Caso Fernando Báez Sosa: los actos tienen consecuencias y hay que aprenderlo antes de que sea tarde

La autora reflexiona sobre la lección que deja el triste caso del asesinato del chico de mano de ocho rugbiers. Y asegura que falta algo para hacer justicia todavía.

Caso Fernando Báez Sosa: los actos tienen consecuencias y hay que aprenderlo antes de que sea tarde
Lo que pide todo Dolores: "Justicia por Fernando".

Ocho adolescentes se van de vacaciones. Normal. Se levantan tarde. Normal. Beben demasiado. Tristemente normal. Van a un boliche. Normal. Quieren mostrarse viriles y seguros de sí mismos. Normal. Se pelean. Tristemente normal.

Eso pasa demasiadas veces. Muchas de ellas lamentablemente sin consecuencias. Lo que casi casi les hace pensar que todo eso es normal.

Pero un día se les va la mano. Y Fernando Báez Sosa ya no volverá a tener vacaciones, ni a salir con sus amigos, ni a volver a casa y abrazar a su mamá. Sus padres, esos padres “normales” que nos llegaron al alma jamás volverán a celebrar con él un logro. Porque las acciones tienen consecuencias. Y nuestros hijos deben aprenderlo antes que el precio de esas consecuencias arruine tantas vidas.

Sin duda la VÍCTIMA con mayúsculas es Fernando, sus padres, su novia, sus amigos.

Pero hoy también pensaba en cuántas más vidas quedaron truncadas ese día. Cuánto dolor. Thomsen y sus amigos pagaron carísima una lección que debieron aprender antes. Tarde para el arrepentimiento. Fernando no vuelve.

Tanto se pidió justicia para Fernando, pero Fernando no vuelve. No hay justicia que remedie eso.

Yo sólo quiero que nuestros hijos miren la cara de estos ocho chicos al ser condenados por el crimen. Que las tengan en su billetera antes de tomar alcohol hasta lo imposible. Que las vean cada día antes de creer que ser “machos” es agarrarse a trompadas.

Porque siguen bebiendo demasiado. Porque siguen peleando en los boliches. Porque sigue habiendo “Fernandos” que a lo mejor sólo tienen la suerte de no morir, pero pasan momentos horrendos en manos de aquellos que se hacen fuertes en “manadas”. Siguen habiendo chicas que van a divertirse a un boliche y no pueden estar tranquilas pensando en qué momento alguien les toca o manosea sin que ellas lo deseen

Como sociedad nos conmovemos. Miramos la noticia. Pedimos justicia. Pero luego tenemos que volver a casa y hablar. Tenemos que enseñarle a los varones qué es ser un varón de verdad. Tenemos que mermar la violencia que como sociedad tenemos.

Dejará de haber “Fernandos” porque reina la comunicación, no porque a los jueces no les tiembla la mano.

Quizás hoy los padres de estos ocho condenados están llorando una pesadilla de la que no despertarán jamás. Quizás hoy se preguntan cómo pudieron haber evitado que sus hijos hicieran tanto daño.

Los demás todavía estamos a tiempo.

Justicia por Fernando será que hablemos ya. Que actuemos contundentemente ante cualquier episodio de violencia. Que no nos tiemble la voz cuando nuestros hijos comentan un error, o se rían de una minoría, o trasciendan un límite que otra persona les puso.

Algunos todavía estamos a tiempo. Estemos atentos y sensibles a las expresiones que usamos en casa para referirnos a cualquier grupo que no es el nuestro o que no es de nuestro agrado. Tratemos con respeto a todos y cada uno. Porque para nuestros hijos lo que hacemos grita tan fuerte, que no deja escuchar lo que decimos.

No sé si Fernando descansa hoy más en paz que ayer. No sé si este veredicto calmará un poquito el dolor de sus padres. Sólo sé que me despertó a mí.

La autora es consultora y profesora, escritora, autora de Gestión del optimismo.

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