Diseño gráfico: de las planchas Letraset a la revolución digital

Pasamos del texto estático al fluido, de lectores a usuarios. De diseñar objetos, como un libro, a diseñar servicios, como un ebook. De las decisiones fijas e inmutables del producto impreso al diseño digital en permanente construcción.

Diseño gráfico: de las planchas Letraset a la revolución digital
Pasamos del texto estático al fluido, de lectores a usuarios. De diseñar objetos, como un libro, a diseñar servicios, como un ebook.

Hace poco Los Andes publicó una nota sobre el diseño gráfico en Mendoza y ahora vuelco comentarios en esta nota para ampliar el panorama sobre la profesión.

El oficio y la educación formal para el diseño se instalaron en nuestra provincia alrededor de las décadas del ‘50 y ‘60 de un siglo, el XX, que fue testigo de la mayor cantidad de cambios tecnológicos en nuestra profesión.

El escalímetro, las planchas de Letraset, el pistolete, un tipómetro de cíceros y picas, la Rotring 0.1, la regla T o la IBM Selectric con typeball eran indispensables para algunos de nosotros, los diseñadores a. C. (antes de la computadora).

La mayoría de estos objetos, que algunos guardamos con nostalgia, son desconocidos por las nuevas generaciones.

Es que, de repente, en los 90 todo cambió. Y no dejó de cambiar, de forma vertiginosa.

Hoy parece impensable que, para armar una revista color, nos bastara una Macintosh de 128 KB de memoria, con monitor blanco y negro, que venía con unas pocas fuentes tipográficas, bautizadas por Steve Jobs con nombres de grandes ciudades: Chicago, Mónaco, Nueva York o Ginebra.

Bueno, además teníamos una colección de diskettes con algunas fuentes Postscript, las aplicaciones Freehand y PageMaker y la espectacular impresora LaserWriter.

A la autoedición y creación de diseños en pantalla se sumaron internet, el teléfono móvil, las redes sociales, la revolución digital y la globalización.

Poco a poco, sin dejar de hacer productos impresos, a comienzos del nuevo siglo algunos diseñadores empezaron a trabajar también para los medios digitales.

Esta mudanza de escenario nos llevó a formarnos en el mundo de internet y del software, del desarrollo web y las aplicaciones móviles, a la actualización permanente, la adaptación y redefinición profesional.

Ahora hay que estar atentos a los requerimientos de la arquitectura de la información, la experiencia de usuario, la usabilidad y la accesibilidad.

Pasamos del texto estático al fluido, de lectores a usuarios.

De diseñar objetos, como un libro, a diseñar servicios, como un ebook.

De las decisiones fijas e inmutables del producto impreso al diseño digital en permanente construcción.

Dejamos el control de un original para papel (con la ayuda del taller o impresor amigo) para aceptar la flexibilidad del diseño para pantalla, que debe adaptarse a múltiples dispositivos e infinitos formatos.

Nos llenamos de términos en inglés: pixel perfect, logos responsive, framework, viewport, interaction, front-end.

Y así como saber de tintas, papeles o métodos de impresión mejora nuestros diseños para medios tradicionales, entendimos que para diseñar productos digitales hay que saber algo de código, al menos lo básico de este soporte.

El diseñador gráfico actual trabaja en un contexto de cambios constantes, a veces solo o integrado en equipos de varias disciplinas y súper especialidades, muchas veces de forma remota, creando proyectos donde se complementan lo impreso con lo digital.

Hoy tenemos diseñadores mendocinos que dominan la caligrafía o el lettering, trabajan para importantes startups de otros países, crean tipografías variables para Google y fuentes a medida, desarrollan la imagen de nuestros vinos, diseñan exitosas experiencias digitales desarrollando web o aplicaciones móviles, nos cuentan historias ambientando restaurantes y cafés o producen contenedores de sueños en forma de libros impresos y digitales.

Se han conquistado otros ámbitos y creado perfiles profesionales antes inimaginables.

*La autora es diseñadora gráfica

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