“La experiencia es un peine que te regalan cuando ya te has quedado pelado”. Dicho popular
¿Qué papel juega la experiencia en nuestra existencia, como miembros de esta sociedad en crisis sin fin? ¡Pareciera que muy poco! A juzgar por nuestros comportamientos, cuando actuamos en política o votamos, casi no la utilizamos. Así se cumple este dicho popular ya que, evidentemente, no sabemos utilizar la experiencia para aprender y basarnos en la comprensión y el entendimiento al votar o hacer política.
Según los encuestadores desde hace más de treinta años, “la gente vota emocionalmente”. Y sin dudas, es una verdad contundente, al ver cómo se vota en cada elección, recurriendo de manera contumaz al pasado, a lo que ya está demostrado que no sirve y que se repite una y otra vez.
Y esta conducta electoral se complementa con la de nuestros políticos, a los que se los escucha proponer ininterrumpidamente, las anacrónicas y fracasadas recetas que con sus repetidos, viejos y cansados rostros, nos llevaron al hundimiento de este Titanic de pesadilla en el que se ha convertido nuestra sociedad.
Así se sigue votando al viejo populismo porque “Macri me desilusionó”, “no cumplió o me defraudó” y entonces se vuelve a votar al populismo más cerril del pero-kirchnerismo o sus variantes de “pseudo centro” como Lavagna o se acepta, sin chistar, que un gobierno no termine (léase De la Rúa o Alfonsín) para que vengan los “salvadores” de siempre o se les tire treinta toneladas de piedras, o se corten, sin ningún respeto, las vías de circulación o se mantengan los feudos provinciales populistas, que a lo largo y ancho del país gobiernan con las mismas caras, mínimo desde hace 25 años: anclados en la pobreza, la restricción de la libertad de expresión, el adoctrinamientos escolar, el coto de caza del Estado, el fraude y mil artimañas electorales más.
El papel del “relato” usado por la corporación política
El famoso “relato” toma las mil formas, caras y palabras y se manifiesta en los innumerables planteos sobre el FMI, la inflación, los poderes concentrados, la oligarquía o en su nuevo formato: “tengo fe en la gente”, “ahora sí vamos a salir”, “hay que bajar impuestos”, “hay que ayudar a las Pymes”, “ojo con la anti política, porque aumenta la grieta y vamos a la parálisis institucional permanente y el caos”, “estamos frente en un momento muy peligroso”, etc.etc.
Este “relato”, generado por ideologías políticas varias, la locura, la insensatez, la paranoia o la “sarasa”, tiene la misma función: amalgamar y homogenizar lo emocional ya sea que se exprese en forma de enojo, desilusión, hastío, frustración, bronca o impotencia.
Todas emociones que surgen del engaño, la mentira, la incapacidad, la falta de idoneidad, la desidia o la ineptitud reinante en nuestra dirigencia política y que se fuera consolidando a lo largo de más de cincuenta años.
La solución
La oposición deberá ser lo que nunca ha sido y por nuestra parte pedirles hechos concretos y reales de cambio y que dejen de ser los “comentaristas de la realidad” explicándonos lo que vemos y hemos visto hasta el cansancio! Soluciones y acciones concretas: basta de sarasa!
Que dejen de pelearse por los cargos y los privilegios que obtienen usufructuando su propia acción política.
Al pero–kirchnerismo todo esto le conviene y mucho, porque a ellos sólo les interesan los próximos dos años ya que están absolutamente inmersos en el corto plazo y convencidos que, pase lo que pase, el 35% es suyo. Solo saben mirar para atrás y “cuanto peor mejor”.
Por último: ¿Cuándo pasaremos del voto emocional al “racional/comprensivo” que pasa por saber que solo construiremos sobre bases sólidas? Cuando se respete la Constitución y las leyes, la Justicia imparta realmente justicia y se consoliden las pautas republicanas de conducta que son, la mejor manera de vivir en sociedad. Junto a exigir al político y administrador de la cosa pública: ética y compromiso con el bien común.
Así los que despertemos de esta pesadilla populista, seremos los que liberaremos definitivamente a esa gran mayoría que todavía permanece dormida.
*El autor es sociólogo