De Sanz a Cornejo, cómo reconstruir Juntos por el Cambio con estilo mendocino

El fundador mendocino de Cambiemos, Ernesto Sanz, y el mendocino que hoy quiere refundar Juntos por el Cambio, Alfredo Cornejo, analizan esa coalición en términos estratégicos, no electorales.

De Sanz a Cornejo, cómo reconstruir Juntos por el Cambio con estilo mendocino
Cornejo, Sanz y Macri

Es una pena que Alfredo Cornejo y Ernesto Sanz (según dicen las malas lenguas) no se lleven del todo bien, pues la suma de ambas experiencias podría ser riquísima para reconstruir esa especie de “casa de Gran Hermano” que hoy es Juntos por el Cambio, según la ingeniosa caracterización de Sanz.

El sanrafaelino recuerda con agrado el papel de liderazgo por el radicalismo que le tocó en hacer nacer “Cambiemos” allá por 2015 junto a Lilita Carrió y Mauricio Macri, los tres jefes indiscutidos de sus espacios. Lamenta que hoy no haya tres líderes como en aquel entonces que puedan ponerse por encima de las luchas individuales por candidaturas para darle orden, proyecto y direccionalidad al caótico discurrir de la coalición opositora.

No obstante, coincide con Cornejo en que haber hecho unas PASO en 2015 entre ellos tres fue negativo, porque al ser tanta la aplastante diferencia a favor de Macri, luego eso se tradujo en una gestión del gobierno donde el PRO hizo valer su mayoría y ninguneó en casi todo al radicalismo.

“Nuestra estrategia fue genial para ganar las elecciones pero muy mala para compartir la gestión con un Macri que gobernó casi exclusivamente con su gente”, dice Ernesto Sanz. “Y así nos fue”, cierra contundente.

La gran similitud, ayer y hoy, entre Sanz y Cornejo es que ambos siempre sostuvieron la importancia vital de poner a la coalición por encima de cada partido polemizando contra los que ponen por encima las identidades partidarias u otro tipo de alianzas, papel donde siempre está Gerardo Morales.

Aunque los dos piensan que la gran ventaja es que hoy el radicalismo está más fortalecido que en 2015, creen que la falta de liderazgos en toda la coalición es preocupante.

Para Sanz “la coalición ha reemplazado una estrategia de conjunto por la dinámica individual de cada candidato. Es como decir ‘si no podemos hacer cosas juntos, que por lo menos se vea lo que hace cada uno de los candidatos’….¡Craso error! Y eso se empieza a notar . Porque ‘cada maestro con su librito’, compiten en propuestas muchas veces enfrentadas. Sin un Plan común y ordenador”, opina el sureño.

La solución según Sanz, aunque la ve muy difícil es que los candidatos, salgan a la cancha, pero la conducción del espacio esté a cargo de quienes no sean candidatos. “Es posible? No lo sé”, se pregunta el radical.

Sanz está obsesionado con algo que cree no existió nunca en la Argentina; un auténtico gobierno de coalición, al cual define como “una alianza de diversos para ejecutar un programa común”. Por eso quiere insistir hasta el último momento en que el radicalismo proponga un candidato presidencial competitivo. Pero al saber que es muy difícil, aceptaría -como Cornejo- que esa alianza se traduzca en una fórmula presidencial compartida. Aunque tiene grandes temores porque el vice casi siempre ni pincha ni corta, salvo con Cristina que pincha y corta demasiado, pero esa es la excepción que justifica la regla.

Cornejo también parece estar pensando en una coalición competitiva más que en candidaturas. No es que haya dicho que no quiere ser candidato, pero al serlo a todo, es lo mismo que no lo fuera. Puede ser candidato a gobernador, a presidente, a vice, a presidente provisional del Senado si gana su coalición, a ministro nacional de cualquier área. Pero, ya sea porque está como Hamlet debatiéndose entre ser o no ser, o porque ya sepa qué quiere ser pero lo tiene guardado bajo siete llaves, lo cierto es que no está hablando de su futuro político individual sino debatiendo las estrategias que debe seguir su coalición. Cosa que a su modo también intenta Macri (quiere “conducir” más que presidir, el espacio, dijo) pero lo nubla su vanidad de querer ver si de milagro recupera la presidencia perdida. Carrió, en ese sentido, a su modo, está más cerca de Cornejo pensando en las grandes cuestiones. El problema es que salvo Lilita, ni Cornejo ni Macri son hoy líderes indiscutidos de sus respectivos espacios como lo eran Sanz y Macri en 2015.

Lo bueno ocurre porque al ser Mendoza la Meca del radicalismo, es desde nuestro provincia donde mejor se puede pensar en términos colectivos y no individuales. Los cordobeses están muy condicionados con recuperar Córdoba y el jujeño Morales muy restringido a pensar sólo en términos radicales (queriendo imponer ayer a Manes, y hoy a sí mismo como candidato presidencial). Por eso es que Sanz y Cornejo están más capacitados para pensar el país. Porque Mendoza los ayuda como terreno propicio para ello.

Ambos creen en sostener la coalición por encima de todo y eventualmente en ampliarla, pero tienen miradas sutilmente diversas. Para Sanz “si hacemos las cosas bien, podría haber una verdadera coalición de gobierno , esa que no existió nunca en el país….. Sumale a Schiaretti , los socialistas, algún otro PJ y tendrás quizá el germen de una Moncloa criolla”.

A Cornejo -en eso coincide con Macri- no le interesa mucho una Moncloa criolla y menos tirada hacia el lado socialdemócrata. Prefiere mirar más hacia el lado de Patricia Bullrich y de Miguel Pichetto. Para él es más importante cumplir enérgicamente un programa inmediato de shock que inicie el primer día de gobierno reformas estructurales, que sumar más partidos a la alianza, aunque no los excluye pero los pone en segundo lugar. Así hizo en Mendoza como gobernador, sumó otros partidos a la UCR local pero no cedió un ápice en su programa.

Cornejo cree que surgió algo nuevo: un reverdecer cultural del radicalismo por el cual hoy ya no hay que ver más el país con los ojos alfonsinistas de los 80. Y eso paradójicamente se nota en la película del juicio a las juntas, “Argentina 1985″, que según el senador mendocino la mayoría de los radicales la tomaron a mal, cuando se trata de un verdadero contrarrelato al kirchnerismo que obligó al radicalismo a discutir de nuevo sobre sí mismo en un nuevo tiempo. “En vez de enojarnos con que el film es injusto con Alfonsín o Troccoli como viejas viudas, deberíamos ver cómo la juventud discute de algo que está fuera del relato K gracias a la película”. Pero Cornejo no quiere que esa discusión sea sólo sobre el radicalismo, sino de éste adentro de Juntos por el Cambio. “Fortalecer una identidad partidaria en soledad es hoy algo fofo, hay que fortalecer la alianza con el PRO y eventualmente con el peronismo que se desprenda del kirchnerismo”. Pero, y he aquí lo novedoso de Cornejo, que lo distingue de otros radicales: para él, el radicalismo no acepta que es un partido liberal, que la socialdemocracia no gobierna casi en ningún lado, pero sí el liberalismo. Cornejo quiere cabalgar sobre una ola cultural que “si no la aprovecha Juntos por el Cambio la van a aprovechar los liberales a secas”. Hoy la opción central no es entre peronismo y radicalismo, tampoco entre kirchnerismo y socialdemocracia, sino entre populismo y liberalismo, según el líder mendocino.

En síntesis, Cornejo hoy cree -como lo creyó Sanz en 2015- que el radicalismo debe pensar más en términos de coalición que partidarios, y en temas colectivos más que en candidaturas. Por fuera de su prioridad actual, el senador mendocino dice: “disfruto más los ejecutivos que los legislativos y si fuera por gusto personal me reconozco más a gusto en la gobernación que en el Congreso”. Pero de inmediato acota que “si no influís sobre los temas nacionales las cosas de Mendoza no cambian”. Y él sabe que hoy el único radical mendocino con poder nacional es él mismo.

Por lo visto, el espíritu institucionalista mendocino influye en los dos líderes radicales que tallan o tallaron fuerte en Juntos por el Cambio, ya que la gran similitud entre Sanz y Cornejo (pese a sus diferencias personales y/o políticas) es que ambos creen firmemente más en la coalición que en cualquier partido. No como Morales que ve demasiado liberales a la mayoría de los macristas y no como Macri que ve demasiado populistas a la mayoría de los radicales.

* El autor es sociólogo y periodista clarosa@losandes.com.ar

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