El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania tendrá consecuencias económicas a escala global. Un punto clave es que tanto Rusia como Ucrania son importantes proveedores de cereales, oleaginosas y gas. Lo que se espera son fuertes alzas en los precios internacionales de estos productos. Considerando los cereales y las oleaginosas, la presión se da en un escenario donde los precios ya estaban altos debido a un ciclo alcista de finales del 2020 (consecuencia de las cuarentenas y de la suspensión de suministros en las cadenas globales). Por su parte, tomando el gas, la presión estará en que Estados Unidos y Europa dejarán de comprarle a Rusia. Por carácter transitivo, volcarán la demanda sobre el resto del mercado internacional, presionando sobre el sistema de precios. Para nuestro país, la influencia no es tal, ya que se exportan más cereales y soja que lo que importa de gas. El tema es que si se sostienen los subsidios a la energía, el aumento en las importaciones de gas puede ser un elemento de desestabilización más en los fundamentos de la macroeconomía.
Esto expone una situación ambigua para nuestro país. Como primer punto, por ser exportador en los complejos de cereales y oleaginosas. Desatado el conflicto, es muy probable que los altos precios se mantengan como mínimo o incluso sigan subiendo. Como segundo punto, por ser importador de gas por lo que las subas del precio generarían consecuencias no deseadas. Para ponerlo en perspectiva, y según datos del Ministerio de Economía, durante el año pasado (2021), la Argentina exportó productos del complejo de cereales y oleaginosas por u$s39 mil millones e importó combustibles por u$s6 mil millones. En otras palabras, esto implica que por cada dólar de importación de combustible se exporta 6,5 dólares en el complejo de cereales y oleaginosas. En la década de los ´90, por cada dólar de importaciones de combustibles, el complejo de cereales y oleaginosas exportaba 10 dólares. Lo que viene sucediendo es que se desincentiva la producción agropecuaria con las retenciones a las exportaciones (exacerbándose asimismo el consumo de combustible con los congelamientos de tarifas).
En principio, estos datos exponen una situación que no es desfavorable ante el conflicto. Lo cierto que hay margen para amortiguar los aumentos del precio del gas con la mayor cantidad de divisas provistas por las exportaciones. Si bien la multiplicidad de impactos económicos son difíciles de prever y sintetizar, nuestro país no está en una situación de vulnerabilidad como les ocurre a otros países importadores de energía, contemplando nuestra balanza comercial. La vulnerabilidad de la Argentina radica más en sus políticas internas, más que en su dependencia del sector externo. En efecto, si la política energética se basa en congelar tarifas y sostener los excesos de consumo con importaciones de combustibles, la vulnerabilidad aumenta exponencialmente. Un fuerte aumento del precio internacional del gas con políticas energéticas internas equivocadas, hará que el conflicto bélico impacte negativamente en la balanza comercial de Argentina.
Con un mundo que vive con preocupación por este conflicto, esto deriva en un súbito aumento de la incertidumbre en general y, particularmente, sobre la economía. Esta incertidumbre emerge en el mercado financiero y, posteriormente, en potenciales revisiones sobre el plano productivo, de sostenerse el conflicto. En el mercado financiero, en los mercados bursátiles, ya se reflejan caídas de los principales índices mundiales. Opciones como el oro y otros metálicos, surgen nuevamente. Es posible un efecto positivo sobre el dólar estadounidense y depreciación de las monedas de economías emergentes aunque se establece un marco de potencial suba de tasas de interés por parte de la Fed. Asimismo, la actual suba del precio del petróleo y de commodities agrícolas (soja, trigo y maíz) afecta la estructura de costos de las economías y deriva en impulsos sobre la inflación. El costo del crédito aumenta y, para economías con acceso restringido al mercado de capitales y situaciones complejas de deuda que afrontan refinanciaciones y revisiones de sus pasivos financieros, no es un dato alentador.
En el caso de la economía Argentina, se observan aspectos contrapuestos. Un mayor nivel de costos de energía, apreciación del dólar y salida de capitales de países emergentes plantean un escenario de mayor complejidad para estabilizar la economía interna. Eventualmente, todo esto se intensifica con la extensión del conflicto. En síntesis, con la aplicación de políticas internas más razonables, la Argentina podría tener, por una parte, más exportaciones de cereales y oleaginosas y, por otra parte, ser exportadora de gas. Un ejemplo claro es Vaca Muerta. A pesar de esto, se importa gas. Contradicciones como esta, y otras, se explica por instituciones que llevan a consumir sin sustentabilidad.
*El autor es profesor de la Universidad del CEMA