Alguna escena picante debía esperarse en el verano político de Mendoza. En la semana el justicialismo local se encargó de generar un curioso doble festejo por la autorización del financiamiento para una obra muchas veces anunciada para el Este mendocino, pero demorada sólo por desinteligencias políticas. El Gobierno celebró que se financie una obra estratégica de su iniciativa que cayó en las redes de la oposición.
El llamado acueducto ganadero obtuvo el aval de un organismo nacional destinado a respaldar crediticiamente obras de infraestructura regional. Y en el peronismo se encargaron de anunciarlo como producto de la gestión de la senadora nacional Fernández Sagasti.
El anuncio lo hizo una experimentada dirigente del PJ mendocino, Patricia Fadel, quien ha mantenido protagonismo tras su paso por el Senado local en base a su amplio rodaje tanto en la función legislativa como por haber ocupado distintos cargos públicos nacionales. Ahora, como integrante del Fondo Fiduciario Federal de la Infraestructura Regional, ese tipo de organismos que muchas veces trascienden sólo cuando surgen situaciones como la del acueducto paceño, Fadel dio a conocer el respaldo otorgado a la obra. Y Fernández Sagasti, a su turno, se encargó de remarcar los beneficios que se esperan para el departamento del Este, ahora conducido por un peronista, detalle no menor.
Indudablemente sorprendidos, en el Gobierno debieron sumarse a la euforia del peronismo por haber destrabado el proyecto. ¿Cómo no hacerlo, si la iniciativa para La Paz fue del gobierno de Cornejo y la reimpulsó el actual? Además, también fue autorizado el financiamiento, en pesos, de un sistema de recolección de efluentes cloacales de Tunuyán y Tupungato, obra que sí es de autoría de la gestión de Suárez.
Distintas voces del PJ criticaron al Gobernador porque dijo que tras “gestiones realizadas desde hace tiempo” la Provincia pudo aprobar el apoyo crediticio esperado. ¿Por qué las críticas? Los legisladores nacionales, y muy especialmente los senadores, forman parte de la Provincia, son sus representantes en el Congreso. No se debe distinguir entre oficialistas y opositores. No debería ser así.
En otro contexto y con mayor apego por la siempre pregonada convivencia democrática, hubiese correspondido que el anuncio del financiamiento de las obras lo hubiesen realizado en conjunto, por qué no, el gobierno y la oposición. Ambos formaron parte de la gestión. El gobierno de Suárez como responsable de la administración del Estado provincial y la senadora Fernández Sagasti como la dirigente más cercana al poder nacional, que está a cargo de su mismo signo político.
El otro aspecto a destacar es que el acueducto ganadero, por estar previsto con financiamiento en dólares, cayó en la pelea que dio el peronismo para frenar endeudamientos planteados por los dos gobiernos radicales, hasta que la negociación política mencionada anteriormente para destrabar el presupuesto de este año permitió autorizar el financiamiento requerido. De no haberse interpuesto la férrea oposición que durante mucho tiempo ejerció el PJ, el emprendimiento seguramente hubiese estado encaminado mucho antes y esta suerte de sátira política no hubiese sido posible.
Además, está claro que el PJ provincial, a cargo de la joven senadora cristinista y del creciente camporismo, pretende sellar cada vez más su unidad interna de cara al año electoral en marcha. Por el momento en su estructura no repercuten los cortocircuitos que sí existen a nivel nacional en el Frente de Todos, tanto por el ritmo de la gestión del equipo de Alberto Fernández como por las presiones que llegan desde los sectores más radicalizados del oficialismo para que el Ejecutivo acelere su acción con la mira en la Justicia, entre otras inquietudes que preocupan al sector ultra K del oficialismo.
El rol opositor que aquí tiene le permitirá al PJ seguir manteniendo en la mira posibles debilidades de la gestión de Suárez y aprovechar la pertenencia al oficialismo nacional para sacar rédito de toda medida que le aporte a nivel local. Si bien las perspectivas económicas no son muy alentadoras para el nuevo año, existen en el kirchnerismo expectativas sobre el resultado electoral de octubre.
Siguiendo con las especulaciones, mucho se comienza a hablar de los posicionamientos internos en Juntos por el Cambio y su repercusión en nuestra provincia, donde esa coalición es gobierno. Si bien Cornejo dijo públicamente que es garante de la unidad del espacio de coalición que integra y que definirá su propia estrategia electoral en los próximos meses, se sigue hablando mucho sobre la posibilidad de que sea candidato a senador nacional. Una manera de fortalecer a su espacio ante un eventual crecimiento de la oposición provincial y, de paso, un posicionamiento personal importante para sus aspiraciones a nivel nacional, nunca resignadas. También sigue la versión que coloca a Julio Cobos, que deja a fin de año su banca en el Senado, como primer candidato a diputado nacional.
Claramente, son posibilidades que seducen a muchos en Cambia Mendoza en cuanto al posible resultado electoral, pero que mucho dependerán de la determinación que tome Suárez con respecto a desdoblar o no las elecciones legislativas provinciales. Por otra parte, qué postura adoptarán los intendentes radicales con relación a las candidaturas es otra de las preguntas; la mayoría de ellos ya no tiene chances de ir por una nueva reelección. Quedaron, de algún modo, atrapados por la pelea política entre Cornejo y los “caciques” del peronismo que, finalmente, ganó el ex gobernador al lograr abolir el reeleccionismo indefinido. Compartieron, todos, la avanzada cornejista, pero sabiendo que el refugio departamental ya no sería posible una vez más, por lo menos sin una elección intermedia.
Hay otro enfoque interesante sobre el que también se especula en la escena del oficialismo local. Es el lugar que pueda ocupar Omar De Marchi en la escena electoral. Si bien tiene la banca como diputado nacional hasta 2023, su temperamento político y su cercanía a Macri lo han reposicionado tanto en el ámbito local como en el Congreso. Nada que ver con aquel De Marchi de la derrota en primarias contra Suárez, resignado, luego de un prudente silencio, a ser el tercero en la lista nacional de 2019.
En su entorno, aseguran que podría impulsar un agrupamiento con las llamadas terceras fuerzas de derecha, liberales, etc. Pero siempre compitiendo por adentro en Juntos por el Cambio. De lo contrario se daría una suerte de ruptura que podría tener trascendencia nacional, en una oposición a la que le puede llegar a costar mantener la unidad por las diferencias que existen en cuanto a qué liderazgo necesitan o qué tipo de oposición al kirchnerismo es la más adecuada.
Mientras tanto, Suárez sigue de cerca la marcha de la pandemia en la provincia. No descuida ese detalle. Mantiene firme en su postura de no involucrar a Mendoza en la otra vez preocupante situación en Buenos Aires y en otros lugares del país. “No se pueden tomar medidas nacionales para todo el país”, reiteró al referirse al rebrote veraniego del virus. Por eso descartó que aquí se esté atravesando una nueva ola de contagios, aunque sabe bien que todo es transitorio, como en la primera etapa de la pandemia durante el eterno 2020.
Apostar a la ciudadanía, a la conciencia social, a las normas básicas de prevención y mantener abierta la economía es lo que pregona insistentemente el Gobernador. Una especie de preámbulo de lo que puede llegar a ser su propuesta electoral 2021. El manejo de la emergencia sanitaria y económica tiende a ser la gran carta de presentación del gobierno de Suárez.