“Yo querría un mínimo de Estado y un máximo de individuo. Pero quizá sea preciso esperar no sé si algunos decenios o algunos siglos. Para eso se necesitaría una humanidad más ética y más intelectualmente fuerte de lo que es ahora”. Jorge Luis Borges, 1985.
Según Freedom House, ONG americana con sede en Washington, cuyo objetivo es trabajar para fortalecer la democracia y proteger los derechos humanos en todos los países, en su informe de este año, el 2022 fue el 17º año consecutivo de disminución de la libertad a nivel mundial.
Ciudadanos de 35 países experimentaron un deterioro de sus derechos políticos y libertades civiles, mientras que los de 34 experimentaron mejoras.
Freedom House determinó que, en 2022, 85 de los 210 países y territorios evaluados (el 40,5%) eran libres, 58 (el 27,6%) parcialmente libres y 67 (31,9%) eran países sin libertad.
En 2022, según el informe, los países considerados como más libres han sido, por este orden, Suecia, Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda y Canadá.
Es conocido que en los países nórdicos , el Estado tiene un peso relativo esencial contribuyendo al desarrollo y a la calidad de vida de sus habitantes.
La fortaleza de sus democracias, no solo tiene que ver con la calidad de sus instituciones, sino también con la activa participación de los ciudadanos en la vida pública, a través de distintos tipos de organizaciones que canalizan sus inquietudes.
En los países nórdicos , las asociaciones gremiales de trabajadores , tienen una alta presencia. Los cuatro países de la región son los más sindicalizados en el seno de los países de la OCDE , con niveles que van desde 50% en Noruega hasta 67 % en Dinamarca.
Existen 3 temas que forman parte de la agenda internacional hoy en el concierto de las naciones: 1) fortalecimiento de las democracias, 2) desigualdad en la distribución del ingreso y 3) protección del medio ambiente
Los tres puntos de esta agenda están íntimamente relacionados con la disminución del poder de los Estados Naciones, en relación con los intereses económicos provenientes de los distintos sectores, totalmente globalizados, luego de la caída del muro de Berlín.
Michael Sandel, profesor de la cátedra de Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, en su libro el Descontento Democrático sostiene que “El capitalismo y la democracia mantienen desde hace tiempo una incómoda convivencia. El capitalismo trata de organizar la actividad productiva al servicio del lucro privado. La democracia trata de empoderar a los ciudadanos para el autogobierno compartido”.
En las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, se profundizó el concepto de que el fin último de la economía es el consumo, y la idea de que una economía debía estar al servicio del autogobierno, se desvaneció por completo .
Esto implica aceptar un concepto de libertad de que el individuo persiga sus propios intereses y fines, siempre y cuando lo haga compatible con una libertad similar para los demás. Esta visión individualista choca con la mirada republicana cívica,según la cual libertad significa compartir el autogobierno y tener voz en las fuerzas que gobiernan nuestras vidas
Más que una doctrina económica, esta versión del capitalismo es una conjunción de tres fenómenos que se refuerzan mutuamente: (1) globalización, (2) financierización y (3) meritocracia, que actúan por encima de los estados – naciones”.
En nuestro país llevamos 40 años noveles de democracia en un marco pleno de libertades. Pero el funcionamiento del Estado está en tela de juicio y todos creemos que es necesario reformularlo.
Lo que conlleva un buen funcionamiento del Estado es contar con políticas acertadas para su rol y gente capacitada para llevarlo a cabo. Las personas que llevan a cabo esas tareas, son elegidas por nosotros cada 4 años.
Y el hecho fundamental, es que no hemos podido generar un sistema de desarrollo económico, en que estemos todos de acuerdo y que sea fortalecido en cada cambio democrático. Por el contrario, el fracaso de algunos esquemas dejaron pasivos económico-sociales que hoy debemos enfrentar, corregir y cancelar. Me refiero a la masa de desocupados que produjo la salida de la convertibilidad y el endeudamiento inusual con el FMI y el mercado que dejo el gobierno en el 2019.
Hoy se inicia una nueva etapa. Signada por las palabras liberal libertario como definición de las convicciones del nuevo presidente. Los estados libertarios y/o sociedades anarco capitalistas, no existen en ningún lugar del mundo. La agenda internacional expresada más arriba, requiere una reconfiguración de los estados naciones y su nuevo rol ante los desafíos que vienen.
Argentina, deberá diseñar un nuevo modelo de Estado de Bienestar, que contemple la realidad de nuestro país. Para ello la interacción entre el Estado y el Sector Privado será fundamental. Los Bienes Públicos y cómo pagarlos serán eje de este nuevo debate.
Las primeras medidas referidas al rol del Estado, fueron instrumentadas a través de un DNU y una Ley Ómnibus, enviadas al Parlamento para su tratamiento y aprobación.
Si uno desea que se produzcan cambios culturales que generen a su vez políticas públicas que perduren y se enriquezcan con el tiempo, se necesita un estado de consenso y aprobación en la sociedad .
Si se reconoce un estado de emergencia y necesidad, incluir temas que no tienen que ver con lo urgente y lo importante en este momento de inestabilidad que atravesamos, no contribuye a agregar valor o aportar iniciativas que hoy se necesitan. Es una pérdida de foco sobre la situación actual.
Los dos cuerpos normativos enviados al Congreso, presentan alguna o ambas características.
El mejor legado que nos puede dejar el nuevo presidente, luego de sus cuatro años de gobierno, es que podamos ser un país normal.
Ojala, así sea.
* El autor es economista.