El vocero presidencial Manuel Adorni blanqueó sobre el filo del 2024 lo que el círculo íntimo de Javier Milei piensa sobre Mauricio Macri. “Se quedó sin nafta…” dijo el funcionario como metáfora de la incapacidad para llegar a la meta; o lo que es peor, cumplir las expectativas de quienes en 2015 lo votaron con la esperanza de concluir definitivamente con el ciclo del populismo kirchnerista.
“Macri se quedó sin nafta. No importa si fue porque no quiso o no pudo, es casi secundario. Cuando analizás ese período, ves que la inflación no se controló, tampoco el déficit fiscal y terminó con cepo. Lo que había que hacer no se hizo”; finalizó, lapidario, el funcionario.
Lo cierto que la confesión es también un mensaje para el año que se inicia, atravesado por la decisión fundamental que podría significar un acuerdo electoral entre La Libertad Avanza (LLA) y el Pro, para el que existe demasiada especulación pero escasas acciones concretas que alienten a pensar que efectivamente se podrá materializar.
¿Desdoblar para confrontar o no?
A las prevenciones de Milei y su tropa, se suma la reciente decisión del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri que desdobló el calendario electoral para evitar que una buena performance libertaria termine impactando en el bastión macrista por excelencia: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
Para muchos analistas, este anuncio es la confirmación de que Macri finalmente no será candidato en CABA como se ha especulado: aunque con un agregado de mayor morbo si se decidiera la candidatura porteña a diputada nacional de Patricia Bullrich en las listas libertarias.
La ministra de Seguridad viene del ala dura del macrismo pero se ha ido distanciando de Macri en sintonía con la frialdad del Gobierno hacia el ex mandatario. En la misma línea, Bullrich ha marcado constantemente sus reparos a sus ex compañeros de ruta en el Pro y a la misma gestión porteña, tanto con la fuga de presos como con las cárceles de ese distrito.
La virulenta y reciente pelea pública a través de las redes sociales entre Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, no hace más que ratificar la grieta que atraviesa al macrismo y de la que el propio Macri tampoco es ajeno.
Impulsor de los acuerdos para darle sostenibilidad inicial al gobierno libertario, Macri sintió en carne propia cierto destrato y desconsideración a ese gesto. Durante el primer año, osciló entre reconocer acciones y marcar falencias, pero hasta esa distancia con Bullrich da cuenta del sitio incómodo en el que quedó.
Porque aquí no sólo se trata de estrategia, sino también de la metodología o la profundidad del cambio. Una discusión que atraviesa fuertemente al Pro al punto de exhibirse hoy como un partido virtualmente quebrado.
Cornejo, expectante y Hebe, locuaz
El tenor de la disputa hacia el interior del macrismo abarca todo el territorio nacional y puede significar la profundización del ocaso para el ex presidente, y con ello, la tan temida licuación del Pro con la consecuente absorción en el armado libertario.
En Mendoza las diferencias se exhiben por doquier, no sólo entre los demarchistas y cornejistas del Pro, sino que también aparecen cada vez que la inoportuna locuacidad de su figura institucional más importante, la vicegobernadora Hebe Casado, declara ante los medios o utiliza sus redes sociales como quien opina entre amigos o en la sobremesa familiar. A menudo, la “espontaneidad” suele ser el trampolín dialéctico para expresar las mayores barbaridades. La más reciente, la de la polémica sobre el uso de la pirotecnia y el impacto en niños con autismo y las mascotas.
Más allá de los exabruptos oficiales, el Pro local no se referencia en la vicegobernadora (como debería ser por el lugar que ocupa). Pero tampoco en el vencedor en la interna, ahora presidente partidario, el senador Gabriel Pradines. Tal confusión parece ser coletazo de la crisis que derivó en la intervención durante 2023 y el posterior repliegue del verdadero líder, Omar De Marchi, ahora funcionario mileísta en Aerolíneas Argentinas.
Tanto la resolución o no de las diferencias nacionales, como lo que suceda en Mendoza, es de especial atención para Alfredo Cornejo, quien por estos días tiene diversos esquemas de armado para este año electoral. Incluso no se descarta una candidatura “libertaria” de Casado, en línea con aquella posible decisión de Bullrich en CABA.
En gran parte, un acuerdo nacional facilita las chances de ser replicado en la Provincia, pero allí se deberá topar no sólo con la resistencia de los mileístas opositores locales, sino también con aquella que empieza a aflorar en el radicalismo, como la que expresó semanas atrás, Ernesto Sanz.
A toda máquina
Es probable que el debate interno en el macrismo se acreciente en los próximos meses, porque da toda la sensación que se trata de una instancia decisiva para un partido nacido en este siglo y que en su corta experiencia logró llegar a la Casa Rosada y desplegarse por todo el país con representación en las provincias y los municipios, pero que -como sucede con el resto de los actores del sistema político- se ve desorientado y amenazado por el factor MIlei.
En definitiva, y más allá de los posicionamientos, lo que está en juego es la identidad construida en este tiempo y la capacidad de dar respuesta a los problemas responsables del deterioro argentino. El Pro supo tener una receta que también fracasó y que hoy lo obliga a relegar posiciones frente a la novedad libertaria con sus rotundas decisiones asociadas a un coraje que -dicen- el macrismo no tuvo.
La intensidad de la pelea es acorde con las revoluciones a la que gira el motor partidario amarillo, exigido por darle velocidad a la transformación, acelerado como para recuperar el tiempo perdido en el pasado reciente. Una maquinaria que demanda demasiado combustible que no todos parecen dispuestos a alimentar, ya sea porque no coinciden del todo con el rumbo o porque directamente no tienen mucho más para ofrecer en esta carrera.
* El autor es periodista y profesor universitario.
