Lamentablemente los argentinos vivimos en la incertidumbre que a través del tiempo y el paso intercalado de gobiernos de distintas ideologías con resultados poco y nada felices para la ciudadanía, donde han sumido a nuestro País en el desconcierto, la desilusión y desesperanza, haciendo perder valores tan necesarios que son parte de la vida como la ilusión, la fe y la justicia.
Nuestro País alguna lejana vez albergó a inmigrantes que con su esfuerzo y sacrificio ayudaron a forjar los cimientos para que nuestra Argentina fuera reconocida con orgullo como el granero del mundo.
Qué lejos estamos hoy de poder exhibir alguna virtud que nos enorgullezca. Aun así creo que a pesar de todo hay muchas personas que siguen aferrados a ideales y conceptos de vida donde hacen prevalecer lo invalorable de la honestidad, el trabajo, el respeto, el sacrificio que hoy parece ser cosas del pasado.
Los años transcurren inexorablemente y con ellos nos van haciendo desaparecer también los sueños, privándonos del crecimiento y desarrollo , no solo personal sino también ser partícipes de ofrecerles a nuestro País el mejor de nuestros conocimientos, además de haber sido despojados del capital más preciado que no se recupera con dinero alguno, el tiempo, que se dilapida lamentablemente en falsas y dolorosas expectativas esperanzados en políticas y políticos salvadores que nunca llegan.
Al poco tiempo de asumir la Presidencia el señor Menem ,un periodista le preguntó sobre la situación del País. Respondió que hacían falta 20 años para ver los resultados. Pero ya han transcurrido más de 3 décadas y a la vista está que ni siquiera todavía se comienza a elaborar ni planificar qué tipo de País deseamos.
¿Es tan difícil tomar como ejemplo la fórmula del pasado con la llegada de tantos inmigrantes que dejaron bien sentadas las bases del éxito económico basándose que para el bienestar y crecimiento sólo bastaba el trabajo y sacrificio, hoy palabras casi olvidadas y poco practicadas?
Tal vez debamos esperar otros 30 años para vislumbrar otro futuro que nos depare mejores expectativas y nos devuelva el optimismo perdido, donde veamos un cambio real y no simplemente diagnósticos vacíos de realizaciones.
Necesitamos un País con una justicia que haga honor al logo que la representa, que dejemos de ser rehenes de la delincuencia, que el dólar y la economía dejen de ser la prioridad de noticieros, que se incentive realmente el trabajo y producción, que los funcionarios tengan la dignidad de asignarse sueldos acordes a la realidad, minimizar gastos de asesores y allegados, que la palabra fábrica sea el significado de elaborar un producto y no para identificar el crecimiento de pobreza, desocupación y desindustrialización.
Por el afecto y respeto a nuestro País tenemos la obligación de ser optimistas, pero para esto la clase política, funcionarios y gobierno tienen el deber que los ejemplos nazcan de su responsabilidad como representantes del pueblo que los premió con su voto, renunciando a privilegios que no condicen ni son justificables en tantos funcionarios que no aportan ideas y no demuestran capacidad para ejercer su cargo.