Mientras las masivas movilizaciones del lunes en gran parte del país profundizaron la grieta política nacional a extremos cada vez más inquietantes, en nuestra provincia hubo tan solo una pulseada por los alcances de la nueva etapa de abordaje de la pandemia. Esa eterna cuarentena de la discordia y el hartazgo de muchos con solo escuchar esa palabra.
En el marco de esa escaramuza, o malentendido, para el gobierno de Suárez la semana fue intensa, pero con resultados satisfactorios desde el punto de vista político. El domingo pasado la expectativa estaba puesta en el contenido del esperado DNU presidencial que amagaba con fijar nuevas restricciones, en el marco de la pandemia, para Mendoza y otras provincias con núcleos urbanos importantes. Hay que recordar que el Presidente, en su mensaje del viernes 9, había afirmado que existía un contraste entre el AMBA y la mayoría de las provincias; mientras en la región metropolitana el nivel de contagios parecía estabilizarse, el Interior ahora pasaba a ser el gran foco de circulación y contagios.
Los colaboradores de Suárez recibieron un anticipo del decreto un par de horas antes de las 24 del domingo. Cuando se confirmó la publicación en el Boletín Oficial comenzó la tarea de interpretación del contenido, que avanzó durante la madrugada del lunes para que se pudiera informar oficialmente a los mendocinos de qué se trataba el enigmático anuncio del jefe del Ejecutivo nacional.
Luego de advertirse la cláusula que facultaba al Gobernador a decidir qué medidas aplicar en su territorio, se allanó el camino para los anuncios del lunes al mediodía, cuando Suárez dijo enfáticamente que Mendoza no retornaría a la llamada fase 1, la de la cuarentena inicial, la más restrictiva. El Gobernador consultó con los intendentes, propios y del PJ; a todos les aclaró que él sería el que decidiría, según lo estipulaba el nuevo decreto. Se suele indicar que entre abogados generalmente hay acuerdos en los pleitos. En este caso, posiblemente Fernández no haya sido del todo claro con su medida para dejar abierta la puerta a los gobernadores para resolver qué hacer en sus provincias. Algo así fue lo que ocurrió. En definitiva, pareciera que no hubo tal fase 1.
No obstante, se generó una polémica con el oficialismo nacional que recién se disiparía con la reunión (“dura, pero en buenos términos”, según voces del Ejecutivo local) del martes en la Casa Rosada. Es que en el PJ mendocino consideran, o sospechan, que Suárez ya estaba advertido de que se propondrían nuevas restricciones justo al cabo de la semana en la que, casualmente, él mismo había dispuesto más flexibilizaciones y una mayor circulación en Mendoza al dejar sin efecto la exigencia de la terminación del DNI los fines de semana. Al final, lo que tuvo que resignar el gobierno mendocino fue mínimo si se compara la situación actual con lo que fue, verdaderamente, la tan recordada fase inicial: quedaron de lado las reuniones familiares y volvió a regir todos los días la circulación según el documento de identidad, entre otras cuestiones.
Como la comunicación presidencial sobre lo que se pretendía de Mendoza y el resto de las 18 provincias afectadas por el aumento de contagios había sido bastante deficiente (detalle aún admitido por algunos referentes del peronismo), en el Gobierno sorprendió gratamente que apareciera el ítem que nuevamente delegaba en el Gobernador la facultad de decidir y ordenar.
El encuentro del martes en Buenos Aires estaba previsto con antelación al DNU de la nueva etapa de cuarentena y la supuesta discordia. Gracias a ello, Suárez regresó con los recursos que necesitaba y debía recibir de la Nación y con buena sintonía en cuanto al conflicto interprovincial por Portezuelo del Viento. El ministro Ibáñez dejó en los despachos del Ministerio de Interior suficiente, por no decir abundante, documentación. Más de uno presumió que ese cónclave podía suspenderlo la Presidencia en razón del supuesto malentendido, pero no fue así. Sí hubo declaraciones críticas previas hacia la decisión de Mendoza sobre la pandemia por parte del ministro Ginés González García y del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, pero todo quedó en amagues.
Luego de tantas marchas y contramarchas y diversas interpretaciones, se confirma lo descripto hace una semana: Suárez quedó bien parado ante los mendocinos por su negativa a cualquier retroceso en materia de aislamiento social. Lo respaldaban, fundamentalmente, los sectores de la economía que habían puesto en marcha sus actividades en Mendoza mucho antes que otras regiones y con más razón Buenos Aires y alrededores. En esos meses todos volvieron a trabajar con protocolos consensuados aquí pero debidamente autorizados por la Jefatura de Gabinete de la Nación. Es cierto que eso ocurrió cuando en territorio mendocino no existía el nivel de contagio que se tiene actualmente. Pero el desafío de mantener en marcha la provincia mientras el sistema de salud no llegue a su colapso todavía lo va ganando el gobierno local, aunque nadie debería cantar victoria.
Otra reflexión sobre lo ocurrido. Desautorizar las reuniones familiares y volver a exigir la terminación del DNI fueron como un salvoconducto para el gobierno de Suárez. La liberación dispuesta poco antes del decreto presidencial de la discordia trazó el camino hacia un posible desborde, no por indisciplina ciudadana sino por una lógica euforia luego de tantos meses de limitaciones. “Mendoza volvió a vivir casi como en la 'vieja normalidad”, tituló “Los Andes” en su edición impresa de hace una semana. No era lo más aconsejable, si bien hay que reconocer que la gente respetó el distanciamiento, uso de tapaboca y otras disposiciones preventivas.
El Presupuesto, a paso lento
El presupuesto para 2021 es una de las prioridades del Gobierno. Se está desarrollando la habitual ronda de informes de los titulares de las distintas áreas del Ejecutivo, pero no hay mayor certeza sobre la fecha de tratamiento, lo mismo que las leyes de Avalúo Fiscal e Impositiva.
Si bien algunos legisladores del PJ sostienen que el tema aún está “verde”, no se advierte mala predisposición del principal sector de la oposición hacia la pauta presentada por el equipo de Hacienda de Suárez. El presupuesto en vigencia fue duramente tratado por los legisladores del peronismo en todo lo relacionado con el abordaje de la deuda provincial y el eventual pedido de mayor crédito. Dura presión al gobernador Suárez como depositario de la situación financiera que dejó la gestión de Cornejo, que la oposición se encargó siempre de cuestionar.
En el kirchnerismo local esperan que vuelva a sus actividades el vicegobernador, Mario Abed, alejado por unas semanas para cumplir el aislamiento reglamentario por casos de Covid 19 en su familia. Se estima que el titular del Senado será movilizador del paquete presupuestario, más allá de que el mismo tiene tratamiento inicial en Diputados, por su cercanía con la dirigencia territorial y su reconocido diálogo con los ex colegas intendentes, tanto de Cambia Mendoza como del peronismo.
El ministro Nieri dijo públicamente que no dudará en pedir las veces que sea necesario el roll over de la deuda provincial, estrategia que fue negada en anteriores ocasiones desde la oposición. ¿Cambiará esta última postura esta vez? Algunos opinan que sí. Habrá que ver si el diálogo que esperan en la oposición llega a tanta complacencia.
Es probable que incida, por qué no, el desarrollo de la “cuarentena”. Dentro de una semana vence el decreto de las mil interpretaciones y si se repiten interpretaciones como las de la supuesta fase 1 otra vez se podría poner a prueba el clima entre oficialismo y oposición. Una voz autorizada del PJ local dijo, con respecto al entredicho por el DNU de Fernández, que la política “metió la cola” en medio de la pandemia. Es lo que faltaba.