África y un dominó de golpes de Estado

En lo que constituye una clara señal de que el mundo avanza hacia una nueva confrontación Este-Oeste, el bloque euro-norteamericano y la Rusia de Putin, con el aval y peso económico de China, empiezan a convertir al África en un potencial campo de batalla

Un cartel roto del presidente de Gabón, Ali Bongo Ondimba, en una calle de Libreville, Gabón, el 30 de agosto de 2023, el mismo día que fue derrocado. (Foto AP/Yves Laurent, archivo)
Un cartel roto del presidente de Gabón, Ali Bongo Ondimba, en una calle de Libreville, Gabón, el 30 de agosto de 2023, el mismo día que fue derrocado. (Foto AP/Yves Laurent, archivo)

Como fichas de dominó, los gobiernos civiles van cayendo en el Sahel y en el África ecuatorial. La relación de Francia con sus ex colonias ofrece el Talón de Aquiles al que Rusia está disparando con precisión sus dardos. El Kremlin asoma por detrás de las conspiraciones militares que desembocan en golpes de Estado. El flanco abierto por Francia está en el acceso a los recursos naturales de sus colonias y también en el fracaso de las fuerzas militares galas en la lucha contra milicias yihadistas como Boko Haram y las franquicias de ISIS y Al Qaeda.

En el tablero estratégico del Kremlin, África es el flanco por donde atacar el corte que Europa hizo a la importación de hidrocarburos rusos. El trato abusivo y corruptor de empresas francesas y la predisposición de los gobiernos civiles a ser funcionales a los intereses de París, facilita la predisposición de los generales africanos a virar hacia Moscú.

Gabón es el último país donde los militares derrocaron un presidente civil. Después del golpe de Estado del 2020 en Mali, se sucedieron los regímenes militares en Guinea Conakri (2021), Burkina Faso (2022) y en julio de este año ocurrió en Níger, mientras en Sudán y Burundi se libran guerras de facciones.

También la influencia rusa habría generado la ruptura de la alianza entre el ejército sudanés y la milicia FAR formada tras la caída del dictador Omar al Bashir, iniciando en Jartún la guerra que todavía desangra a Sudán.

La epidemia golpista llegó a Gabón, territorio que fue conocido hasta 1960 como Congo-Brazzaville y formaba parte del África Ecuatorial Francesa. Desde entonces tuvo sólo tres presidentes. El primero fue León M’ba, a cuya muerte, seis años después de asumir el cargo, lo sucedió su vicepresidente Omar Bongo, quien gobernó hasta su muerte, 42 años más tarde.

Desde entonces, la presidencia estaba en manos de su hijo, Alí Bongo, quien ya llevaba catorce años en el poder cuando fue derrocado por los militares de ese país petrolero de la costa atlántica.

Los tres presidentes civiles fueron elegidos en las urnas, pero es posible que sólo las dos elecciones que ganó León M’ba y las primeras de Omar Bongo fueran transparentes. Las denuncias de fraude se multiplicaron desde que Bongo padre superó las dos décadas de poder y también salpicaron los triunfos electorales de su hijo Alí.

El fraude fue uno de los argumentos esgrimidos ahora por los militares golpistas. El otro es que Alí Bongo estaba al servicio de los intereses franceses y recibía millonarios sobornos de las empresas galas.

Que los presidentes anteriores hayan sido civiles y realizado elecciones, no implica que Gabón tuviera una verdadera democracia. La familia Bongo imponía un poder dinástico y la corrupción era endémica como en todos los países del Sahel y del África ecuatorial, donde los gobiernos franceses y las empresas de la antigua potencia colonial corrompían las clases dirigentes para seguir abasteciéndose de las materias primas que requiere la metrópoli.

Más allá de los vicios que la política africana de Francia ha mostrado muchas veces, la cadena golpista se explica en la influencia que está ejerciendo Moscú. Para Putin, tiene crucial importancia estratégica privar a países europeos del abastecimiento de petróleo y otras materias primas que les proveía Rusia hasta que la invasión a Ucrania redujo enormemente esas importaciones.

Níger provee a Francia el uranio con el que funcionan sus centrales nucleares y parte del petróleo que importa la potencia europea proviene de Gabón y Sudán. Moscú espera que el régimen militar establecido en Libreville, la capital gabonesa, corte el envío de petróleo como los militares de Níger están cortando el envío de uranio. El golpe en Gabón complica también el plan de los estados pro-occidentales del oeste africano, reunidos en la llamada Comunidad Económica de Estados del Occidente Africano (CEDEAO) de enviar un contingente militar multinacional para restituir la democracia en Níger.

Primero fueron los militares que gobiernan Mali y Burkina Faso los que advirtieron a CEDEAO que enviarán sus ejércitos a apoyar a los militares nigerinos. Ahora podría sumarse Gabón al frente de regímenes castrenses decididos a enfrentar con las armas a los Estados pro-occidentales que intenten restaurar en el poder a los gobiernos civiles derrocados.

Los nuevos regímenes militares serían apoyados desde China, que ampliaría con ellos su avance arrollador a través de obras de infraestructura a cambio de control de áreas estratégicas en el continente negro.

En lo que constituye una clara señal de que el mundo avanza hacia una nueva confrontación Este-Oeste, el bloque euro-norteamericano y la Rusia de Putin, con el aval y peso económico de China, empiezan a convertir al África en un potencial campo de batalla.

* El autor es politólogo y periodista.

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