Educación, ¿tragedia u oportunidad?

La suerte no está echada: somos nosotros los que vamos a decidir si aprovechamos las oportunidades dentro de la tragedia. Lo que está claro es que otra educación es posible.

Educación, ¿tragedia u oportunidad?
Educación, ¿tragedia u oportunidad?

En ocasiones la pandemia representa una discusión binaria: algunas personas manifiestan que se trata de una enorme tragedia de la que será muy complejo salir. Otras expresan que se trata de una oportunidad única, que no se repetirá en la historia de la humanidad. Creo que se trata de una tragedia con oportunidades.

Observando con detenimiento las podremos ir distinguiendo. En el ámbito educativo, ¿qué vemos cuando miramos la situación de aquí a un año hacia atrás? Por un lado, vimos que las escuelas estuvieron cerradas y por otro, que sus docentes crearon una red colaborativa donde las familias, directores y la comunidad educativa se involucraron y jugaron un rol clave para trabajar en equipo.

Vimos que maestros y maestras no pudieron continuar con su planificación, y eso los condujo a reorganizar sus formas de enseñar y aprender. Vimos que la escuela desconfiaba de la tecnología, de la virtualidad, pero muchísimos docentes terminaron incorporándola como herramienta de trabajo porque era la forma de sostener los aprendizajes de sus estudiantes.

Vimos que la conectividad fue insuficiente, pero que allí donde faltó se generaron nuevos espacios como radios, programas de televisión, música, cápsulas, documentos de WhatsApp y, sobre todo, una atención individualizada.

Vimos que la pandemia puso en crisis la función docente y ellos respondieron resignificando su tarea. Vimos que no se sentaron a esperar nuevas instrucciones, sino que tomaron decisiones con autonomía. Vimos que era posible evaluar de una manera más creativa, confiando más en los estudiantes. Y vimos una gran avidez por profundizar su formación.

Imaginemos ahora cómo podría ser un modelo que vaya ganando presencialidad de manera segura, incorporando estas grandes innovaciones: redes de colaboración, familias involucradas, trabajo en equipo, flexibilidad, atención individualizada, nuevos espacios de enseñanza, herramientas virtuales, autonomía, oportunidades de formación y una resignificación de la tarea educativa.

La suerte no está echada: somos nosotros los que vamos a decidir si aprovechamos las oportunidades dentro de la tragedia. Lo que está claro es que otra educación es posible.

*El autor es Director Regional Latam de Fundación Varkey.

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