Mucho se ha especulado si el presidente electo de los EE.UU., Joe Biden, seguirá una política exterior similar a la de Barack Obama, en especial en lo referente a China, diferenciándose así, claramente, del actual presidente Donald Trump.
La cuestión es crucial, porque tanto demócratas como republicanos, reconocen al gigante asiático como una “amenaza sistémica”, que cuestiona la hegemonía de Washington.
Pero, ¿cuál era aquella política exterior del presidente Obama? Aquel mandatario siguió una política de repliegue general de los EE.UU en el exterior, para concentrarse en regiones y en aliados fundamentales, en el uso limitado de la fuerza y la aplicación selectiva de sanciones económicas, todo en un marco multilateral.
Durante su administración se entendió claramente que el mundo era multipolar.
Respecto a Asia, Obama, ratificó la importancia geopolítica de la cuenca del Pacífico como primordial para los intereses norteamericanos y la condición de China de “gran poder”. Se buscó integrar económicamente a los países de la región con los EE.UU, especialmente el sudeste asiático mediante el Tratado Transpacífico (TPP), del cual se excluyó a Pekín.
En lo estratégico se potenció la alianza con Japón, India, Australia que, junto a los EE.UU, conformaron una especie de “cerco democrático” contra China (Alianza Quad).
Todo esto se encasilló bajo el rótulo “Pivot to Asia”, es decir apuntalar el Asia democrática.
Ello se oponía a la idea geopolítica china “Asia-Pacífico”, es decir la región con un destino compartido, bajo predominio chino.
Hoy, la situación es diferente. La “Nueva Ruta de la Seda”, el proyecto de desarrollo (y predominio) económico mundial, lanzada en 2013, está ya desplegada por todo el orbe y la región se integró en un área de libre comercio con China (la mayor del mundo) mediante el Tratado de Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP). Pero además, con el control absoluto de Pekín de la región administrativa especial de Hong Kong.-
Ante ese panorama, creemos, que Joe Biden, implementará su estrategia a partir de las siguientes premisas: 1) China como una “amenaza sistémica”; 2) la imposibilidad de “desacoplar” las economías nacionales (como plantean algunos analistas) por la profunda interdependencia mutua; 3) la imperiosa necesidad de mantener y/o disputar el liderazgo tecnológico y 4) Privilegiar el “Indo-Pacífico” y el rol de la India en el mismo.
En lo concreto se buscará un acuerdo general con China para equilibrar el comercio bilateral y desarmar progresivamente la “guerra arancelaria” y presionar para que Pekín cumpla con las reglas de la OMC. Desarrollar una estrategia de inserción en los esquemas de integración existentes. En lo estratégico geopolítico: mantener la libertad de tránsito en el Mar del Sur de la China; sostener y ampliar la alianza con las democracias regionales y especialmente el papel de la India como aliado estratégico.
Así, el próximo inquilino de la Casa Blanca, como Obama, sostendrá el histórico interés por la región, pero ahora entendida como Indo-Pacífico. Cooperación y competencia marcarán la relación bilateral con China.
Será una política exterior realista, pero prudente. Asertiva, limitada regional y funcionalmente, haciendo equilibrio entre el uso de la fuerza o su demostración, la negociación diplomática y la inducción económica, en asocio con amigos y aliados, en un marco multilateral.
*El autor es Lic. en Relaciones Internacionales.