Tenemos desde el sector productivo privado la sensación que la política provincial y nacional definitivamente han decidido su postura donde nada importa más que la misma rosca de ustedes, pasándose facturas de quien hubiese sido mejor o peor en esta pandemia o a quien se le hubiesen muerto más enfermos o a qué gobierno se le hundió nuestro querido ARA San Juan, dejando 44 familias devastadas.
Hoy estamos como estamos principalmente producto de los desaciertos y desidia de los que conducen el Estado, sin importar el color político.
Hoy contamos con un Estado nacional que está más preocupado en cómo gastar dinero que en cómo generarlo.
Siguen exigiendo a las pymes hasta ahogarlas con la presión fiscal sin generarles ningún tipo de beneficio con el fin de mejorar la competitividad.
Por un lado un discurso de que se necesitan dólares para equilibrar la tan preciada balanza comercial, por el otro retenciones para productos con valor agregado, dólar retrasado, aumento del costo laboral, tasas altas, créditos inexistentes….
El gran motor de la economía es el sector privado, el Estado no es generador de trabajo; lo que sí está obligado, es a generar buenas condiciones para el desarrollo de los distintos sectores que son los que traerán divisas y aportaran al sector público, pero para ello hay que hacer viables cosas que hoy están lejos de serlo.
El Estado debe mediar o intervenir para que no hayan abusos entre los distintos actores de la economía, esto es, reglas claras que garanticen una buena distribución de la riqueza en los distintas eslabones de las cadenas. Pero de ninguna manera es garantizarle algo a unos a costa de todo lo del otro; es ahí donde el equilibrio se rompe y comienza la etapa de estrujamiento del otro hasta el punto de ahogarlo y llevarlo al fin.
Entiendan que cuando eso sucede lo que se pierden son puestos de trabajo que después no hay quien los absorba y el Estado es imposible que todo lo asuma.
Pasa entonces que tenemos un sector público sobredimensionado e ineficiente teniendo que desviar altísimos recursos para asistencialismo, dejando de lado los rubros más importantes para un desarrollo socioeconómico justo y equilibrado; hablamos de Educación, Salud y Seguridad.
La sociedad dice basta, a ustedes, aquellos que han hecho de la actividad política una carrera donde con el simple hecho de mantenerse en algún cargo que les de un sueldo o algo de poder, pasan de especialistas de salud a seguridad, educación, telecomunicaciones con total desfachatez.
Eso, estimados, en la vida real, del otro lado del mostrador, sepan que no sucede. Del otro lado existe el premio o el castigo al acierto y al error; el reconocimiento a las especializaciones donde día a día hay que demostrar las capacidades que se tiene para recibir un salario, muchas veces lejos de ser justo, para llevar el pan a cada hogar.
Nosotros también nos equivocamos, pero cuando ello ocurre perdemos el trabajo o el negocio y hay que salir a buscar otra cosa, sino no vivimos.
Hoy muchos de ustedes pasan del colegio secundario a cargos electivos o no, bastante bien remunerados y encima hay que escucharlos dando consejos de cómo se debe llevar adelante una pyme... Entiendan que estemos un poco enojados.
Les pedidnos, en realidad les exigimos, dejar de lado la rosca y su eterna preocupación de cómo ganan la próxima elección para empezar a hablar de las grandes reformas que necesitamos.
Para salir adelante se necesita una reforma laboral en serio que fomente la formalidad, basta de parches absurdos que lo único que hacen es aumentar la informalidad. Una reforma tributaria orientada a la reactivación del sector productivo gran motor de la economía nacional con progresividad en las tasas de los distintos impuestos. Planes de industrialización para dejar de ser un país primarizado.
Necesitamos desarrollo pero para eso tienen que mirar para afuera y entender cómo funciona la economía, insisto, generar condiciones que generen riqueza y que crezcan con un Estado presente para que no hayan abusos desde el sector privado, a lo que es cierto, tenemos alguna inclinación.
¡Por favor, no se demoren!
*El autor es Presidente de la Cámara de Agricultura, Industria y Comercio de Tupungato.