Cada año hay, en el mundo, y en Argentina también, más personas que llegan a los cien años de edad cronológica –y aún más– en buena condiciones biopsicosociales. A falta de otra denominación, se usa, para ellos, el neologismo “longevidad extrema.”
Ahora bien, ¿de qué manera puede prepararse cada uno para llegar a pleno al centenar de años de vida?
En estos días, el astronauta Buzz Aldrin (segundo humano que caminó sobre la superficie lunar) brindó un ejemplo concreto. El mismo día en que cumplía 93 años, contrajo matrimonio con Anca Faur, de 63 años. Faur tiene un doctorado en ingeniería química de la Universidad de Pittsburgh y fue tesorera del Consejo Empresarial de Hidrógeno de California.
“En mi 93 cumpleaños –comentó el tripulante de la Apolo XI– y el día en que también seré homenajeado por las Leyendas Vivas de la Aviación, me complace anunciar que mi amor de siempre, la Dra. Anca Faur, y yo hemos contraído matrimonio. Nos unimos en sagrado matrimonio en una pequeña ceremonia privada en Los Ángeles y estamos tan emocionados como adolescentes que se fugan.”
No estamos diciendo, con esto, que casarse a edad avanzada sea la clave; sino que ésta se encuentra en construir una trama afectiva suficientemente intensa de modo tal que el longevo no se encuentre aislado, ni en soledad. La soledad es una de las peores situaciones que puede ocurrir a quien sigue en este plano mientras amigos y relaciones sociales fallecen.
Hoy en día los gerontólogos explican la mala situación que atraviesan quienes van quedando solos, sin compañía para el diálogo y el compartir.
Pero esto no ocurre por que sí. No hay algo que demuestre que ir rumbo a la “longevidad extrema” implique sumirse en la soledad, la depresión y el deterioro tanto orgánico como cognitivo. ¡De ninguna manera!
Lo que ocurre es que la mayoría de la gente no se prepara para estas travesías terrenas. Aún prevalece la idea de que en un momento dado llega la vejez y la decrepitud. Esto es así a causa de que siguen vigentes conceptos que fueron ciertos en nuestros padres y abuelos –aquellos nacidos en la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del XX– pero hoy, todo eso, se ha modificado absolutamente.
Va un ejemplo: Hace unos meses tuvo lugar la competencia Iron Man, llevada a cabo en Hawai. Son 4 Km. nadando, 120 Km. en bicicleta y una maratón completa. Hubo dos finalistas que llamaron la atención: un varón de 82 años y una mujer de 78.
Según el Registro Nacional de las Personas (Argentina, Renaper) en nuestro país hay –datos de 2020– 15.491 personas con más de 100 años. Los especialistas precisan que son 4.105 con 100 años y 11.385 que ya superaron dicha cifra.
David Sinclair, doctorado en la Universidad de Nueva Gales Sur (Australia), investigador en “longevidad extrema” hace una indicación muy relevante: “Más del 80% de nuestra futura salud depende de cómo vivamos y no de nuestro ADN.” ¡Para tenerlo en cuenta!
Emily Rogalsky, estudiosa de los aspectos neurológicos en gente de más de 80 años, expresa que las personas que llegan a una longevidad en buenas condiciones son aquellas que, sin importar su nivel educativo, se mantienen muy activas, estudiando, leyendo, aprendiendo nuevas habilidades así como trabajando en aquello que les agrada.
Dicho de otro modo: seguir teniendo planes de manera tal que en verdad alcancen concreción y, a partir de allí, surjan nuevas inquietudes. Nada de “ya llegué y aquí me detengo”, pues eso es el comienzo del fin.
“Las personas con un propósito de vida son física y psicológicamente más saludables”, indica el Dr. Awais Aftab, de la Universidad de California (San Diego) quien está dedicado a investigaciones sobre longevidad humana. “Cuán saludables y funcionales somos –continúa explicando– repercute en lo significativas que encontramos nuestras vidas, y ese significado, a su vez, promueve un mayor grado de salud y bienestar.”
El filósofo argentino Miguel Herrera Figueroa (1913/1999) nos explicaba que cada año hay que tener nuevos amigos, aclarando que era importante que fueran 20 ó 30 años menor que uno; de manera tal que, llegado a edad avanzada, uno siguiera teniendo vínculos con los cuales dialogar, debatir e –inclusive– de vez en cuándo pelearse. Lo importante es que esto aseguraba nunca estar en soledad, ni improvisando relaciones que suelen terminar mal. “La amistad es cosa que se genera con los años. Una década suele llevar”, nos decía. Nótese la sabiduría de esta enseñanza pues, precisamente, es la soledad el mayor mal que atraviesan muchos longevos hoy en día. Lo que ocurre por no haberse preparado.
Juan-Jacobo Bajarlía (1914/2005), abogado, criminólogo, poeta, cuentista, ensayista, novelista, dramaturgo y traductor; Premio Konex de Platino, cuándo le preguntábamos por qué siempre estaba rodeado de jóvenes interesados en los temas de los que se ocupaba y rara vez de sus colegas contemporáneos, su respuesta era contundente: “¡Por que con ustedes podré contar cuando esté en esa etapa de la vida que los normales llaman vejez!” Bien contundente.
En síntesis, si está preparándose para atravesar la “longevidad extrema” además de atender a su salud física, mantener su mente activa con nuevos aprendizajes, contar con planificaciones de temas a realizar quesean de su interés, recuerde tener una trama afectiva suficiente intensa. Todo lo cual se consigue empezando a realizarlo con suficiente antelación.
* El autor es Doctor en Psicología Social. Magister en Psicoanálisis. Filósofo y escritor.