Argentina ante la encrucijada venezolana

Con semejantes picos de tensiones entre ambos estados, es de verdad inconcebible que un miembro de la estructura militar haya viajado a Venezuela.

Argentina ante la encrucijada venezolana

El único motivo creíble de sospecha para detener a un ciudadano argentino que ingresó de manera oficial, por un punto muy controlado de la frontera, sin mentir su nombre, ni su procedencia ni su condición de miembro de la Gendarmería argentina, es que resulta incomprensible que pretendiera entrar a Venezuela personal militar del Estado con el que el régimen chavista tiene un duro enfrentamiento.

En 2022 fue retenido en Ezeiza un Boeing 747 iraní de la empresa venezolana Conviesa, que veinte meses más tarde fue entregado por las autoridades argentinas a Estados Unidos. El gobierno de Javier Milei tuvo numerosos intercambios de insultos con los agresivos líderes de la dictadura chavista y, finalmente, rompió las relaciones diplomáticas.

Con semejantes picos de tensiones entre ambos estados, es de verdad inconcebible que un miembro de la estructura militar haya viajado a Venezuela. ¿Lo sabían las autoridades gubernamentales correspondientes y no lo impidieron? ¿Se ordenó desde el gobierno a toda persona vinculada a fuerzas militares y de seguridad que no puede viajar al país caribeño?

Ese tema deberá dilucidarse, porque su intento de ingresar a Venezuela es el único motivo lógico de sospecha. Pero el régimen de Maduro no lo expuso en sus justificaciones de la detención del cabo Nahuel Gallo. Primero, Diosdado Cabello dijo que se lo detuvo bajo sospecha de llegar a Venezuela para realizar tareas de espionaje, pero no señaló ningún elemento que justificase esa sospecha.

A renglón seguido, el canciller Yván Gil dijo que el argentino fue detenido bajo sospecha de ser un terrorista que llegaba para realizar actos terroristas. Y después se afirmó desde la cúpula de la dictadura que Nahuel Gallo tenía un plan para sacar de la embajada argentina a los venezolanos refugiados allí.

Sería un caso excepcional que un espía llegue al país donde realizará acciones de espionaje, o un terrorista que llegue para cometer actos terroristas o un agente del estado enemigo que llegue con un plan para rescatar disidentes, lo haga usando su verdadero nombre y la documentación auténtica, en lugar de nombre falso y documentos falsificados. Los agentes cuando están en misión, lo primero que ocultan es su verdadera identidad y su función, mucho más si pertenece a una institución militar.

Es por eso que a la verdadera razón de su encarcelamiento se la entrevé en lo revelado por el canciller colombiano tras tener contactos con el régimen para buscar una solución para el caso del gendarme y la situación de los refugiados en la embajada.

El régimen quiere hacer canjes a cambio de que sea liberada Milagro Sala, por quien había manifestado un gran aprecio el mismísimo Maduro a través de su anterior canciller, Jorge Arriaza, y también la liberación de otro allegado al régimen.

Se pretende además, según indagaciones del diario colombiano El Tiempo, que sea liberado en Ecuador Jorge Glass, el ex vicepresidente de Rafael Correa y de Lenin Moreno, a quien el actual presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, hizo capturar dentro de la embajada mexicana.

Que el objetivo sea ese tipo de canje es más creíble que las acusaciones hechas por Diosdado Cabello contra Nahuel Gallo. Es una vieja práctica de la dictadura venezolana, que tiempo atrás libero diez norteamericanos que había apresado a cambio de que Estados Unidos liberara y enviara a Venezuela a Alex Saab, el testaferro de Maduro y lavador de dólares de la nomenclatura chavista.

También es posible que Nicolás Maduro busque acumular rehenes que le permitan negociar una salida del poder y del país llevándose todo lo que puedan rapiñar, con la seguridad y la impunidad garantizadas. Esa posibilidad tal vez esté en mente de Maduro, porque sabe que tras su evidente derrota e intento de fraude en la elección presidencial del 28 de julio, no ignora que el régimen es más débil y, por ende, los peligros que afronta son más grandes.

Todavía tiene un capacidad para descubrir y desbaratar conspiraciones internas, gracias a la tutela del G-2, aparato de inteligencia cubano. De hecho, ha frustrado grandes operaciones para derrumbar el régimen dividiéndolo por dentro, como las que encabezaron Leopoldo López y Juan Guaidó.

Sin embargo, le preocupa la serena seguridad de Edmundo González Urrutia al repetir que el 10 de enero regresará a Venezuela para asumir la presidencia que ganó en las urnas y Maduro intenta robarle.

¿Puede un hombre con mirada de abuelo cariñoso, que jamás levanta y o puede mostrarse amenazante ni fruncir el seño en señal de furia, lograr lo que no lograron dirigentes jóvenes, carismáticos y dotados de vigorosa energía? Quizá el régimen tema que, precisamente por mirar y hablar como un abuelo cariñoso, González Urrutia esté en condiciones de generar la situación que lo termine derrumbando.

* El autor es politólogo y periodista.

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