escalones, que tiene una escala clave el domingo próximo. Esa noche, tendrá más claro qué le depara su futuro político.
En una charla con un comprovinciano, Petri confesó hace unos días que ve venir “un batacazo” en el enfrentamiento interno con la fórmula de Horacio Rodríguez Larreta-Gerardo Morales y sobre todo ante el enemigo común que tienen los de Juntos por el Cambio: el kirchnerismo.
“Así como en la campaña provincial percibía que me iba a votar mucha gente, más allá de lo que decían las encuestas, ahora esa sensación la tengo multiplicada por diez”, justificó su pronóstico en aquella charla.
Si lo escucharan, los larretistas le dirían que la pelea no está resuelta. Ellos confían en que los recursos, equipos y propuestas del jefe de Gobierno porteño le den aire, y votos, en el sprint final de la campaña. Es en este momento cuando empiezan a notarse las flaquezas de los candidatos en todo sentido. Y Bullrich las tiene.
El ex diputado siente que “el mensaje de Patricia ha calado hondo” y que por eso van a ganar la interna “por varios cuerpos”. Y va más allá: cree que la general se va a transformar en un balotaje anticipado contra un peronismo que hoy se muestra competitivo pero que “ya ha encontrado su techo” por la situación del país. Sergio Massa, está claro, no puede desentenderse de este presente con inflación, dólar y pobreza en crecimiento.
Igual, públicamente va a sostener que cada elección es particular y que debe avanzarse “paso a paso”.
El precandidato a vice no quiere ponerse el traje anticipadamente y procura no marearse en las alturas de la política nacional. Hay una frase que ha repetido a su entorno en los últimos días, cuando la euforia vence a la prudencia: “Debemos mantener los pies sobre la tierra siempre”.
La preocupación principal en ambos bandos de Juntos por el Cambio, además de la puja por el resultado, pasa por cómo cohesionar a los derrotados detrás del ganador desde la misma noche de las PASO. Quienquiera sea el triunfador, necesita sí o sí de cada voto de su rival interno para vencer en la general. Por eso, la unidad es la prioridad luego del 13.
La aceptación de Bullrich de compartir el búnker, como había propuesto Rodríguez Larreta, va en esa sentido. Después de una campaña áspera, mejor curar las heridas lo antes posible para seguir adelante. El caso Santa Fe es el ejemplo que nadie quiere repetir. “A ninguno le va a dar para hacer lo de Carolina Losada, pero hay que ver qué pasa si Lousteau derrota a Jorge Macri. Eso si implicaría un riesgo”, avisa un intendente radical.
Efecto dominó
Si Petri acertara con su pálpito, habría un reacomodamiento político de final imprevisible. Primero: de ganar la interna, derrotaría en el duelo directo de los vice al presidente de la UCR, el jujeño Morales. Segundo: de triunfar en la general y transformarse en vicepresidente, pasaría a ser el radical más encumbrado del país.
El plan para “el día después” ya está en marcha. Lo primero es una charla mano a mano con Morales. Pero va más allá. Porque aunque fue diputado nacional durante ocho años, los vínculos partidarios nacionales nunca fueron el fuerte del precandidato a vice y la idea es que se consolide como una figura dentro de la UCR.
Para eso, está recibiendo una ayuda inestimable del único mendocino que puede transmitirle lo que es ser vicepresidente: Julio Cobos. Que también fue el único dirigente radical de peso que lo apoyó en la interna de Cambia Mendoza contra Cornejo.
En su nuevo rol de operador en las sombras, y alejado de los papeles protagónicos que supo tener, Cobos está tendiendo puentes entre su discípulo y dirigentes radicales de varias provincias. De hecho, el viernes a la noche, después de hacer campaña en Corrientes juntos, Petri cenó con el gobernador Gustavo Valdez y la charla fue más allá del próximo domingo.
Si Martín Lousteau pierde la interna porteña y con Rodrigo De Loredo derrotado en Córdoba, a Petri ya lo imaginan a su lado como el principal dirigente radical de su generación. Un puesto por el que sólo podría competir Maximiliano Pullaro si es gobernador de Santa Fe, como se prevé.
Todos ellos, Lousteau, De Loredo y Pullaro, juegan hoy en el equipo de Rodríguez Larreta. Junto a ellos se ha mostrado últimamente, y no casualmente, el embajador del larretismo en Mendoza, Ulpiano Suárez, que ya está posicionado para 2027.
Ese hipotético futuro nacional aleja a Petri de la provincia, donde muchos ya se han puestos nerviosos porque lo ven como otro posible competidor que se suma a la grilla.
El ex diputado nacional era, hasta no hace mucho, una figura menospreciada dentro del oficialismo mendocino. Tal vez porque siempre mostró independencia de las estructuras. De hecho, su última postulación, en 2017, fue una concesión a Mauricio Macri y no a su trayectoria.
Hoy con Cornejo tiene un diálogo frecuente y el vínculo es “normal”. No hay amistad ni afecto. Tampoco subordinación. Esa situación de paridad por momentos incomoda en el cornejismo más duro.
El candidato a gobernador ayudó a que el sanmartiniano fuera el compañero de fórmula de Bullrich, pero porque antes ya Rodolfo Suárez había dejado pasar la oportunidad y no había otro mendocino que pudiera serlo.
Ahora ambos juegan en el mismo equipo. Cornejo es el principal apoyo radical y una de las voces que más escucha Bullrich. Y Petri es el candidato a vicepresidente que ella eligió. Por eso, deberán compartir acá el mérito del triunfo, si las encuestas esta vez aciertan.
“Están 7 a 3″, dice un radical sobre la proporción de votos para la ex ministra y Rodríguez Larreta en la provincia. Pero también hace una salvedad: hay un departamento en el que una encuesta recién terminada agranda esa brecha a 8 a 2: San Rafael. No es casualidad que sea el lugar elegido para que Petri haga el martes el cierre de la campaña en Mendoza.