La conquista española fue uno de los acontecimientos de mayor impacto en las tierras cuyanas, junto con la llegada del ferrocarril en tiempos de Roca, la red escolar de Sarmiento y las reformas sociales del radicalismo de Lencinas y los socialistas de Benito Marianetti.
La incorporación de Cuyo al imperio español tuvo diversos efectos. Por un lado, la población local, formada por huarpes y otros pueblos originarios, sufrió la imposición del poder, el despojo de sus tierras y la pérdida de la libertad. Muchos de ellos fueron arrancados de su tierra y trasladados forzadamente a Chile para trabajar en las encomiendas locales.
Los que quedaron en la querida Mendoza vieron cómo sus cultivos y canales de riego eran confiscados sin indemnización alguna. Fue el mayor robo de la historia de Mendoza. Fue un proceso inevitable, a escala continental y global: las Grandes Potencias de Europa, en plena expansión, se lanzaron a la conquista de América, África, Asia y Oceanía, para expropiar tierras y someter a los originarios como mano de obra para enriquecerse.
Junto con este impacto que sufrieron los originarios, los conquistadores introdujeron plantas y animales que no existían aquí: trigo, vid, olivo y frutales encontraron tierras y climas adecuados en Cuyo para convertirlo en emporio productivo, juntamente con cabras, ovejas, vacas, equinos y cerdos, que cambiaron radicalmente las pautas de alimentación local. A ello se suma la tecnología de los molinos hidráulicos harineros y las bodegas para elaborar el vino, con sus lagares y tinajas, lo cual convirtió a Mendoza en un polo agroindustrial de primer orden en el Cono Sur de América.
Dentro de la gran tragedia mundial que representó la expansión de las grandes potencias europeas de los siglos XV-XIX, la sociedad mendocina fue de las que mejor se pudo adaptar para crear una nueva sociedad de carácter mestizo.
La disponibilidad de animales de tiro permitió organizar un servicio regular de transporte terrestre bioceánico con eje en Mendoza, principal puerto seco del Cono Sur. Los troperos conectaban Cuyo con el Río de la Plata gracias a sus carretas, y los arrieros hacían lo propio con Chile, con sus mulas. Mendoza surgió como un vórtice de productividad y comercio. En su plaza se encontraban transportistas y comerciantes de toda la región, desde Lima, Potosí y Tucumán por el norte, hasta portugueses y rioplatenses por el este y chilenos por el oeste. En las pulperías y fogones sonaban las guitarras cuyanas, sentando las bases para una larga tradición de creatividad e innovación. También se establecieron redes de información articuladas por las pulperas cuyanas, en sintonía con los comerciantes de Valparaíso, Coquimbo y Buenos Aires, y los viticultores de la región.
Mendoza emergió como un pujante polo agroindustrial, en el marco de una sociedad mestiza, centrada en los préstamos culturales que compartieron los distintos pueblos que circularon por este territorio. Dentro de la tragedia general que fue la conquista que las Grandes Potencias de Europa hicieron entonces en todo el mundo, Mendoza estuvo entre las localidades que mejor se pudo adaptar. Se benefició de la presencia de los españoles.
Los otros conquistadores europeos que se lanzaron a la conquista del mundo, como holandeses, ingleses y franceses, se destacaban por su carácter racista y su rechazo a convivir con la población local. Fue muy menor el mestizaje en América del Norte, África, Asia y Oceanía.
Los hacendados franceses de Vietnam no construyeron vínculos con los originarios, como tampoco lo hicieron los holandeses en el Sur de África, pautas racistas que quedaron vivas hasta fines del siglo XX.
En cambio, en Mendoza se creó una identidad nueva, de carácter mestizo, orgullosa del aporte de los huarpes e incas con la cultura del agua, la cultura del riego y la cultura del agro; de las tradiciones pehuenches de con sus textiles, su talabartería y sus destrezas ecuestres, y del aporte constructivo español y sus legados culturales árabes recibidos de al-Ándalus, con sus mejoras a las tradiciones hidráulicas y agrícolas de los originarios.
Después de tres siglos de mestizaje cultural, Cuyo creó el Ejército de los Andes y aseguró la libertad de cuatro países, generó a Sarmiento y sus redes de educación pública, recibió los ferrocarriles de Roca, y atrajo inmigrantes europeos. Y, finalmente, con lencinistas y socialistas, lideró la democracia y la justicia social en la región.
*El autor es profesor de Historia y doctor en estudios americanos