No hay dudas de que el gobierno nacional apura los tiempos. Interrumpió la habitual tregua veraniega legislativa con la pretensión de definiciones políticas rápidas para sus proyectos más ambiciosos en su segundo año. Esto, seguramente, hará que el Congreso sesione en febrero para debatir asuntos que es probable que el Presidente quiera tener resueltos antes de su discurso de apertura de sesiones ordinarias, el 1 de marzo. Sin duda, el énfasis de ese discurso puede depender de lo logrado antes del mismo.
En ese contexto, no debería haber sorpresas con respecto a la postura de apoyo de los legisladores que representan a Mendoza, salvo los justicialistas, que de ningún modo están alineados con los preceptos que parten desde la Casa Rosada. En la política hay quienes aseguran que libertarios, macristas y radicales amigos, es decir, liderado por el diputado De Loredo, terminarán conformando una especie de nueva versión de Juntos por el Cambio a nivel legislativo.
En la semana, como una señal de cómo se perfilan algunos alineamientos, hubo razones para que el gobierno de Mendoza saliera a escena aprovechando el no menor entredicho que se produjo entre tres gobernadores y el ministro Caputo previo a la baja temporal de retenciones al campo.
Los gobernadores Llaryora, Pullaro y Frigerio, en una reunión en Rosario, pidieron públicamente que la Nación bajara en forma urgente las retenciones a las principales exportaciones de los productores ante una situación agravada por cuestiones climáticas y baja de precios a nivel internacional.
Por la difusión y en especial el tono del reclamo probablemente por primera vez el ministro de Economía haya decidido salir al cruce con una respuesta desafiante. “Todos los días analizamos la situación financiera del país, para ver si podemos seguir bajando impuestos. No necesitamos a nadie que nos los venga a recordar porque a eso hemos venido”, dijo por redes sociales Caputo, sin duda molesto.
Y apostó más al reiterar que la ortodoxia fiscal y monetaria no es negociable y al salir al cruce de los gobernadores que hicieron el reclamo: “Todavía no hemos visto una provincia reducir Ingresos Brutos, sin lugar a dudas el peor impuesto que una economía puede tener”.
De todos modos, con el anuncio gubernamental de baja temporaria de retenciones en lo político la pulseada la ganaron los jefes provinciales de las provincias más identificadas con la Pampa Húmeda, excepto en este caso la Buenos Aires gobernada por Kicillof, quien indudablemente se encuentra inmerso en sus desórdenes partidarios internos.
No se vio el jueves a un Caputo cómodo y muy convencido informando sobre la decisión de aplicar hasta fines de junio la baja de las retenciones a los granos y la eliminación definitiva de las que afectaban a las economías regionales.
El cornejismo se mantuvo expectante, a distancia, aunque a través del diputado nacional Lisandro Nieri remarcó públicamente lo que luego también expresó el Gobernador, en un extenso comunicado, sobre los pasos dados por el gobierno nacional en materia económica hasta el momento: Mendoza viene reduciendo Ingresos Brutos desde el primer mandato de Alfredo Cornejo. Esto, sin dejar de lado el apoyo a las políticas macro que se llevan a cabo desde Economía.
En efecto, a través de X, Cornejo fue luego mucho más allá y llenó de elogios al ministro Caputo, seguramente sin importarle mucho la tensión sufrida por el funcionario con el campo (algunas versiones periodísticas dieron cuenta de que el anuncio de reducción fue ante un pedido personal del titular de la Sociedad Rural). “Acompañamos el enorme esfuerzo que está haciendo el gobierno nacional en sentar las bases para la prosperidad de nuestro país”, indicó en su tramo final un largo y elogioso mensaje de apoyo del Gobernador a Luis “Toto” Caputo en el que Cornejo reiteró la baja impositiva que lleva a cabo la provincia desde que él radicalismo llegó al poder a fines de 2015. Una carta que siempre tiene a mano el mendocino para tirar sobre la mesa.
Quedó la sensación de que, por un lado, el jefe del Ejecutivo mendocino buscó involucrarse lo menos posible en la problemática planteada por los gobernadores influidos por el reclamo ruralista. Además, porque no había mucho que esperar con respecto a Mendoza.
Si así fuese, se trataría de una postura lógica en un año electoral complejo. Cornejo necesita consolidar su gestión no tanto por el posible efecto de la oposición local sino, fundamentalmente, por el armado nacional que surge de las ambiciones indudables de la élite libertaria, que apuesta a un triunfo rotundo en la mayor parte del país si las condiciones económicas actuales, como se espera, no muestran sustanciales alteraciones.
En cuanto a los asuntos provinciales sorprendió la reaparición de las protestas contra la actividad minera, que en este caso tuvieron como foco la localidad de Uspallata. Por supuesto, hay versiones cruzadas. Por el lado de los ambientalistas sostienen que la reacción de la gente en esa localidad no es nueva, sino que hace más de diez años que se vienen expresando en contra del proyecto San Jorge. Y sostienen que en este caso se coincidió con la inauguración de una cámara de proveedores mineros de esa zona.
La recuperación de la política minera en Mendoza es una de las grandes apuestas del actual gobierno, tratando de no vulnerar la legislación vigente y, a la par, incorporando reformas legislativas paulatinas en materia hídrica para apuntalar la decisión. Hay voces partidarias y de sectores contrarios a los pasos que está dando a la actual administración provincial, que no toleran que lo que empezó destinado a Malargüe termine extendiéndose a otros lugares de la provincia donde no exista la pregonada “licencia social” para dicha actividad.
Se trata de una pulseada fuerte, ya que hasta ahora el Gobierno ha logrado respaldo suficiente a nivel legislativo, incluso valiéndose de posturas antagónicas que se producen entre los propios integrantes de algunas fuerzas de la oposición.
* El autor es periodista. jtoso@losandes.com.ar