Los distintos frentes y partidos comienzan arduas discusiones en relación con la selección de candidatos para las próximas elecciones.
1. Los tres partidos principales de Juntos para el Cambio comenzaron una puja por acceder a esas candidaturas. Rodríguez Larreta ha planteado su candidatura. Pero también participarían Patricia Bullrich y María Vidal y hasta quizás Mauricio Macri. Partidos que se consideran relegados en la gestión de gobierno que contribuyeron a lograr, visualizan su supuesto derecho a ser partícipes relevantes en lo que suponen próxima etapa, tales como Gerardo Morales y Facundo Manes en el radicalismo y Elisa Carrió en Coalición Cívica.
2. Dentro del frente gobernante, Cristina Kirchner, indiscutiblemente su líder más relevante, renunció a cualquier candidatura, ante la perspectiva de lo que supone la continuidad de acciones judiciales tendientes a impedir su participación. Scioli ya manifestó su intención, aunque supeditado a la no presentación de Alberto Fernández. Debe recordarse que Scioli es uno de los candidatos más promisorios, ya que perdió ajustadamente la elección presidencial en 2015, afectado por maniobras televisivas y fake news que influyeron notoriamente en las elecciones de la provincia de Buenos Aires. Se mencionan otros nombres, cuya postulación tendría arduas dificultades, como Wado de Pedro, mientras que Kicillof preferiría concentrarse en la renovación de la gobernación.
3. Ahora bien, normalmente, el candidato más viable en un gobierno es la reelección del presidente. Ello por dos motivos básicos: el hecho de que ya está desempeñando el cargo y el grado de conocimiento de la población. Todo ello puede o tiene que estar potenciado por los resultados de la gestión. Diversos medios nacionales de comunicación, percibidos como vinculados con la oposición, se han concentrado sistemáticamente en esmerilar la imagen presidencial.
En algunos momentos se conocieron comentarios críticos respecto de temas económicos por parte de Cristina Kirchner. Pero el hecho de que fueron públicos admite algunas interpretaciones. La explicación obvia es que eran indicaciones tendientes a destacar la necesidad de lograr determinados objetivos. Pero ante las dificultades para un mejoramiento rápido en la situación de sectores vulnerables, son útiles también para evitar la deserción militante. O, casi como en un juego del policía bueno y malo, plantean un mayor espacio, al fijar metas más distantes, para que los gobernantes puedan actuar con mayor libertad frente a los condicionantes de ciertos sectores. Tal como explicó recientemente Máximo Kirchner, no deben interpretarse como críticas a la figura presidencial.
4. Pero: ¿cuál es la realidad? La gestión del presidente implicó a) una tremenda crisis heredada de endeudamiento de corto plazo, b) la tragedia de una pandemia mundial y luego c) una guerra que trastoca importantes variables.
a. El tratamiento de la deuda puede calificarse de satisfactorio. Se redefinió la deuda con privados, postergando pagos y disminuyendo intereses. El acuerdo con el FMI permitió, inéditamente, evitar interferencias en determinadas políticas sociales, laborales e impositivas, estableciendo un esquema de cancelaciones mucho más racional. Se han ido cumpliendo las metas acordadas y dado las consecuencias de la guerra en Ucrania y la sequía que afecta las exportaciones de cereales, se ha previsto un reajuste en el nivel de reservas acordado, que es el único parámetro aparentemente discordante. Queda pendiente el conflictivo tema del sobrecargo en los intereses que los países desarrollados se resisten a anular.
b. Ya desaparecieron las interferencias en la actividad económica determinadas por la pandemia, sobrellevando el estado de desinversión en que había quedado el sistema sanitario y accediendo a vacunas de diversos orígenes.
c. La invasión de Ucrania determinó incrementos en los costos de energía y de insumos esenciales. Surgieron beneficios por la suba de precios de exportación de cereales y derivados, pero atenuados por los incrementos en los costos de transporte internacional. Aunque estas complicaciones tienden a normalizarse se estima un costo para el país de us$ 5.000 millones, que es lo que justifica algún reajuste en el nivel requerido de reservas.
d. Se han cumplido sistemáticamente las pautas acordadas con el FMI, con un nivel manejable de deuda externa. Se logró un crecimiento del 5,2% del PBI en 2022, con un crecimiento de la industria del 6,5%. Siguen las dificultades para reducir la inflación, aunque aparentemente se mantendría por debajo del 6% mensual, en un camino aparentemente promisorio para una disminución paulatina.
e. En la obra pública hay decisiones trascendentes. La concreción del gasoducto troncal, uniendo Vaca Muerta con Santa Fe, permitirá la disminución de las importaciones de gas a mediados de 2023. Se agregan otras inversiones en el sector, previendo la notable expansión en la región.
f. La persistencia del déficit fiscal, aunque dentro de los límites previstos y las especulaciones con el dólar blue crean anticipos de incrementos de precios. Esto tiende a crear las denominadas “expectativas de inflación” que tienen los actores económicos, aludidas por el presidente. Siguen perjudicando los altos niveles de evasión, que es un problema mundial, quizás atemperados levemente por algunas medidas más innovadoras de control. El acuerdo de intercambio de información con USA, ya con diversas concreciones, está tendiendo a disminuir este problema.
Veremos qué novedades surgen de estos procesos.
*El autor es Profesor Emérito UNCuyo