“El agua es fuero. Quien entienda esto, podrá sembrar progreso”. César Cipolletti
Los hombres que aran su destino con fuerza de convicción y vocación de servicio, trascienden las fronteras del espacio y el tiempo, dejan huellas imborrables en la memoria colectiva.
Nos referimos al ingeniero hídrico César Cipolletti, quien pudo dominar las fuerzas de la naturaleza y adaptarlas al progreso humano en todas las formas posibles. Estas acciones generalmente nacen de mentes preclaras, que nos sorprenden por su ingenio, perseverancia y grandes desafíos.
Hombres así despiertan en mí una gran admiración y respeto y no pocas veces me detengo a observar su esbelta figura en el monumento que perpetúa su dignidad, junto a su arma de trabajo, el teodolito, precisamente emplazado en el sitio correspondiente al dique que lleva su nombre en el departamento de Luján de Cuyo.
Su prestigio es bien ganado por las obras realizadas en su patria (Italia), en otras partes de Europa y en Egipto, que le valieron el reconocimiento del viejo continente y EEUU.
Contratado por el Gobierno mendocino de Tiburcio Benegas, arribó a nuestro país en 1889, para planificar obras destinadas al aprovechamiento de las cuencas de los ríos Mendoza y Tunuyán que se concretaron en la construcción de los diques Cipolletti y Benegas. Luego fue convocado por los gobiernos de San Juan, Tucumán y San Luis para realizar obras hidráulicas para la contención, aprovechamiento y distribución racional del agua.
Agudo escrutador de grandes cuencas hidrográficos, recorrió cientos de kilómetros de la Cordillera de los Andes al litoral argentino y el norte patagónico, planificando las obras que llevarían el agua a vastas extensiones de tierra, favoreciendo su aprovechamiento, fuente de riqueza y fundadora de ciudades.
Convocado una década posterior por el gobierno nacional de Figueroa Alcorta para planificar obras sobre los ríos Limay, Neuquén, Negro y Colorado, que beneficiarían a miles de hectáreas, se vieron demoradas por los conflictos limítrofes con Chile que distrajeron la atención sobre la envergadura de las obras proyectadas.
Viajó a Italia, permaneciendo unos siete años y luego de superada la crisis internacional fue convocado para llevar adelante las obras planificadas. Embarcó en Génova en compañía de su esposa, Ida Grossi, y sus hijos, pero enfermó gravemente y falleció en alta mar. Corría el año 1908 y tal vez aquella inmensidad reclamara atesorar los despojos del hombre que dedicó su vida a conducir el agua hacia el progreso.
El Alto Valle de Río Negro plasmó su recuerdo en la ciudad que lleva su nombre, Cipolletti, por la inmensa investigación sobre los ríos Limay, Neuquén y Negro, concretada en el dique Ballester y extensas regiones beneficiadas por la distribución adecuada del agua.
La gestión que desarrolló Cipolletti en los ámbitos agronómicos, económicos, legales y administrativos extenderían demasiado el objeto de este artículo, pero no podemos obviar expresar que fue el primer superintendente de Irrigación y Obras Publicas en Mendoza; pionero en generación hidroeléctrico y traslado a grandes distancias; inventor del Módulo Cipolletti para medir los caudales; puso en práctica la Ley de Aguas; diseñó e instaló la distribución de agua potable por cañería en Mendoza; gestionó y puso en práctica las pruebas químicas y bacteriológicas para el agua potable.
Asimismo, llevó adelante políticas de potabilización, salubridad y saneamiento ambiental; canalización y construcción de puentes destinadas a la distribución de recurso hídrico; construcción de diques, canales y colectores; estudio de las fuentes naturales de agua para la provisión de agua potable a la ciudad de Mendoza; defensas aluvionales, etc.
Otras amplias gestiones se realizaron en las provincias de San Juan, San Luis y Tucumán, con los mismos objetivos.
César Cipolletti nació en Roma, en la isla Tiberina, por cierto, cargada de una gran historia. Estudiante de agronomía primero, luego se graduó de ingeniero hidráulico, formación a través de la cual, con gran ingenio, realizó aportes importantes al domino del agua, a través de diques de embalse que contuviesen y distribuyeran el líquido a vastas regiones, verdaderos oasis que se vieron muy favorecidos con el fruto de la riqueza de la tierra y el desarrollo integral, a través de grandes obras de urbanización y nacimiento de comunidades y ciudades.
El monumento que perpetúa su memoria en Luján de Cuyo guarda en su base los restos mortales del ingeniero y su esposa Ida Grossi. Lamentablemente manos anónimas sustrajeron placas alusivas a su obra hidráulica en nuestra provincia, especialmente una dedicada por la Societa Italia Unita, escrita en italiano, con hermosos conceptos al pionero y visionario de la riqueza hídrica de nuestra provincia. El ingeniero César Cipolleti es merecidamente considerado un prócer del agua para nuestro país.
*El autor es médico y secretario de la Asociación Cultural Sanmartiniana Luján de Cuyo