La capitalización estatal de Impsa replantea un debate tradicional en nuestro país en materia económica: si es necesario que el Estado se haga cargo de empresas en grave situación financiera. Lógicamente, abundan las críticas políticas y desde el sector privado sobre la decisión que tomó el gobierno de Suárez en asocio con la Nación, pero más que nada en base a los antecedentes remotos, y no tanto, sobre el manejo del Estado en compañías que pasaron de estar al borde del colapso en manos privadas y que luego pasaron a ser deficitarias para el área pública por el uso y abuso político de las mismas.
En el caso puntual de Suárez, lo acordado queda como un logro de su gestión y principalmente de su estilo de relacionamiento, en este caso con el kirchnerismo gobernante en el país. Sabe el titular del Ejecutivo local que introdujo a su gestión en una determinación polémica puertas adentro de su propio espacio, pero lo hecho le sirve mucho para alejarse de la monotemática gestión de la pandemia.
El debate está instalado. Y eso se vio claramente a través de quienes se hicieron presentes el jueves en el acto en Pescarmona, presidido por Suárez y Fernández. El peronismo estuvo a pleno, demostrando la euforia por el éxito político de la jugada. En cambio, por distintas circunstancias fueron más notorias las ausencias en el oficialismo local. Faltaron figuras relevantes de Cambia Mendoza, algunos con distintos justificativos y otros, como en el caso de De Marchi, con un punto de vista muy crítico sobre el paso dado por la Provincia. En síntesis: estuvieron desde los eufóricos por convicciones y conveniencia (PJ/camporismo) hasta los ausentes por diferencias notorias en el manejo del tema que hizo el gobierno local. De uno a otro extremo.
Al margen de estas consideraciones no menores, contrariamente a lo que algunos suponían no hubo ninguna tirantez entre partes (Nación y Provincia), por lo que algunos reclamos a plantear desde aquí al gobierno central por cuestiones no cumplidas quedaron encarpetados o guardados en algún bolsillo hasta nueva oportunidad. El colmo de la cordialidad se vio en la dependencia vacunatoria del PAMI, de la avenida Belgrano, a priori considerada como una posible parada de la militancia kirchnerista. No fue así; el argumento de las limitaciones por la pandemia todo lo puede.
Ambas administraciones, Frente de Todos y Cambia Mendoza, se adjudican su cuota parte en la autoría de este proyecto ya concretado, el pregonado rescate de Impsa. Habrá que ver si cuando se dé vuelta la página continúan o no las diferencias entre gobiernos, que son notables.
Es que desde la Nación siguieron criticando la gestión de Suárez en el marco de la pandemia. Ese mismo día en su informe ante el Senado, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, acusó en forma vehemente y desprolija a la oposición en general por las críticas a la operatoria por las vacunas de Pfizer, que hasta ahora nadie explica por qué no se concretó. Y puntalmente Cafiero criticó al gobierno de Mendoza por no alinearse a pleno con las directivas nacionales en el contexto de la pandemia. La Nación no tolera que nuestra provincia integre el puñado de jurisdicciones que apuestan a la presencialidad educativa. Para colmo, Suárez decidió que ayer y hoy no rijan en esta provincia las restricciones duras reimplementadas por el gobierno nacional tras las recientes nueve jornadas de confinamiento.
Es por ello que ese clima apacible, bien mendocino, que se vio en Impsa tal vez sea una especie de espejismo político, por el deseo de ambos de congraciarse con Mendoza en el rescate de una empresa emblemática. El desafío que viene es ver si lo del jueves se traslada a un romance político de más duración o si ha sido todo un juego de conveniencias para que la imagen de Fernández y Suárez queden ante la consideración de los mendocinos como los dos jefes de Estado que se pusieron de acuerdo para el salvataje de una empresa emblemática y siempre necesaria.
Hay voces en contra que merecen ser escuchadas; sobran reparos y advertencias. Otros aparecen en escena y dan su punto de vista, como la Mesa Productiva Mendoza, que integran dirigentes de la producción, el MID y el Partido Demócrata Progresista (los ex demócratas que quedaron asociados políticamente al radicalismo), que emitió ayer un documento de respaldo a la decisión de Suárez “pero no con un cheque en blanco”. Titulan el escrito “Impsa bien vale una misa” y concluyen señalando que con la capitalización “se hizo lo que había que hacer, pero sólo el tiempo dirá, dependiendo de la responsabilidad y honestidad con la que actúen los directores políticos, si la misa valió la pena”. Un crédito político claro, pero siempre dejando la puerta abierta para salir a tiempo si las cosas no funcionan. Es de suponer que entre los ahora demócratas progresistas hay puntos de vista que no cambian fácilmente.
Es que el tema Pescarmona en la órbita estatal para muchos recién comienza.
Especulaciones electorales
La reacción del diputado nacional De Marchi no sólo hace ruido hacia dentro dela coalición gobernante en la provincia; también genera interrogantes sobre cómo seguirá el espacio liderado a nivel local por la UCR y en el plano nacional en mayor medida por el Pro.
Prácticamente, Omar De Marchi no tiene margen político a nivel nacional para una eventual ruptura aquí con el radicalismo. Está bien posicionado en el Pro, partido por el que tiene a su cargo una de las vicepresidencias de la Cámara de Diputados de la Nación. Más de uno lo miraba con esperanza en el espacio de la llamada tercera vía de centroderecha, que lideran los demócratas con MendoExit y otras agrupaciones conservadoras o liberales. Por ahora sólo un deseo.
Por otra parte, es muy notorio que esa tercera fuerza, en crecimiento para algunos analistas, le terminará restando votos a Cambia Mendoza, no al kirchnerismo. Por eso es posible que en algún momento haya un nuevo acercamiento del referente local del Pro con Alfredo Cornejo en lo que constituiría un imprescindible reordenamiento de las dos fuerzas principales del oficialismo local de cara a las elecciones. Además, De Marchi mira con alguna inquietud la tirantez que plantea la interna porteño-bonaerense del macrismo; el diputado mendocino considera que las necesidades del país no están como para que la oposición se dé el lujo de dividirse. Y ese planteo, como es obvio, lo traslada a Mendoza.
Por el lado del Frente de Todos, dejando de lado ya la euforia partidaria que generó el evento de Impsa, siguen trascendiendo eventuales movidas internas por las precandidaturas para este año. Ha comenzado a hablarse de una posible postulación de Adolfo Bermejo para encabezar la lista de diputados nacionales. Sería una manera de mostrar amalgamados a los “nuevos”, con Anabel Fernández Sagasti buscando su reelección como senadora nacional, y los “viejos”, teniendo no en cuenta la edad sino la trayectoria de los que no son kirchneristas, como es el caso de Bermejo, sobreviviente de la otrora influyente corriente Azul del PJ local.
En cuanto a los intendentes del justicialismo, se comenta que los seis preferirían no dejar inconclusos sus mandatos para aspirar a un cargo legislativo, independientemente de que hay varios que ya no tendrán posibilidades de reelección en las comunas que conducen. Es el caso de Emir Félix, que –dicen- se dedicará a buscar un buen triunfo del peronismo en su departamento, San Rafael, postergando sus expectativas para dentro de dos años. Lo mismo haría su hermano Omar, que a fin de año concluye su paso por el Congreso de la Nación.
Y sigue siendo una incógnita el futuro político de José Luis Ramón, el útil alfil ganado por el kirchnerismo para lograr apoyos importantes en la Cámara de Diputados. En el PJ mendocino aseguran que el líder de lo que quedó de Protectora tiene una intención de voto de 7 u 8 puntos en esta provincia. Poco porcentaje como para intentar encabezar otra vez la lista de su partido en soledad, pero mucho para las aspiraciones del kirchnerismo si sellan con Ramón un acuerdo. Si así fuese, otro asunto a discutir a la hora de definir las listas.