Edugenia y los alumnos del nuevo milenio

La educación está en crisis, la economía también, los cambios vertiginosos que proponen los nuevos paradigmas científicos y tecnológicos deberán ser motivos de pensar en profundidad cuál es nuestra responsabilidad en estos escenarios multireferenciales.

Edugenia y los alumnos del nuevo milenio
Imagen ilustrativa / Archivo

En octubre del año 2.000, publiqué el ensayo “Edugenia y los niños del nuevo milenio”, como parte de un homenaje de la Academia de Ciencias Sociales a su presidente Dna. Elvira Calle de Antequeda. Es mi intención en este artículo actualizarlo pensando en los contextos educacionales en los cuales estamos inmersos.

En medicina el término iatrogenia alude al daño que el médico (iatrós) puede causar, voluntario o no al paciente. Entonces, decido crear un término de significado pedagógico: Edugenia, para referirme al daño voluntario o no que los agentes educativos familia,escuela, sociedad pueden causarle a los alumos con sus prácticas educativas.

Daño (damnum) significa perjuicio, peligro, destrucción, acción en detrimento de un bien.

Edugenia se inscribe en los marcos teóricos de la Pedagogía, la Didáctica y principalmente la Ética. Surge en experiencias cotidianas y va adquiriendo identidad a partir de la complejidad de las relaciones de los sujetos involucrados.

Ahora bien, ¿porqué la edugenia se hace presente en estos escenarios pandémicos, con grave crisis económica? Por que en una larga “cuarentena” las escuelas están cerradas, las clases son virtuales, docentes, familias y alumnos han debido habituarse en forma desigual a una práctica que si bien será una necesidad dentro de los próximos años, ninguno de estos agentes estaba preparado, convenientemente, para asumir estos vertiginosos cambios. Entonces se produce edugenia en los conocimientos, las metodologías y los medios. Además, las diferentes situaciones nos evidencian falta de igualdad con sectores de bajos recursos o con familias disruptivas.

Esta situación está generando una pandemia emocional grave, no sólo en niños y adolescentes, sino también en jóvenes universitarios, especialmente en aquellos que cursan carreras que necesitan prácticas, como medicina, odontología, ingenierías, etc.

Los tiempos para importantes unidades de aprendizaje suelen durar ocho o diez días, con inmediata evaluación de 30 preguntas para responder en media o una hora según la asignatura. Lo que significa que tienen que estar prácticamente conectados todo el día, interrelacionados virtualmente con el o los profesores y con otros estudiantes para trabajos en equipo. La virtualidad está bien, pero tiene un límite que es la edugenia en la salud de los estudiantes: problemas posturales, visuales, y más grave aún, emocionales como angustia, miedo, inseguridad, fatiga, falta de confianza en si mismos y otras, que me constan por observaciones directas y publicaciones pertinentes. No tenemos estadísticas todavía pero muchos estudiantes han abandonado sus estudios por estas causas.

Estas reflexiones me permiten abrir una ventana, que subyace oculta en la praxis educativa. Mi intención está dirigida a develar una zona gris de problemas y conflictos que perduran en el ámbito educativo. El descubrimiento de estos sucesos me permite darle sentido a los hechos de esta zona gris, para que empecemos a pensar y debatir sobre estas prácticas que crecen quizás en los curriculum ocultos de las instituciones educativas.

Objetivar, poner en evidencia las variables de la edugenia, es una forma de empezar a reparar daños, de asumirlos críticamente y comenzar a superarlos. Sin embargo, para que estas acciones sean relevantes, deberán ser reconocidas, cuestionadas, debatidas y quizás solucionadas por toda la comunidad educativa, porque, en definitiva, se trata de un problema de deontología profesional.

El tema de la ética educativa no consiste solo en la meditación sobre valores, sino en asumir nuestras libertades frente a la complejidad y el determinismo, nuestra responsabilidad ante la injusticia, la mediocridad, la obsecuencia o la rutina.

La educación está en crisis, la economía también, los cambios vertiginosos que proponen los nuevos paradigmas científicos y tecnológicos deberán ser motivos de pensar en profundidad cuál es nuestra responsabilidad en estos escenarios multireferenciales.

El próximo Congreso Educativo para debatir la Ley Provincial de Educación de la provincia puede ser, a pesar de las críticas y observaciones, algunas pertinentes, un lugar de encuentro de la comunidad para participar con ideas, no con ideologías.

*La autora es educadora.

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