Boleta Única, otro gran homenaje al teorema de Baglini

Salvo Santa Fe, Córdoba y Salta, Mendoza y el resto de las provincias siguen votando con el viejo sistema caro, ineficiente y favorable a la partidocracia. En la Legislatura duermen una decena de proyectos sobre la BU. Que no son necesarios, porque la Ley electoral ya la permite. Pero falta la decisión política.

Boleta Única, otro gran homenaje al teorema de Baglini
En la Legislatura duermen una decena de proyectos sobre la BU. Que no son necesarios, porque la Ley electoral ya la permite.

“El grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder”.

La frase anterior es la reconstrucción más o menos textual del famoso “Teorema de Baglini”, aquel enunciado que el dirigente radical -fallecido hace poco más de un mes en Mendoza- le legó a la política argentina involuntariamente. Y que como toda verdad iluminada, ha dejado encerrado en él a todo lo que vino después. El teorema, enunciado en 1986 cuando el mendocino era un legislador oficialista, fue dirigido a la oposición a Alfonsín. Baglini, por entonces un joven y brillante diputado nacional, formuló su sentencia al calor del debate en el Congreso por la deuda externa (sí, el eterno retorno de la Argentina), para fustigar las “ligerezas” que utilizaba el peronismo para referirse al tema debido a que no tenía el rol de ser gobierno.

Desde entonces, el teorema es un sayo que le cabe a cualquiera que enfrente a un gobierno, sea del color político que sea. Aquí y en cualquier otro lugar del mundo, porque la política es un idioma universal que no entiende de fronteras.

El recuerdo de aquella sentencia de Baglini vuelve a tomar cuerpo ahora cuando distintas organizaciones, con Cippec y Poder Ciudadano a la cabeza, motorizan una iniciativa para que se implemente en el país la Boleta Única (BU) en las elecciones legislativas de este año. Se trata de un debate que no es nuevo y que los gobiernos argentinos, salvo excepciones, han venido evitando. Pero que la pandemia parece imponer por razones sanitarias a la hora de votar.

El último miércoles en el Congreso, legisladores de la oposición recibieron a representantes de estas organizaciones para escuchar su propuesta de BU. Entre ellos estaba Alfredo Cornejo, lo que dio pie a varios de sus enemigos en Mendoza para recordarle una supuesta contradicción: el actual diputado nacional, siendo gobernador, nunca dio pie a que la Legislatura debatiera los proyectos sobre BU que se vienen acumulando en la provincia hace por lo menos una década. Ahora que es oposición, interpretaron los anticornejistas, el ex mandatario se dedica a apoyar las propuestas que rechazó como gobierno. Un gran homenaje a Baglini.

Cornejo, siempre preocupado por salvar su legado como gobernador, rechaza estas acusaciones y dice que él siempre estuvo de acuerdo con la BU, pero con la de Córdoba no con la de Santa Fe. Se trata de las dos provincias que fueron pioneras con este sistema electoral en 2011, a las que luego se le sumó Salta en 2015 con un sistema de voto electrónico. El resto, entre ellas Mendoza, bien gracias. Ahí siguen todas, metiendo en un pequeño sobre un mamotreto de boletas sábana con un 90% de nombres desconocidos que se postulan (y se acomodan) para representarnos.

Boleta única vs. sábana

¿De qué hablamos cuando hablamos de Boleta Única? El Cippec, una de las ONGs que mejor trabajan en la Argentina reflexionando sobre ciudanía y democracia, pugna hace años para que se implemente este sistema de votación. Y desde que el gobierno de Mauricio Macri fracasó al querer imponer el voto electrónico (en las pruebas hubo fallas por todos lados), insiste que se puede reformar el sistema electoral usando la BU de papel.

La BU, básicamente, concentra la oferta de todos los partidos políticos por tipo de categoría a elegir en un solo papel, evitando un cuarto oscuro lleno de boletas sábana de cada partido. Como la describe el politólogo de la UNCuyo Julio Aguirre, “habilita un voto más personalizado y centrado en candidatos y no en organizaciones partidarias, propendiendo con ello a una mayor ‘personalización’ del voto y la política, debilitando con ello a los partidos”.

Esta BU es la que se usa en Santa Fe, con boletas separadas para cada categoría selectiva, lo que personaliza aún más el voto. Mientras que en Córdoba se implementó una mixta, más cercana a la sábana porque en un solo papel combina todas las categorías, disminuyendo la posibilidad de corte de boleta. Esta opción es la que Cornejo, para responder a sus críticos (“Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, lo chicaneó el diputado provincial Mario Vadillo), dice que prefiere. El titular de la UCR nacional incluso recuerda que durante su gestión en Mendoza impulsó el voto electrónico, que no prosperó –según él- por los altos costos del sistema porque requiere insumos en dólares.

Ese sistema, es cierto, se usó en diciembre de 2016 en Santa Rosa para elegir intendenta a la radical Norma Trigo, la primera -y última- vez que se votó de esta manera cargos electivos en Mendoza. En abril de ese año, Cornejo había recibido al gobernador salteño Juan Manuel Urtubey y había firmado con él un “convenio marco de cooperación para poder instrumentar la boleta única electrónica en la provincia de Mendoza”, según publicó en ese entonces la página de Prensa del gobierno provincial. Ese convenio solo tuvo un único y perecedero fruto: aquella elección en Santa Rosa. Después no hubo más noticias. Por los costos altos, insiste Cornejo.

Sin embargo, Salta -ya sin Urtubey al mando- sigue realizando sus elecciones provinciales con voto electrónico, con los mismos insumos dolarizados que tendría para Mendoza.

La reforma del voto

Mientras tanto, los mendocinos nos preparamos para votar este año (y el que viene si el gobernador Rodolfo Suárez decide desdoblar) con el método viejo, caro, ineficiente y favorable a la partidocracia que es la boleta sábana. En la Legislatura provincial, como dijimos, duermen cajoneados una decena de proyectos para implementar la BU (el último presentado en diciembre pasado), todos desarrollados desde las oposiciones de turno, como predijo hace 35 años Baglini. Son iniciativas destinadas a no ser implementadas nunca por la lejanía de sus autores con el poder. Es decir, con la decisión política.

Y además son proyectos innecesarios, porque la Ley Electoral 8.967 de la provincia, reformada en 2017, ya tiene habilitada la BU en su artículo 17. Solo le falta la voluntad política de implementarla. Desde que se instaló el debate por la boleta única, pasaron por la Casa de Gobierno Celso Jaque, Francisco Pérez y Alfredo Cornejo; y ninguno, más allá de algunos gestos, tomó la decisión de cambiar el sistema electoral. ¿Y Suárez? Aún no ha dado señales en este sentido, pero tiene en sus manos la mejor herramienta para acelerar los tiempos: la Reforma Constitucional (o “Institucional”, como la llama él) que mandó a la Legislatura el año pasado y que la última semana empezó a analizarse en la Comisión de Legislación y Asuntos Constitucionales del Senado.

Víctor Ibáñez, el ministro de Gobierno que ideó la propuesta de reforma de la Carta Magna, era un activo militante del voto electrónico y la BU cuando era funcionario de la UNCuyo, donde incluso se implementó el sistema para una elección en la facultad de Ciencias Agrarias desarrollado por la propia universidad. “Si no tenemos un diseño de la estructura del poder y un sistema electoral que permita la adecuada participación, no hay ningún derecho”, dijo en noviembre de 2016 en un simposio sobre la reforma política, un mes antes de la experiencia de Santa Rosa que amagaba con cambiar para siempre la manera de votar en Mendoza pero que terminó en un tubo de ensayo roto.

Ahora, Ibáñez acelera con su propuesta para reformar la Constitución con el foco puesto en la unicameralidad y en la reducción del gasto político. En medio de este discusión, ha reconocido que la Reforma es el mejor escenario para incorporar definitivamente la BU en Mendoza. Y también -decimos nosotros- la mejor chance para, por una vez, contradecir a Baglini y su infalible teorema.

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