Escribiendo unas horas antes de conocer los resultados de las elecciones, el planteo económico para los dos próximos años no es cómo bajar la inflación, sino cómo evitar que se desboque, y lo mismo con el dólar.
El actual gobierno es uno popular, que descree de las políticas anti-inflacionarias tradicionales, como moderar el ritmo de aumento del gasto público y reducir la emisión monetaria. En cambio, es más propenso a aplicar políticas expansivas, intentando mejorar el poder de compra de la población. Pero estaría jugando con fuego, dado el peligro de una mayor inflación que licue esa mejora.
Para los próximos meses, la economía argentina presenta varias complicaciones, y mencionaremos tres. La primera es que las finanzas del gobierno nacional continúan en déficit. Difícil sanearlas con mayores impuestos, dado que la presión impositiva está en niveles muy altos, que genera menor actividad y más en negro.
Además, está muy limitado en financiamiento. El alto riesgo país es un indicio de la dificultad para conseguir crédito externo. La propuesta de un acuerdo con el FMI es para, al menos, reducir los pagos por deuda. Se duda de que consiga fondos frescos por parte de ese organismo.
La segunda complicación es un contexto mundial no tan benigno como en años anteriores. La mayor inflación en EEUU y en otros países los mueve a aplicar políticas de menor liquidez, quitando dinero de esas economías y, por ende, impulsando hacia arriba sus tasas de interés.
Si es así, no sólo desaceleraría la actividad económica, sino que puede generar una salida de capitales hacia EEUU. Este fenómeno puede elevar la cotización del dólar y una consecuente disminución de los precios internacionales de commodities vinculados a nuestro país.
Un mayor dólar en Argentina perjudicaría al poder de compra de su población y menores precios de commodities reducirían la entrada de dólares al país que, actualmente, es la única forma en que ingresan divisas al país.
La tercera complicación es de índole político. Al iniciar sus funciones, un nuevo presidente asume con mucho poder y la población le acepta algunas medidas no tan populares. En cambio, cuando está a mediados de su mandato, ha perdido fuerza, con una sociedad menos tolerante y peor si pierde las elecciones legislativas. Asi, tiene menos margen para enfrentar problemas difíciles.
En este entorno económico y político complicado, ¿qué rumbo tomará el gobierno luego de las elecciones? No se sabe.
Siendo así, planteemos dos posibles escenarios. El primero es uno en que el gobierno mantiene sus principios, continuando con una política expansiva. En este caso, se estaría agregando nafta al fuego. Elevaría el riesgo de una mayor inflación y con un dólar que puede desbocarse.
En ese escenario puede pensarse en más medidas heterodoxas, que ataquen a las consecuencias. Pueden intensificar el control de precios, con el riesgo de un mayor desabastecimiento de algunos productos. Para evitar que el dólar se escape, continuarían las restricciones a las importaciones, lo que perjudicaría a actividades, como la industrial, ante la falta de insumos. También pueden mantener la política de un dólar oficial que no siga a la inflación. Al ser cada vez más barato, desalentaría las exportaciones, con menores ingresos de divisas al país. Todo esto generando mayor probabilidad de una explosión inflacionaria.
El otro escenario, de menor agrado para el actual gobierno, es ser más moderado en los gastos. Y permitir que el dólar oficial vuelva a aumentar a mayor ritmo. Obvio que es un equilibrio difícil puesto que, si aumenta demasiado, puede generar una aceleración inflacionaria. Será la dura tarea de un equilibrista.
En este equilibrio, se comenta la opción de un pacto social, para reducir las presiones. Sindicatos más cautos en incrementos salariales, y empresarios en precios. ¿Lo será el gobierno en materia de gasto público?
En ocasiones, ese tipo de pacto social se lo sostiene con un dólar oficial que se congela, como una señal de la determinación para detener la inflación. Pero eso no sería posible en estos tiempos, puesto que ese dólar ha ido perdiendo fuerza, al haberse rezagado con la inflación, y mucho menos con una brecha cambiaria muy alta. Siendo así, ¿cómo manifestará el gobierno su compromiso?
En este difícil contexto, existe una oportunidad al ser un país más barato. Nuestro poder de compra ha caído notoriamente en dólares y así con otros precios. Está la alternativa para exportar más. Pero tiene sus problemas, porque algunos productos, como alimentos, podrían encarecerse. Existen dudas de que la actual administración decida seguir esta línea de acción.
Concluyendo, vienen tiempos difíciles, donde la inflación cobra una mayor importancia. Aplicar políticas más expansivas para mejorar la situación económica de la población podría ser contraproducente, con una inflación que se comería nuestros ingresos. En esta segunda parte, el gobierno se hallará bastante limitado para lograr los resultados deseados.
*El autor es Economista del Ieral (Fundación Mediterránea)