Alberto Fernández no nació de un repollo

No nos engañemos y digamos las cosas como son: este último gobierno peronista fue el cogobierno de Cristina y Alberto. Como el titiritero mister Chasman y el títere Chirolita. Una daba las órdenes y el otro recibía los sopapos. A fines del año pasado no estalló un gobierno malo de cuatro años, sino un régimen pésimo de casi 20 años. Y ahora, con el affaire del golpeador golpeado, acaba de estallar del todo y para todos. Acá mucho más que una responsabilidad individual, hay una responsabilidad colectiva que el peronismo se niega a aceptar porque carece de capacidad para la autocrítica, lo que le permite seguir sobreviviendo, pero le impide absolutamente renovarse o mejorar.

Alberto Fernández no nació de un repollo
Martín Insaurralde y Alberto Fernández. Cristina los cría y ellos se juntan.

La sensación que se vivió dentro de todo el peronismo fue similar a la de un hormiguero al cual atacan con una manguera. Y con agua fría. Cada cual corrió con desesperación para protegerse en el lugar o refugio que tenía más a mano, porque la dispersión y la fuga que se vivió fue inmensamente superior a la que ocurrió durante la debacle electoral frente a Milei.

Nadie en el peronismo resultó ileso del affaire Alberto-Fabiola, como que una cosa es perder un gobierno mediante un comicio y otra cosa es perder la superioridad moral, esgrimida en particular por el hegemónico kirchnerismo, de guardián inclaudicable de los derechos humanos, y en particular de las políticas de género. Con los demás réprobos (que estaban creciendo en cantidad de modo preocupante) podían mirar para otro lado. Como con Alperovich, hoy en cana. Del clan Sena inculpar sólo a Capitanich, o ni siquiera. Con el matancero Espinoza seguir el “honesto” de Kicillof defendiéndolo desvergonzadamente pese a estar procesado por violación. O con Pedro Brieger si te he visto no me acuerdo. Pero ahora, aunque devaluado, se trataba de un presidente de la Nación, y éste con su torpeza inundó el hormiguero de agua helada con sus presunciones de golpeador de mujeres.

No sé si ha sido la crisis más grave que ha vivido el peronismo en su largo vida, pero no recuerdo alguna que los haya afectado tanto a todos. Es como que algo imprevisto se les hubiera desmoronado en tanto movimiento político. Es como que se hubieran caído las pirámides en Egipto. Ese es el sentimiento vivido por todos ellos, pero la respuesta ante el resto de la sociedad fue la de siempre: la hipocresía. El yo no fui. Ninguno fuimos. En todo caso fue uno solo al que nos apresuramos a correrlo del medio y de la historia. Que lo intentaron lo intentaron. Pero esta vez no les será tan fácil pese a tratarse el actual peronismo de la única organización política argentina carente de nula autocrítica.

Según ellos, los cuatro años horrorosos de Alberto presidente y Cristina vicepresidente fueron todos responsabilidad de la herencia del gobierno de Macri. Y según ellos, la herencia similar -o peor- a la de la implosión de 2001/2 que nos dejaron al finalizar su gestión en 2023, al día siguiente de asumir Milei ya era culpa de éste.

Cristina, aunque cada día fue despreciando más y más a Alberto a medida que avanzaba su presidencia, no lo despidió diciendo que había sido un mal presidente. Eso lo dijo ahora porque vio que el mundo se le venía encima a todos los peronistas incluso ella (particularmente ella, creadora indiscutida y casi exclusiva del monstruo). Y con alevosa premeditación comparó al presidente acusado de golpeador de mujeres con los gobiernos de De la Rúa y de Macri. A ver si lo podía poner del bando de los malos y salvarse ella y poder salvar a la mayor cantidad de los suyos para que siguieran siendo considerados en el bando de los buenos. Hubo hasta chiflados de toda chifladura y oportunistas de toda laya que insinuaron que Alberto ejercía con Cristina una violencia parecida a la que le hacía sufrir a Fabiola. Cuando la violencia psicológica absoluta la ejerció durante sus cuatro años de gestión Cristina contra Alberto, un pobre cobardón que se somete a los más poderosos que él y somete a los más débiles que él. Y Cristina siempre lo supo. Y siempre lo maltrató. Lo que no sabía es que iba a ser tan inútil. Lo acusó de no hacerle caso en nada cuando ese insignificante personaje se movió durante toda su presidencia con la finalidad de hacerle caso en todo. Pero no le salía. Ojo, a veces. Porque muchas veces las órdenes que le daba Cristina no podían sino conducir a pésimos resultados. No le echemos toda la culpa a Alberto, Cristina no sólo lo inventó, también lo usó hasta el cansancio y hasta sus propios errores (que no fueron pocos) los cargó en la cuenta del pobretón. Lo que pasa es que cada día lo fue odiando más porque el presidente títere no la podía liberar de sus deudas con la justicia. Pero eso ni Superman podría.

No nos engañemos, entonces. y digamos las cosas como son: este último gobierno peronista fue el cogobierno de Cristina y Alberto. Como el titiritero mister Chasman y el títere Chirolita. Una daba las órdenes y el otro recibía los sopapos. A fines del año pasado no estalló un gobierno malo de cuatro años, sino un régimen pésimo de casi 20 años. Y ahora, con el affaire del golpeador golpeado, acaba de estallar del todo y para todos. Acá mucho más que una responsabilidad individual, hay una responsabilidad colectiva que el peronismo se niega a aceptar porque carece de capacidad para la autocrítica, lo que le permite seguir sobreviviendo, pero le impide absolutamente renovarse o mejorar. No se dan cuenta que de tal modo cínico esa permanencia no les sirve para nada porque cada día se van transformando en peores y más incapaces de mejorar la realidad.

Conocí muchísimos radicales cuando cayó el gobierno de De la Rúa que se sintieron parte sustancial del fracaso de esa gestión. Y también conocí una gran cantidad de macristas que se culpaban tanto como culpaban a Macri de haber perdido la presidencia. En cambio los peronistas cuando pierden, la culpa es solo de algún chivo expiatorio pero ellos colectivamente no tienen la culpa de nada. Son autoinmunes al fracaso. Los únicos que aceptaron la autocrítica, los peronistas renovadores de los años 80 encabezados por Antonio Cafiero y los gobernadores que le ganaron al alfonsinismo en 1987, fueron también los únicos que jamás alcanzaron el poder. Es cierto que su papel histórico fue fundamental porque incorporaron el peronismo a los valores de la nueva democracia pero los que disfrutaron de las mieles del poder fueron Menem primero y los Kirchner después, que recuperaron al viejo peronismo y a los feudalismos provinciales, con lo que deterioraron en vez de fortalecer los valores culturales de la nueva democracia.

Sin embargo, a pesar de todo, ahora parecen estar en problemas mayores. Es que la intención primera de todos los peronistas (empezando, como siempre por Cristina) luego de las denuncias por golpeador fue la de insinuar que Alberto Fernández nació de un repollo. Que nada tenía que ver con ninguno de ellos. Pero esta vez no se lo creyó nadie. Más bien, si alguien se estaba comenzando a olvidar, ahora recordaron con más claridad que nunca que Cristina fue la creadora, que Alberto fue la criatura y que Sergio Massa fue el candidato de ambos. Que los tres son las cabezas responsables de todo, del desastre que hicieron y del aprovechamiento compartido de cuatro años de gobierno donde no renunció nadie. Fue el gobierno de todos los peronistas (menos el de dignísimas excepciones que se pueden contar con los dedos de la mano), fue su póliza de seguros donde todos cobraron su comisión. La única diferencia es que en vez de actuar como tantos radicales y tantos macristas que se hicieron corresponsables del fracaso de sus gobiernos, del fracaso del peronismo no se hizo responsable nadie. ¡Ni siquiera Alberto Fernández!, el cual ya estaba comenzando a discursear de nuevo ante los primeros contratiempos de Milei, como si no hubiera pasado nada.... hasta que se descubrió que le pegaba a las mujeres. Y entonces ya no pudo zafar de eso ni de nada, pero todos los demás cumpas intentaron ver si podían echarle toda la culpa a él, no solo de las golpizas sino de todo por siempre jamás.

Pero esta vez el agua salpicó a todo el hormiguero. Lo que no se sabe es si los peronistas, mojados y todo, tienen real conciencia de lo que históricamente aconteció con estas revelaciones de abusos. De como los afectó a todos, no solo al “okupa”. O si seguirán por la misma senda de culpar siempre a los otros con esa capacidad bíblica que tienen de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Sin embargo, esta vez parece que las cosas están cambiando. Cada vez hay menos repollos embarazadores.

* El autor es sociólogo y periodista. clarosa@losandes.com.ar

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