Arturo Toscanini, el genio y la dignidad de un gran hombre

Arturo Toscanini llegó a ser, quizá el más importante director de orquesta clásica de todos los tiempos. Había comenzado a estudiar violoncello a los 9 años. Fue un músico, además de genial, distinto.

Arturo Toscanini
Arturo Toscanini

Un joven italiano de 19 años, menudo, frágil, de inusual seriedad, viajaba en un barco por el Atlántico. ¿Su nombre? Arturo Toscanini.

Era el primer violoncelista de una orquesta clásica italiana que se dirigía a Brasil, con una compañía de ópera.

Viajaban también unos 20 cantantes.

Debutarían con la ópera “Aída” de Giuseppe Verdi.

Al frente de la orquesta actuaría un director local, un brasileño, de acuerdo con lo pactado.

Durante los treinta días que duró el viaje, el joven celista, a modo de distracción, se ocupó de interpretar en el piano del barco, las cuatro o cinco óperas del repertorio de la compañía, que conocía de memoria.

Llegado el elenco italiano al Brasil, comenzaron los ensayos con la dirección del director brasileño que debía conducir la orquesta de acuerdo a lo pactado. Ésta, formada por profesores de primer nivel, no toleró ciertos errores técnicos del director brasileño y terminó por insubordinarse.

La misma noche del estreno, el maestro brasileño se negó a dirigir la orquesta ante la rebeldía de los músicos.

Ya se estaba por levantar el telón ante una sala rugiente, que conociendo el problema, insulta a los músicos italianos.

Los cantantes y músicos reunidos detrás del telón y en medio del bravío rumor que llegaba de la sala, analizaron angustiosamente la situación.

Se precisaba un director capaz, no sólo de coordinar la representación sino, también, de apaciguar a la muchedumbre irritada.

Alguien nombró a Toscanini.

Este, había repasado en el piano del barco, todo el repertorio durante el viaje y lo conocía de memoria.

Sus propios compañeros lo llevaron hasta donde los espectadores seguían vociferando.

Le colocaron un frac y prácticamente lo empujaron al foso batuta en mano. La sala hizo una pausa antes de rechazarlo.

Y ese día sólo Toscanini pudo obrar el milagro.

Frente al atril, abrió la partitura.

Su batuta se elevó por primera vez hacia la gloria. Y la gloria suele acariciar a los que no la buscan.

La partitura quedó abierta en la primera página.

Había triunfado el talento. Toscanini tenía sólo 19 años. Es que la creación no siempre necesita años, lo que siempre necesita es, precisamente talento.

Y algunas apreciaciones sobre Toscanini hombre.

Había nacido en Parma, Italia.

Su padre era simultáneamente sastre y guerrillero de Garibaldi, un luchador permanente contra la injusticia.

Toscanini visitó la Argentina en numerosas ocasiones.

La primera en 1901 a los 34 años.

La última exactamente 40 años después.

Y un día 16 de enero de 1957, teniendo casi 90 años, fallecía en Nueva York, Arturo Toscanini.

Llegó a ser, quizá el más importante director de orquesta clásica de todos los tiempos.

Había comenzado a estudiar violoncello a los 9 años. Fue un músico, además de genial, distinto.

Y otro atributo que nos dice de su dignidad y noble condición humana.

Durante el gobierno de Mussolini, un amigo de Toscanini, apolítico como él y también insobornable, director del conservatorio de Milán, fue despedido por cuestiones políticas. Toscanini envió un violento telegrama a Mussolini, enrostrándole la injusticia.

Lo salvó su prestigio internacional. Pero poco tiempo después se negó a tocar la “Giovinezza”, la marcha fascista.

Toscanini era modesto frente a la grandeza. Pero arrogante frente a la bajeza.

Es que en definitiva las mayores rebeldías las protagonizaron hombres piadosos.

Eso le significó el destierro de su patria. Pero también el reconocimiento de sus contemporáneos que sumaron a la admiración al músico, la admiración al hombre.

Y esta faceta de la personalidad de Arturo Toscanini inspiró en mi mente este aforismo.

“La dignidad suele pagarse muy cara. Pero el digno no acepta rebaja”.

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