Todos, en todo el mundo, vamos a vivir más. Lo que no podemos garantizar es que vayamos a vivir mejor.
El mundo está experimentando una transformación demográfica sin precedentes y de aquí a 2050 el número de personas de más de 60 años aumentará de 600 millones a casi 2.000 millones y se prevé que el porcentaje de personas de 60 años o más se duplique pasando de un 10% a 21%.
Ese incremento será mayor y más rápido en los países en desarrollo, donde se prevé que la población de edad se multiplique por cuatro en los próximos 50 años (ONU, Declaración Política Segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento 2002).
El grupo de personas de edad que crece más rápidamente es el de los más ancianos, es decir, los que tienen 80 años de edad o más.
Hoy, los países en desarrollo deben adaptarse al envejecimiento de la población mucho más rápidamente que un gran número de países desarrollados, a pesar que sus niveles de ingresos nacionales y sus infraestructuras y capacidades sanitarias y de bienestar social son a menudo considerablemente inferiores a los de otros países que se desarrollaron mucho antes.
Las mujeres suelen vivir más que los hombres. Por los distintos censos nacionales de 1970, 1980, 1991, 2001, y 2010 se puede apreciar un crecimiento del envejecimiento en ambos géneros, pero con una fuerte asimetría a favor de las mujeres.
En 2036, en América Latina el número de personas mayores (60 años y más) superará por primera vez al de niños menores de 15 años.
En 1950 la población menor de 15 años representaba un 40% y en el 2100 solo representará un 15% (Datos brindados por Cepal 2013).
• La vejez es, al parecer, un concepto relativo.
Los viejos del siglo XXI no solo juegan al dominó y bailan tangos. También usan Facebook y se comunican con sus nietos por Skype.
La pandemia de Covid-19 impacta de manera más importante a los adultos mayores.
La tasa de mortalidad es de cerca del 15 por ciento para mayores de 80 años mientras que es de 0 en los menores de 10 años.
Desde los primeros casos, se ha dicho que la pandemia ha sido “un problema de los viejos” y se ha promovido una separación de los viejos con los jóvenes.
Se sostuvo hasta el cansancio que lo más importante para combatir la pandemia es separar a la gente vieja de la gente joven y que la combinación más letal es cuando el abuelo abraza al nieto.
El problema es que detrás de estas medidas también están ideas como que “los viejos ya vivieron su vida” o es tiempo “que den un paso atrás”.
Considerar a los viejos como el principal grupo de riesgo, ha llevado a que muchos jóvenes que se sientan invencibles y que piensen que “esta enfermedad no es de ellos”.
Además de estas tensiones sociales, se ven otras amenazas como el racionamiento en el tratamiento médico debido a la falta o escasez de insumos para la salud.
Estas acciones son causadas por el racionamiento en los cuidados médicos basados en el criterio de edad y la percepción de que las personas mayores son personas con menor valor y una carga para el sistema de salud.
• Viejismo
Se trata de una práctica social compleja, dirigida a “devaluar consciente e inconscientemente el estatus social de la persona a causa de su vejez”.
• Edaismo es la discriminación por edad.
Hace referencia a todos los comportamientos inadecuados y prejuiciosos hacia las personas vinculados a su edad avanzada.
El paternalismo, la infantilización de los viejos en distintos ámbitos, la marginación y la invisibilización de las aportaciones de los viejos a la sociedad.
• Las personas somos seres sociales:
1. Vivimos en grupos y dependemos los unos de los otros.
2. En cuarentena hemos transformado a las casas de los viejos en cárceles sin rejas.
3. La vejez implica que ese individuo sobrevivió múltiples riesgos y factores por lo que debería ser un orgullo ser viejo.
4. No olvidemos que la vejez es el presente de algunos y el futuro de todos.
*El autor es Médico geriatra. Master en Gerontología Social.