Alberto Fernández y el capitalismo

Con tono de sabelotodo, hace un tiempo, dijo Fernández que el capitalismo no dio resultados, en un foro ante el dictador Putin, referente de una plutocracia que se apoderó de las empresas estatales para privatizarlas.

Alberto Fernández y el capitalismo
Presidente Alberto Fernández. Foto: Federico López Claro

“Venimos girando en un círculo vicioso funesto de recriminaciones recíprocas y de males comunes”.

Carlos Pellegrini

Viejos problemas como los señalaba ese notable estadista se han agravado por el descenso de calidad de la política y del que tenemos muestras todos los días con los papelones de un presidente que habla con la soberbia del educado a medias, definición de José Ingenieros para referirse a los mediocres. Juan Bautista Alberdi prevenía sobre la soberbia de los semi analfabetos, y sobre “la barbarie letrada”, por los diplomados incultos.

La Argentina es el único país latinoamericano que tiene tres premios nobeles en Ciencia y la Universidad de Buenos Aires es la única en todos los Estados de origen latino que figura entre las cien universidades más calificadas del mundo.

Por eso, comparando discursos, declaraciones y acciones de gobierno, parece un agravio a la comunidad científica autocalificarse como gobiernos de científicos.

La combinación de soberbia e ignorancia es peligrosa, y más si la tienen los que detentan el poder político. Uno de los defectos, no solo de ahora, de las dirigencias políticas es su aldeanismo, su desconocimiento del mundo, de las relaciones de poder globales, del impacto de las nuevas tecnologías.

Con tono de sabelotodo, hace un tiempo, dijo Fernández que el capitalismo no dio resultados, en un foro ante el dictador Putin, referente de una plutocracia que se apoderó de las empresas estatales para privatizarlas y que dijera que el que añora la Unión Soviética “no tiene cabeza”. ¿Qué dirán los chinos que deben recordar las hambrunas de Mao?

El mundo no es el de la Guerra Fría y hoy la opción no es capitalismo o socialismo sino capitalismo democrático o capitalismo autocrático.

Para enterarse de los aportes del capitalismo sería conveniente que el presidente de la República leyera el Manifiesto Comunista redactado por Marx y Engels, el elogio más contundente a la burguesía capitalista que sacó al mundo de la condena a la pobreza y a la estratificación social.

El anacronismo es un grave problema del país. Y en esto no hay grietas. Algunos añoran el centenario de Mayo y los logros de la generación del ochenta. Otros el primer peronismo. Los menos sensatos la peor década argentina la de los setenta, la de la guerrilla de los imberbes que querían implantar una dictadura y la represión sin respeto de la ley y los derechos humanos. Mientras tanto tienen lugar acontecimientos fascinantes en el mundo con la revolución científica tecnológica y la economía digital.

A los argentinos, que innovan y se incorporan a esa nueva economía y generan los empleos del futuro se les ponen trabas y aparecen las sindicalistas que además de mafiosos extorsionadores son reacios al progreso y la modernización.

Una política internacional inteligente busca el interés nacional y relacionarse con todos los que pueden aportar para nuestro progreso. Pero también debe tener en cuenta la región donde vivimos y por supuesto el sistema de valores al que adscribimos desde los inicios de esta nación, antes de que se formara el Estado y las aspiraciones de los padres fundadores que pusieron como pilares fundantes, el valor de la libertad y el de la igualdad.

No son ninguno de los dos los que imperan en las autocracias.

El gobierno parece que ignora que Rusia es la economía decimotercera del mundo. No es más que Brasil salvo en poder militar.

Lo hemos comprobado con las vacunas. El problema de la Spunitk V no es la calidad de la ciencia rusa, es la debilidad de la estructura industrial rusa y el contraste con los Estados Unidos es contundente. Con el país en el que nos hemos empeñado, por un largo tiempo, en no recibir ninguna de sus vacunas. La ideología sobre la salud de los argentinos..

Alberto Fernández no conoce el mundo ni conoce la historia ni el país. El país donde casi el 60 % de su pueblo tiene sangre anterior a la conquista hispana. Hace más de cien años Ricardo Rojas escribía “Eurindia”, para recordar que los argentinos venimos del mestizaje de esos orígenes.

Tampoco sabe de nuestros vecinos, por ejemplo la bandera del Brasil tiene los colores de los Braganza por el emperador Pedro I y de los Habsburgo por la emperatriz Leopoldina, su esposa. Y tienen mucha sangre africana, que corre más de lo que se cree en las venas de los argentinos.

El país de los emprendedores de la agroindustria argentina, de los talentosos que vemos en nuestra literatura, los teatros, los conciertos, el arte, los museos, de los innovadores de la nueva economía digital, de los investigadores... merece otra política capaz de hacer ingresar al país en el siglo XXI, saliendo de la mediocridad, las nostalgias y del laberinto de la decadencia rompiendo el nudo gordiano de las corporaciones del atraso y el fracaso.

*El autor es miembro de la Academia Nacional de la Historia

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