El contraste fue fuerte, de verlo encerrado en prisión ( lo veo todos los martes en la cancha polvorienta de la cárcel San Felipe; allí enseño rugby), a encontrarlo en la esquina del penal esperando el colectivo. Marcos acababa de salir, sonriendo me dijo, voy a encontrarme con mi familia. Llevaba como único valor una bolsa roja, esas que venden en los supermercados, de ella asomaban un pulover viejo, un rosario de madera que se había entrelazado con el abrigo y un almanaque. El micro desgarró los frenos -una vez mas-, en su sitio, como el bote que se clava en la arena después de un día de pesca; con un pie en el primer escalón volvió a experimentar el movimiento, conocido pero nuevo a la vez. Alcanzó a darme su número de teléfono; mientras caminaba hundido en mis pensamientos sobre lo vivido oí que desde la ventanilla del bondi con voz ansiosa gritaban : profe por favor llámeme.
Como dicen los inicios de las películas, lo relatado está basado en hechos reales, muy reales .
Participo del grupo de voluntarios Caciques, programa de rugby en la cárcel, que también prevé educación, reinserción laboral y espiritualidad. Esta iniciativa surge en Buenos Aires con el nombre de Espartanos y luego se difunde a muchas provincias del país con sus propios nombres locales.
Dicho programa pretende mostrarles otra forma de vida a las personas que cumplen penas privativas de la libertad en las cárceles de Mendoza.
Puedo decir y lo he visto que el rugby y la espiritualidad actúan como ordenadores y motivadores en la vida de los jóvenes -bajo promedio de edad-, en el sentido que poner en práctica estos ejercicios ( físico y espiritual) ha tenido como resultado ejercitar hábitos distintos a los que venían teniendo en su vida diaria: levantarse temprano, asear el pabellón, aseo personal, ha bajado notablemente la agresión entre ellos y por ende ha surgido un trato amable ,-dicho en lenguaje actual, no se bardean-.
En lo espiritual lo compartido nace a partir de textos del Evangelio, frases , ideas, etc., de otras fuentes,- con total respeto a la libertad de credos- que les ofrece la posibilidad de encontrar un sentido o darle otra mirada al encierro. Consignas como: ¿me solidarizo con el compañero de celda en momentos difíciles?, la escucha, la compañía, aquéllo que los empuja hacia adelante.
En otras palabras , hemos podido observar como estos dos pilares en los que se asienta el programa, además de los otros, tienen incidencia directa y positiva en las personas que cumplen condena.
Hago lugar aquí para decir algo aunque resulte una obviedad; las personas que pasan parte de sus vidas en las prisiones han cometido delitos por los cuales la justicia los ha juzgado y condenado, eso no está en duda, lo que está en juego es de qué manera cumplen la pena y cómo vuelven a la sociedad cuando terminen la misma. Hay un dato relevante, cerca del 70% de las personas que salen en libertad y han estado en el programa, no reinciden . Los internos que participan de estas pråcticas han demostrado un fuerte compromiso, ganas de aprender y agradecen con gran asombro y sinceridad que personas libres donen su tiempo a ellos.
Quiero resaltar la predisposición de las autoridades del servicio penitenciario y de magistrados judiciales que se han interesado y valorado el espíritu del programa.
En estos tiempos de esperanzas urgentes, incertidumbres y apreturas una luz se proyecta al final de las rejas.
* El autor es abogado.