Carne de gallina

Cuando por miedo o frío vemos que nuestra piel se pone como la de un ave desplumada, llamamos a ese estado “carne o piel de gallina”.

Carne de gallina
Cuando por miedo o frío vemos que nuestra piel se pone como la de un ave desplumada, llamamos a ese estado “carne o piel de gallina”.

Muchas veces, ante una situación de miedo o cuando súbitamente sentimos frío, vemos que nuestra piel se pone como la de un ave desplumada, y llamamos a ese estado “carne/piel de gallina”.

Curiosamente, la misma expresión se usa para aludir al daño que, en algunas maderas, se manifiesta por el color blanco amarillento y señala el comienzo de podredumbre.

Encontramos diversas expresiones que se forman combinando el vocablo “carne” con otras palabras: se llama “carne de cañón” a la tropa que, de manera inconsiderada, es expuesta a riesgo de muerte. Lo vemos en “Los pobres soldados más inexpertos fueron la carne de cañón en ese trance bélico”.

En las carnicerías, se denomina “carne de res” a la de vaca o buey; “carne magra” a la que no tiene grasa ni nervios; “carne de pluma” a la de las aves comestibles” y “carne mollar” a la que es magra y sin hueso. Pero, cuando coloquialmente, se habla de “carne sin hueso”, se hace referencia a la conveniencia o empleo de mucha utilidad y de poco o ningún trabajo: “Que se anime a aceptar ese ofrecimiento porque es carne sin hueso”.

Si nos hemos hecho una lastimadura o una llaga, pero no hay pus ni putrefacción, se dirá que tenemos la “carne viva” o que esa parte del cuerpo, sin epidermis, está “en carne viva”.

En sentido de parentesco, cuando las personas son hermanos o parientes, se dice que son “carne y sangre”.

Otras locuciones presentan lenguaje figurado: “abrírsele (a alguien) las carnes” significa, en lenguaje coloquial, que se estremece de horror: “Ante esa escena dantesca, sintió que se le abrían las carnes”. Similar es “temblarle las carnes a alguien”, que implica que siente gran miedo y horror. Cuando describimos a una persona y decimos de ella que está “metida en carnes” la estaremos pintando como algo gruesa, sin llegar a la obesidad: “Con el paso de los años y la vida sedentaria, se lo ve metido en carnes”. En ese sentido, se dice también “cobrar/criar/echar carnes”, para significar que alguien está engordando.

Y si estamos hablando de alguien como de una persona indefinida, indecisa e insípida, podremos usar la locución “no es ni carne ni pescado”.

Nosotros, tan afectos al asado, sabemos que nunca se ponen todos los cortes ni los elementos por asar en forma simultánea, sino gradualmente; por ello, “poner toda la carne en el asador” es una expresión coloquial que nos muestra al que arriesga todo de una vez; también, al que lleva al límite extremo su empeño y esfuerzo para hacer algo”: “Tené cuidado, sé prudente, no pongás toda la carne en el asador”.

En nuestro diario accionar, debemos aprender a ser solidarios y a sensibilizarnos ante las diferentes vicisitudes de la vida humana; por eso se usa la locución “ser de carne y hueso”: “Allí demostró que podía hacer algo más que atender su profesión y que, ante los problemas del prójimo, era de carne y hueso”.

Afirmar que algo o alguien conocido “tiene/es carne de perro” da a entender coloquialmente que es recio, muy resistente: “Para ese trabajo, siempre elijo esa marca de ropa porque es carne de perro”.

Cuando una persona sale “en carnes”, significa que sale “desnuda, en cueros”: “Escandalizó a todos, salió a escena en carnes” o “en vivas carnes”.

La deshonestidad también se refleja en frases con este vocablo, como “hacer carne y sangre de algo ajeno”, pues alguien se sirve de ello sin pensar ni en restituirlo ni en pagarlo: “¡Qué ladrón! Se hizo carne y sangre de las propinas de sus compañeros”.

También es posible usar el término “carne” en un sentido opuesto al de “espíritu”, como “parte material y corporal del ser humano”. Además, el diccionario académico consigna que, desde el punto de vista religioso, se llama “carne” a uno de los enemigos del alma que, “según el catecismo de la doctrina cristiana, inclina a la sensualidad y lascivia”.

También, para un cristiano, hablar de “carne nueva” es referirse a la que se vende por Pascua de Resurrección, la primera que se come después de la Cuaresma”.

La amistad íntima entre dos personas se ve a través de la frase “ser carne y uña”: “No te imaginabas a una sin la otra porque eran uña y carne”.

Vinculado a la carne, aparece el “cuero”, en la expresión “con cuero y carne”, con valor adverbial y hoy en desuso; significa que alguien es descubierto en forma flagrante, con el robo en las manos”; “No me lo contaron, sino que los encontré con cuero y carne”.

Y decir que algo está “entre cuero y carne” es afirmar que está debajo de la piel o que se lleva a cabo íntima y connaturalmente: “No salga a buscarlo por allí, porque se desarrolla entre cuero y carne”.

¿Cuál es el valor de afirmar que se ha sufrido o experimentado algo “en carne propia”? La expresión es clara: la vivencia ha sido sentida personalmente por alguien, sin intermediarios: “No lo he leído ni me lo han contado, fue un gran susto que viví en carne propia”.

Relacionado con “carne”, se da el verbo “encarnar”. Dicho de una uña, se habla de “encarnarse” para aludir al crecimiento de la carne en las partes blandas que rodean a aquella: “Se le encarnó la uña y fue dolorosa su curación”.

También, en relación con una herida, se usa “encarnar” para aludir a que se cría carne a su alrededor cuando se va mejorando y sanando: “Le revisó la herida y dijo que ya va encarnando”.

En sentido figurado, “encarnar” puede ser equivalente a “personificar”: “Ese personaje encarna la perfidia”. Si se dice de un espíritu, es sinónimo de “tomar forma corporal”: “Creía que en ese niño se había encarnado algún ser angelical”.

Si se habla de una noticia, ella “habrá encarnado” si ha causado una fuerte impresión en el ánimo: “La idea de una megadevaluación ya encarnó en la población”.

*La autora es Profesora Consulta de la UNCuyo.

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