Carta más o menos abierta de Alberto a Cristina

A las cartas públicas que Cristina le manda a Alberto criticándolo por todo, Alberto le responde a Cristina por los medios pidiéndole perdón por todo.

Carta más o menos abierta de Alberto a Cristina
Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

Alberto Fernández, el presidente, no sabe qué más decir para que Cristina Fernández, la vicepresidenta, comprenda que está dispuesto a hacer todo lo que ella quiera. Sin embargo, ella no para de criticarlo por todo lo que dice y hace. En respuesta, Alberto se humilla a más no poder, pero ni aun así Cristina le responde. A pesar de ello él le dice que tiene razón en todo. “Porque te quiero, te aporreo” decían los abuelos. Y Alberto agradece que lo aporreen, siempre y por cualquier cosa que haga. Prácticamente no hay decisión de Alberto que Cristina haya defendido o que no haya ignorado. Aclaró que el gobierno de Alberto no es su gobierno. Y él no entiende, no sabe qué hacer para quedar bien con ella. Entonces, perdido por perdido, dio en estos días infinidad de reportajes a todo tipo de medios, pero no se estaba comunicando con la sociedad sino con Cristina. Así como ella escribe cartas abiertas o manda escribir cartas abiertas para criticarlo, ahora Alberto le responde por los medios pero no para devolverle las críticas sino para pedirle perdón por todo. Sintetizando los reportajes que concedió esto es más o menos lo que le dijo, o le quiso decir Alberto a Cristina.

Querida Cristina, sé que no hablamos hace mucho pero yo quiero hablar, la que no queres sos vos. Por eso te mando estos mensajes por los medios, aunque vós odies a estos medios, pero no tengo otra y además vós hacés lo mismo conmigo.

Si queres que a Rafecas lo pongamos sin ningún acuerdo con la oposición, de acuerdo. Si queres que cambiemos la ley para nombrarlo aunque Rafecas no quiera, yo voy a ver de persuadirlo. Él se hace el principista porque juró no aceptar ser elegido como Procurador si no es por los dos tercios, pero yo lo estoy convenciendo que los principios en política son apenas meros tecnicismos, que se pueden cambiar por otros cuando es necesario. Y creo que lo estoy convenciendo. Lo que te pido es que aceptes a Rafecas porque si no me dejás como un bobo. Pero aun así, si no queres a Rafecas, déjame como un bobo pero volveme a hablar por favor.

Acordate que si nosotros nos separamos vuelve Macri. Acordate que yo cuando me peleé con vós te discutí muchas cosas (de las cuales hoy ya me he rectificado de casi todas) pero jamás dudé de tu honestidad, por eso ahora lucho para que quedes libre de culpa y cargo, y voy a seguir luchando caiga quien caiga, te voy a cumplir como te prometí cuando me propusiste ser presidente. Se que estás enojada porque la eliminación total de los juicios en tu contra y de tus hijos no va tan rápido como quisieras, pero te juro que más no puedo hacer, esperame un poquito por favor.

Vos sabes que yo jamás esperé que me eligieras para presidente. Pero bueno, me elegiste, aunque aun así por ahí me parece que no te estás olvidando de nada de lo que te dije cuando estuve en contra. Y me lo recriminas todos los días. Entendeme que yo ahora me debo moderar un poco porque estoy gobernando y vos como no estás gobernando te podes poner más a la izquierda que yo. Pero no por eso tenes que criticarme en todo lo que hago. Aunque debo reconocer que la mayoría de las veces tenes razón.

Con lo de Maradona nos salvaste la vida. Cuando todo se descontroló y el escándalo escalaba a mayores en la Casa Rosada, yo con mi megáfono pidiendo calma no era escuchado por nadie. Entonces vos en vez de irte conmigo a mi despacho te fuiste al de Wado. Y yo que pensé que era porque no te querías quedar a solas conmigo. Pero otra vez me equivoqué, vos le dijiste al Wado que salga a echarle la culpa de todo a Larreta. Fue genial, hicimos responsable absoluta del caos a la Capital Federal. Hoy todo el mundo sabe que Larreta boicoteó el velorio del Diego en la Casa Rosada y que nosotros no tenemos la culpa de nada de lo que pasó. Además me sirvió para darme cuenta qué lobo con piel de cordero es ese Larreta, y eso que yo lo creí hasta mi amigo. Cuánta razón tenías al advertirme que no le diera bola a ese ingrato. Pero ahora se acabó todo con ese tipo. Le sacaré hasta la plata que no tiene.

Una publicación del imperio, The Economist, dice que somos un matrimonio sin amor. De mi parte eso es enteramente falso. Yo te quise incluso cuando decía que te odiaba. Y vos te diste cuenta de eso porque me diste un cargazo que no esperaba. Te diste cuenta que mi afecto por vos siempre fue incólume a pesar de que por allí, por el enojo, se me fue un poco la mano con lo que dije.

En lo de Vicentin, a pesar de que las ordenes de estatizar me las diste vos a través de tu fiel Anabel, yo me hice responsable de la autoría y el fracaso. Ni siquiera allí te metí en nada y yo solito pagué por los platos rotos.

Lo de la ley del arrepentido vos sabes que hice todo lo que pude, pero fallamos por un voto. No es tan fácil, pero lo seguiré intentando. Te juro que voluntad no me faltó.

Sobre las jubilaciones, gracias a vos descubrí que habíamos caído en el error de ajustar demasiado a los abuelos. Vos me lo hiciste comprender con tus correcciones en el Senado. Lo que propones nos saldrá más dinero, pero de algún lado lo sacaremos. Otra vez te doy la razón, y no por dártela, sino porque la tenes. Al Guzmán se le fue la mano con el ajuste.

Acerca del arreglo con el FMI allí creo que coincidimos porque fue la única vez que me acompañaste en una decisión mía avalándola con tu presencia, pero igual vos me criticas, y otra vez con razón, por los modos. Es cierto, fuimos demasiado respetuosos con estos crápulas que pusieron la plata para hacerle ganar a Macri y en vez de cantarles las cuarenta como hiciste vos en la carta que le enviaron tus senadores, los tratamos como a unos duques. No me acordé que Néstor cuando les canceló la deuda no por eso dejó de putearlos en todos los colores. Claro que se pueden hacer ambas cosas, ahora entiendo. Y lo haremos. Por eso le pedí a Biden que nos apoye contra estos pérfidos, lástima que el despistado de Solá deschavó lo que era secreto.

También te escuché en eso de los ministros que no funcionan, pero como no me diste nombres, y como no me hablás, no pude saber a quienes te referías. Por eso eché a la que creo que menos soportás -porque dijo que los peronistas robamos-, a la Bielsa. Pero para que vieras mi lealtad no solo la eché sino que puse en su lugar a uno de tus hombres de mayor confianza, a Ferraresi, el más duro de los tuyos. Y a los otros del gabinete que a vos no te gustan los voy a poner en su lugar. A la Vilma ya la convencí de que estuvo mal en haber escrito un libro en contra tuya. No va a escribir ningún otro. Al Beliz fallamos con ponerlo en el BID pero ya lo mandaré a algún otro organismo internacional. Y al Santi le di estrictas órdenes para que cambie la actitud que a vos no te gusta. Él quería ser un continuador de su abuelo, un conciliador y un moderado. Ahora no perdona a ningún opositor, es un agrietador hecho y derecho, se pelea con todos y en todo lugar. El cafierito ya no piensa más en ser como el abuelo y se la pasa ofreciéndote tributos. Hasta apoya la libertad de Boudou y eso que Boudou me vive matando acusándome que no hago nada ni por vos ni por él. ¿Ves cómo te escuché? A los que no funcionaban a algunos los eché y a otros los reformé. Gracias por advertirme.

En fin, querida Cristina, podría decirte mil cosas más, pero solo te pido que conversemos. Yo estoy dispuesto a hacer todo lo que vós quieras, pero decime qué debo hacer. Yo no te pido más de lo que tengo y a cambio te ofrezco hacer todo lo que quieras, pero no me condenes como el único responsable de lo que sale mal. Sin embargo, aunque me condenes, igual conversemos Cristina, por favor.

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