En la actualidad y desde hace mucho tiempo, un gran número de usuarios ha recurrido a las motocicletas para dirigirse a sus trabajos u ocupar esas unidades como medio laboral o simplemente utilizarlas para pasear.
Razones económicas, la necesidad de evitar el tránsito diario o simplemente por la pasión por las dos ruedas, el hecho es que Mendoza tiene un abultado parque de motos.
Aunque en los dos tipos de vehículos pueden ocurrir siniestros graves en las vías de comunicación, los percances en motos son los que se producen con mayor proporción, causando en su mayoría el deceso de personas jóvenes.
En la realidad mendocina del tránsito, un elevado porcentaje de muertes en incidentes viales ocurren en moto.
Son dramas reiterados que no se han podido disminuir y, lamentablemente, casi todas las semanas los medios de difusión tienen que ocuparse de casos luctuosos en los que han intervenido motocicletas.
Al escribir este comentario, el último suceso que se había registrado en este segmento de la accidentología, se produjo el martes 16, en la lateral norte del Acceso Este (Guaymallén), pasando Elpidio González, donde un motociclista de 27 años fue embestido por un transporte de carga y murió en el acto, al tiempo que el rodado en el que se desplazaba fue encontrado varios metros más adelante al quedar enganchado a la carrocería del vehículo mayor. Como señalamos, es un drama reiterado que se repite a lo largo y lo ancho de nuestra geografía, sin que se pueda poner remedio a tamaño flagelo, pese a campañas viales y las exhortaciones de los especialistas en esta temática.
Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, 43,8% de las víctimas fatales corresponde a personas que viajaban o conducían motos. Estamos seguros de que ese índice también se registra en Mendoza o es mayor.
Aunque las estadísticas sean duras, aún la sociedad no toma debida conciencia de la situación.
Contrariamente a lo que se puede suponer, buena parte de los incidentes de motocicletas son causados por un descuido de quienes conducen otros vehículos, como podría haber ocurrido en el caso del joven que murió en Guaymallén.
En otros, hay preponderancia en la causa de anomalías en el estado de las calzadas de calles y rutas y no por el propio motociclista.
También obran como desencadenantes de sucesos trágicos, el exceso de velocidad del motociclista y, a veces, el comportamiento de conducción inadecuado para el tipo de calzada por la que se está viajando.
¿Se podrá disminuir este flagelo de accidentes en dos ruedas? Debería poderse con la colaboración de los conductores de vehículos mayores, que deben tener muy en cuenta la presencia de la moto en los caminos y arterias ciudadanas. De manera inapelable con el concurso del principal interesado, el motociclista, quien tendría que esmerarse en el cumplimiento de determinados ejes de protección: controlar el vehículo que conduce (frenos, neumáticos, espejos, luces, etc.); asegurar el comportamiento al guiar (si es de noche, si llueve, si marcha por la ciudad o en una ruta). Finalmente, lo que es norma para todos: respetar las normativas de tránsito, especialmente la velocidad.
