Desafío para la oposición: ser lo que nunca fue

No es cierto que somos un país de alianzas. Nunca funcionaron. Solo somos populistas, oportunistas ávidos para lucrar con el poder y vivir de sus privilegios.

Desafío para la oposición: ser lo que nunca fue
Encuentro nacional de Juntos por el Cambio en la ciudad de Río Cuarto. (Tomy Fragueiro / La Voz)

Nunca fue:• Republicana de verdad• Defensora incondicional de los valores de la Constitución• Defensora de los valores fundamentales• Capaz de posponer ambiciones personales en favor de valores que fortalecieran a la sociedad y evitaran su caída en el abismo actual.• Capaz de sostener una estrategia, porque siempre fue dominada por las tácticas “oportunistas” de poder.

La estrategia política surge de un diagnóstico de la realidad que determina a donde ir, es decir define el futuro, a donde se quiere estar y está condicionada por la ideología que la sostiene

La táctica política es cómo ganar el gobierno/poder. Es el cómo se logra. Se construye por medio de alianzas, acuerdos, frentes políticos, partidos, negociaciones, etc.

Es cómo se transita el camino hacia ese futuro que se quiere alcanzar y se instala allá en el horizonte.

Cuando se invierte esta ecuación y se prioriza totalmente lo táctico, se tiene el oportunismo político, el poder por el poder, el gobierno para usufructuarlo en beneficio propio.

Un resultado, producto de no tener valores estratégicos ni a donde ir. Es lo que ha hecho la oposición en estos últimos veintidós años frente al pero–kirchnerismo. Así terminó siendo totalmente funcional a él y es la principal causa de la existencia de los dieciséis años de gobiernos K.

Por eso, hoy, es imposible que se logren acuerdos estratégicos entre los distintos sectores de la oposición.

Solo saben unirse por el “oportunismo táctico” para llegar desesperadamente al gobierno y repartirse los cargos del Estado: “tanto para vos”, “tanto para mí”. La vieja fórmula, casi naif de nuestra cultura política.

De aquí viene el fracaso sistemático de la oposición frente al pero–kirchnerismo, que equivocado o no siempre ha tenido el populismo-estratégico como su idea fija.

Cabe recordar que una parte de esta oposición, se unió directamente al pero-kirchnerismo en la fórmula presidencial. Por lo que es difícil encontrar una estrategia opositora en estos veinte últimos años, pero sí podemos hablar de un contumaz populismo aunque, en general, poco consciente.

La oposición al no haber tenido claridad constitucional/republicana tiene hoy un terrible dilema:

• Si se une por lo táctico (oportunismo político para sacar más votos) va al muere con el pero-kirchnerismo y los gobernadores pero-feudales y

Si se une estratégicamente, reduce su caudal de votos y puede no alcanzarle para llegar al gobierno nacional.

• Si así igualmente ganara, deberá enfrentar un país hundido y en crisis terminal.

Por lo que la oposición tiene un desafío de hierro difícil de lograr: ser lo que nunca fue.

Hoy proponer gobernar para el futuro de los argentinos exige una dirigencia opositora que todavía está en gestación.

Si lograra ganar por lo estratégico, significaría que una cantidad considerable de votantes ha madurado lo suficiente su populismo y se lo ha sacudido en serio, lo que les permitiría acompañar a esa dirigencia, para sacar el país del pantano en el que ha caído y tendría clara conciencia del sacrificio que esto exigirá.

Asimismo, esa dirigencia deberá esperar fuertes rechazos, desaprobación y enfrentamientos.

Lo más patético es que la mayor parte de estas conductas resistentes, provendrá de la gente que más necesita salir de esa situación.

No es cierto que somos un país de alianzas. Nunca funcionaron. Solo somos populistas, oportunistas ávidos para lucrar con el poder y vivir de sus privilegios.

Sí somos presidencialistas y autocráticos: basta ver los cientos de DNU vergonzosos que hay desde que se avino la maltratada democracia.

Ocultar las dificultades en su real magnitud y no afirmar como se las va a enfrentar, es seguir con el “relato” con que viene gestionando la oposición desde el 2001.

¿Cómo va a compatibilizar estos valores con la libido de poder que muestra, todos los días, la oposición con sus rencillas, intrigas, movidas de piso, agachadas, reuniones por la espalda, etc. etc.?

El votante va a tener que madurar a pasos agigantados, sacudirse nuestro populismo visceral y tener toneladas de conciencia y racionalidad que, hasta ahora, no tuvo.

Por fin, el cambio está fagocitándose todo esto. Y así está desmontando, en un excelente trabajo, caretas de todos los tipo y colores de nuestra dirigencia y descubriendo, finalmente, sus reales y viejos rostros.

*El autor es sociólogo con experiencia en procesos de cambio organizacional y cultural

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