Este aniversario encuentra al Líbano sumido en una de las peores crisis de su historia. Un Líbano unido frente a los múltiples intereses de los países de la región y las grandes potencias, donde predomine la comunión de todos sus lideres y ciudadanos podría ser la luz al final del oscuro túnel que transita el país.
Hoy los libaneses necesitan reconquistar su tradición de convivencia y tolerancia para recuperar la paz dentro de sus fronteras; unirse tras un objetivo común: salvar al Líbano. Todos sus líderes deberán dejar de actuar egoísta y sectariamente y comenzar a trabajar en forma mancomunada para lograr la estabilidad política y el bienestar de su pueblo.
Y, mientras algunos vuelven a poner el foco en las diferencias religiosas y pretenden agrandar las grietas que dividen a unos y a otros, terceros les roban a los libaneses sus riquezas naturales, tan preciadas y necesarias para ayudar al país a salir adelante.
Aquí vale la cita de uno de los versos de la obra “El Gaucho Martín Fierro”: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera”.
El Líbano debe recuperar su identidad, su esencia gloriosa, volver a ser faro inspirador en la región, capital intelectual, económica y cultural, centro comercial y turístico; aquello que le valió ser conocido en el mundo como la Suiza o el Paris de Oriente.
Los libaneses, desde el Líbano y su diáspora, tenemos la obligación de unirnos y hacer un esfuerzo especial para colaborar en el proceso de recuperación de la Nación, evitando más muertes inútiles, el hambre que sufre gran parte de su población y que los jóvenes no vean otra salida que irse del país.
Alzamos nuestras manos al cielo en oración pidiendo, “Dios salva al Líbano y a sus habitantes”, para que vuelva a resurgir victoriosamente, una vez más, como el ave fénix. “Viva el Líbano, libre, soberano e independiente”.
*El mail del autor es aldo.canaan@fundal.org