A propósito de un monumento: de la independencia a la gloria

Hoy nos encontramos ante la encrucijada de bajar aquel Olimpo a estados más mundanos e instalar actividades gastronómicas al lado de lo que nos trasciende, lo que está más allá de nosotros.

A propósito de un monumento: de la independencia a la gloria
Imagen ilustrativa

De la independencia a la gloria fue el camino de la Gesta Sanmartiniana, llevada a cabo por un genio militar, un político inconmensurable y un libertario que nunca claudicó en sus convicciones, seguido por héroes aguerridos y apoyado por una civilidad que entendió que aquello no era imposible, sin que era necesario.

Este camino de entrega y genialidades se inicia con el convencimiento del poder de la Libertad y la Independencia y termina en el éxito absoluto de la gloria, que es en definitiva, esto y mucho más, lo que nos trasmite el monumento que encontramos enclavado en el Cerro del mismo nombre en nuestra provincia.

En diseño arquitectónico y urbano, el párrafo precedente, lo llamamos Conceptualización. Hoy podemos recrear la grandiosa empresa en esa suerte de promenade mendocino, recorriendo esa extensión urbana que se materializa en el eje que une la Plaza Independencia con el Cerro de la Gloria.

Podemos iniciar nuestro ascendente recorrido subiendo desde las cuatro manzanas y los frisos independentistas que visten la Plaza, tomar las avenidas Sarmiento y Emilio Civit, cruzar los Portones, tan bien colocados en el parque de Thays -nunca mejor ingreso al santuario verde de la civilidad mendocina- y seguir por Avenida del Libertador; el nombre de la circulación ya nos pone en perspectiva hacia dónde vamos.

Finalmente el último tramo de nuestro recorrido, el más escarpado, el más difícil, emulando la gesta y por fin la gran explanada y el Monumento.

Este camino recorrido tiene la carga de la sacralidad de lo que representa este Monumento, mendocino, argentino, universal y es la sacralidad, que le da la empresa sanmartiniana al enclave de ubicación y la celebración en monumento de esa gesta.

Hoy nos encontramos ante la encrucijada de bajar aquel Olimpo a estados más mundanos e instalar actividades gastronómicas al lado de lo que nos trasciende, lo que está más allá de nosotros.

Sería una verdadera torpeza histórica, cultural y social, quitarle esa sacralidad al Monumento. Celebrémoslo, pongámoslo en valor, cuidemos y revaloricemos el lugar, el entorno y los accesos, busquemos actividades que convoquen el estar desde lo sublime, lo trascendente. No desde lo gastronómico.

El monumento nos identificará culturalmente como sociedad, no caigamos en la banalidad de pretender convocar la visita al templo colocando un quiosquito musical al lado del altar.

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