A partir de un adjetivo calificativo, es común la formación de un sustantivo abstracto que puede terminar de diferentes maneras. En la mayoría de los casos, no se presentan dudas cuando se trata de derivarlos: de ese modo, espontáneamente, se forman los abstractos a partir de ‘cómodo’, ‘honesto’, ‘triste’, ‘inteligente’, ‘grave’, ‘válido’, ‘grande’, y con seguridad el hablante dice, respectivamente, ‘comodidad’, ‘honestidad’, ‘tristeza’, ‘inteligencia’, ‘gravedad’, ‘validez’ y ‘grandeza’. Sin embargo, se producen vacilaciones en algunos casos, como sucede con el adjetivo ‘cotidiano’. En efecto, encontramos tanto el sustantivo ‘cotidianidad’ como la forma ‘cotidianeidad’. ¿Qué podemos averiguar al respecto?
El Panhispánico registra ‘cotidianidad’ (“cualidad de cotidiano”), formada regularmente a partir del adjetivo ‘cotidiano’ y preferida en el habla culta. Admite que se acepta ‘cotidianeidad’, por su uso frecuente en España y América. Considera incorrecta “cotidianiedad”.
Este mismo diccionario, al tratar acerca de la terminación ‘-dad’, agrega que los adjetivos terminados en ‘-eo’ toman la variante ‘-eidad’; entonces, de ‘heterogéneo’ tendremos ‘heterogeneidad’; de ‘espontáneo’, ‘espontaneidad’ y de ‘simultáneo’, ‘simultaneidad’. Como se puede inferir, ‘cotidiano’ no entra en esta regla.
Por su parte, Manuel Seco en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española se inclina por la forma ‘cotidianidad’ y rechaza ‘cotidianeidad’ ya que correspondería al adjetivo inexistente “cotidiáneo”.
La Fundéu resulta también muy clara porque, aunque admite la coexistencia de ‘cotidianidad’ y ‘cotidianeidad’, se inclina por la primera forma y fundamenta esta elección en el siguiente hecho: “En general, los sustantivos terminados en ´-neidad' derivan de adjetivos terminados en –neo, no en –no; así, ´mediterraneidad' o ‘idoneidad’ vienen, respectivamente, de ‘Mediterráneo’ e ‘idóneo’. En cambio, los sustantivos terminados en ‘-nidad’ derivan de adjetivos terminados en ‘-no’: ‘africanidad’, ‘amenidad’ y ‘ancianidad’ provienen de ‘africano’, ‘ameno’ y ‘anciano’, entre muchísimos ejemplos”. Por eso, a partir de ‘cotidiano’, adjetivo acabado en ‘-no’, la formación regular es ‘cotidianidad’.
¿Existen otros sustantivos derivados de adjetivos en que la lengua haya dado un resultado que no era el esperable? Sí, por ejemplo, sucede con el adjetivo ‘solidario’, que debió dar, como todos los adjetivos terminados en ‘-io’, “solidariedad”; sin embargo, la palabra en uso y totalmente aceptada es ‘solidaridad’, formada en el siglo XIX por adaptación del francés “solidarité”.
Algo similar ha ocurrido con el adjetivo ‘subsidiario’, que regularmente da el sustantivo ‘subsidiariedad’ que coexiste con la forma ‘subsidiaridad’; esta última se relaciona con el francés “subsidiarité” y con el inglés “subsidiarity”. El Panhispánico recomienda, por cumplir la norma regular, la forma ‘subsidiariedad’.
Alguien me pregunta por qué existe ‘acuidad’; si se relaciona con el adjetivo ‘ácueo’, ¿no debería darnos “acueidad”? A esa pregunta respondo de dos formas: la primera tiene que ver con la etimología del término, directamente derivado del latín tardío ‘acuitas’; la segunda, es que no proviene de ‘ácueo’ (“de agua, de naturaleza parecida al agua”); este adjetivo da el sustantivo ‘acuosidad’ y no existe la forma “acueidad”.
En cambio, ‘acuidad’, cuyo significado es “agudeza”, se vincula por su origen con el adjetivo latino “acutus” (“agudo”); de ahí, su valor actual de “grado de agudeza de la vista, de los sonidos y de algunos objetos” y, también, “visión clara y distinta de los objetos”.
Otro sustantivo que genera dudas es el que deriva de ‘consanguíneo’: ¿qué nos da, ‘consanguinidad’ o ‘consanguineidad’? Seco, en su obra de dudas, da por válidas las dos formas: la primera, ‘consanguinidad’, por respeto a la etimología latina “consanguinitas”; la segunda, ‘consanguineidad’, por la formación regular a partir del adjetivo ‘consanguíneo’. Sin embargo, destaca este autor, la forma preferida por la Academia es ‘consanguinidad’, fiel al origen.
Coincide absolutamente el criterio del Panhispánico, que prioriza lo etimológico a la forma ‘consanguineidad’, que considera más reciente, aunque formalmente correcta a partir del adjetivo terminado en ‘-eo’.
¿Y ponderamos la ‘feminidad’ o la ‘femineidad’ de una mujer? Para quienes son partidarios de una sola respuesta, se sorprenden nuevamente con la solución doble brindada por distintas fuentes. En efecto, Seco admite las dos formas, con la aclaración de un punto de origen distinto: para ‘femineidad’ el origen está en ‘femíneo’, en tanto que para ‘feminidad’ el punto de partida es ‘fémina’. Del mismo modo, el Panhispánico da como aceptable ‘feminidad’, derivado del adjetivo antiguo ‘feminino’, con eliminación de una sílaba de la forma hipotética regular ‘femininidad’. Considera igualmente aceptable ‘femineidad’, a partir de ‘femíneo’.
Completamente regular, aunque poco usado entre nosotros, es el término ‘europeidad’, definido como “cualidad o condición de europeo”. Es un sustantivo completamente regular en su formación, a partir del adjetivo original.
Totalmente desconocido por la mayoría de los hablantes es el significado del término ‘aseidad’: en efecto, no se forma a partir de un adjetivo, sino desde la forma latina “a se” = “por sí mismo”. En este caso, el vocablo resultante agregó directamente, sobre la locución latina, el sufijo ‘-idad’ y ello nos da el significado de “atributo de Dios, por el cual existe por sí mismo o por necesidad de su propia naturaleza”.
Otro vocablo de uso filosófico es ‘ipseidad’, formado directamente a partir del adjetivo latino “ipse”, al cual se le agregó el sufijo ‘-idad’. El diccionario lo define como “mismidad”, esto es, la condición de ser uno mismo, la identidad personal.
Terminamos diciendo que no necesariamente un adjetivo en ‘-neo’, da un derivado sustantivo en ‘-eidad’. Así sucede, por ejemplo, con los adjetivos ‘córneo’ (“de cuerno o de consistencia parecida a él”), ‘sucedáneo’ (“dicho de una sustancia, que por tener propiedades parecidas a las de otra, puede reemplazarla”) o ‘virgíneo’ (“puro, inmaculado”). Los dos primeros no poseen sustantivos derivados; en cambio, ‘virgíneo’ no da “virgineidad”, sino ‘virginidad’ con atención exclusiva a su etimología “virginitas”.