Llevamos mucho tiempo haciendo tonterías

Nadie invierte en países donde el gobierno que viene cambia totalmente y generalmente en sentido contrario, las políticas del anterior.

Llevamos mucho tiempo haciendo tonterías
Javier Milei y Cristina Kirchner (Javier Ferreyra y Federico López Claro)

En un reciente documento, Cristina Fernández de Kirchner, parafraseando a Bill Clinton que afirmara en su campaña presidencial: “es la economía estúpido”, escribe: “es la economía bimonetaria estúpido”. La primera reacción podría ser otra frase de uso cotidiano “chocolate por la noticia”. Pero vamos al tema central porque además agregó otro tema recurrente, el problema es la deuda.

Uno de los problemas que tiene la fuerza política que ella lidera, es la permanente confusión entre causa y efecto. Las preguntas a responder son porqué tenemos una economía bimonetaria, donde la población usa el peso como moneda de intercambio, pero ahorra en dólares e incluso muchas transacciones los efectúa en esa moneda y porqué tenemos los problemas con el endeudamiento externo, ambos asuntos vinculados.

El déficit fiscal ha sido financiado, según los gobiernos, con emisión monetaria o con deuda. La deuda puede emitirse en moneda local o colocarse en el exterior. No hay país en el mundo que tenga capacidad de endeudarse que no lo haga, como lo hacen las democracias industrializadas. Pero generalmente en sus monedas.

La Argentina iba en ese camino en los primeros cincuenta años del siglo pasado. Incluso en la década del treinta, Pinedo logró colocar deuda en pesos moneda nacional en el exterior. Desatado el proceso inflacionario en 1946, durante 30 años las tasas fueran altamente negativas, provocando que paulatinamente la población buscara otra manera de defender sus ahorros, inmovilizándolos en terrenos y edificios o adquiriendo dólares, proceso imparable con el estallido de 1975 conocido como el rodrigazo, señal clara y no atendida que un modelo exitoso entre 1963 a 1974 estaba en crisis, a la que contribuía la quintuplicación de los precios del petróleo. Los argentinos tenemos que aprender a tener en cuenta qué pasa en el mundo y sus consecuencias en nuestra economía.

Los depósitos en moneda local no superan el 14% del PBI, cuando equivalían al 50% en 1945 y en Chile al 80%. Por eso el crédito privado es escaso y es insuficiente para suscribir las colocaciones de deuda del estado.

Endeudarse para inversiones no es negativo, una cosa es contraer una deuda para adquirir un bien de capital y otra para pagar la fiesta de 15 de la hija. Esto es lo que se ha hecho durante largo tiempo. El que esto escribe, en este mismo diario, en 2002, señalaba que en los dos últimos años de Menem y los dos del gobierno de De la Rúa el país había contraído deuda por 67 mil millones de dólares sin que se construyera una obra. Todo fue al déficit previsional, jubilaciones pagadas con deuda en dólares, un disparate.

Cristina habla de la falta de dólares; bueno, eso implica cambiar todas las políticas por ella sostenidas y continuadas hasta ahora por Milei que desalientan las exportaciones como lo son las retenciones a las exportaciones, inexistentes en el mundo y la eliminación del cepo. Nadie va a traer dólares desde el exterior si no puede cobrar los dividendos. El debate sobre el atraso del dólar oficial desaparece suprimiendo las retenciones que en el caso de la soja alcanzan al 35% sobre el dólar oficial.

Las medidas para recuperar una moneda son conocidas. Pero ninguna medida ni ningún equipo económico puede ser eficaz sin acuerdos políticos de gran alcance. Aclaremos, no se trata de reparto de cargos, canonjías y privilegios. Tampoco de que en el Congreso le voten a un gobierno todo a libro cerrado.

Se trata de acuerdos en las grandes políticas de estado, en ser un país normal que respete las reglas de juego, de darle seguridad institucional a los inversores, de cumplir los contratos y los servicios de la deuda, a ser previsibles. Lo vimos en los comicios presidenciales de 2019, bastó que Alberto Fernández se impusiera en las Paso por amplio margen para que se disparara el dólar y el riesgo país y se malograra el esfuerzo de poner en caja las cuentas fiscales en el año previo a las elecciones.

Los mercados anticiparon y no se equivocaron que se venía un desastre, como efectivamente quedo el país al concluir el mandato del candidato puesto a dedo por Cristina, a la que le cuesta hacerse cargo de ese disparate como de otras tropelías, que también se observan en el gobierno actual.

El gobierno apuesta, como lo hizo Cambiemos durante su gestión, a polarizar con Cristina. Como le sucedió al presidente Macri, puede ser un error en lo electoral y es un crimen en la política con mayúsculas, porque nadie invierte en países donde el que viene cambia las políticas del anterior. Esto hay que entenderlo como reconocer que llevamos mucho tiempo haciendo tonterías y eso ante el mundo se paga. Todavía está fresco el recuerdo de una abrumadora mayoría del Congreso celebrando, festivamente en 2001, el discurso de un irresponsable que anunciaba el default.

* El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia y miembro del Instituto Argentino de Historia Militar.

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