Si algo distingue a Mendoza son los árboles que sustentan los bosques nativos que aun quedan y también el arbolado urbano distribuido en su geografía, junto a ellos las acequias que son fundamentales para mantenerlos vivos.
En cada departamento y sus distritos, los árboles muestran la importancia que tienen para el desarrollo de la vida, dando bienestar por su sombra y en el proceso de obtención de oxígeno, fija el terreno, evita la erosión y la desertificación y en lo visual nos dan formas distintas haciendo que el paisaje sea muy variado. Hasta los cambios de estaciones muestran varias facetas de cada ejemplar.
En primavera y verano su desarrollo brinda ramajes y copas en su máximo esplendor y en otoño e invierno la renovación es total. Hasta las hojas que se sueltan tienen una importancia que muchas veces no apreciamos, nos molestan cuando caen, obliga a limpiar continuamente y muchas veces se ignora que ese sabio proceso natural es la base de un formidable abono que nos aporta el árbol de donde proviene. Lo insensato es quemar las hojas porque produce daño y contaminación, lo sensato es enterrarlas, puesto que su descomposición da terrenos fértiles para continuar expandiendo la actividad arbórea, tan necesaria. En nuestros domicilios, con solo embolsarlas estamos ayudando al medioambiente, luego la municipalidad las retira y le da un destino eficiente.
Cuando vemos el árbol de nuestra vereda, estamos viendo un ser vivo, que al no poder desplazarse depende del humano para sobrevivir. Muchas son las ventajas que nos aporta su presencia, por lo tanto debemos retribuirle el cuidado necesario.
Si bien las distintas ordenanzas municipales indican qué institución debe proveer agua al arbolado público, proceder a su poda y protección, también debemos tener en cuenta que venimos de una crisis hídrica de 12 años que está obligando a cambiar ciertas costumbres que antes eran normales y que en la actualidad producen modificaciones en el comportamiento del ser humano con su entorno ambiental.
Estamos en tiempos donde la provisión de agua, que la naturaleza nos daba desde lo alto de las montañas va disminuyendo lentamente debido al retroceso del volumen de los glaciares, rios menos caudalosos, arroyos que comienzan a desaparecer y la distribución de agua para riego se ve afectada, lo estamos viendo; acequias desbordantes ya no se ven, agua pasando por ellas es menos frecuentes y por lo tanto debemos aprestarnos para los cambios que la naturaleza nos imponga hoy y en el futuro. Tal vez está llegando el tiempo en el que se requerirá un mayor compromiso de la sociedad para el cuidado del arbolado público sabiendo elegir correctamente, la especie autorizada que plantará frente a casa y la provisión del líquido vital para su desarrollo.
Estamos acostumbrados a cuidar árboles de nuestro terreno privado y está llegando la hora de comenzar a hacer lo mismo con el que tenemos al borde de nuestra acequia que a pesar de pertenecer al arbolado público, es un ser vivo que merece nuestra atención y al protegerlo nos estamos protegiendo nosotros mismos.
* El autor es periodista residente en San Rafael, Mendoza.