40 años de Alfonsín a Milei. Democracia y casta

Se parecen, cada cual con sus estilo, en tener filosos discursos. Los intérpretes digitales tratan de mostrarlos antagónicos, sin embargo, comprendiendo los contextos históricos, es dable pensar de una manera contraria. Alfonsín demostró tener coraje para enfrentar a las corporaciones. Milei tiene el coraje y la determinación necesaria para terminar con muchos nidos de corrupción y privilegios.

40 años  de Alfonsín a Milei.  Democracia y casta
Raúl Alfonsín y Javier Milei

El regreso a una democracia estable para todos los tiempos luego de largos años de oscuridad tuvo un protagonista clave: Raúl Alfonsín, el presidente que tomó las riendas en 1983 tras la desolación socioeconómica, que dejaron siete años de dictadura de aquellos militares.

Tal fue la más pesada herencia que recibiera un gobierno en estos 40 años de continuidad democrática. Alfonsín no es historia. Pasó a la historia -no solo en Argentina sino en gran parte del mundo occidental-por ordenar, días después de asumir, que se juzgue a los líderes de las juntas militares que habían gobernado cruel y violentamente entre 1976 y 1983.

Estos además, habían promulgado un decreto ley de autoamnistía para obtener impunidad, que el Congreso a instancia de Alfonsín, anuló.

Creó Alfonsín, la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas (Conadep) cuyo trabajo fue recopilar las evidencias que sirvieron de base para el juicio a las juntas.

Este conjunto de notables, encabezados por el escritor Ernesto Sábato, recogió denuncias sobre los secuestros, torturas y asesinatos de miles de argentinos que habían sido detenidos ilegalmente en centros clandestinos por las fuerzas de seguridad.

Alfonsín además, firmó el decreto 175/83 que dispuso los juicios a las cúpulas guerrilleras y la Procuración General de la Nación puso en marcha los procesamientos de Mario Firmenich; Fernando Vaca Narvaja; Ricardo Obregón Cano; Rodolfo Galimberti; Roberto Perdía; Héctor Pardo, todos de Montoneros; y Enrique Gorriarán Merlo, del ERP.

En octubre de 1990, el presidente Carlos Menem indultó tanto a los jefes militares como a los guerrilleros, bajo el supuesto propósito de alcanzar la pacificación y la reconciliación nacional.

El desastre social y económico, el fuerte endeudamiento con el FMI -en parte para sostener una guerra- y el tema de los crímenes de militares golpistas y de los guerrilleros de montoneros y FARC, configura un totum que nos lleva a sostener que ningún gobierno de la nueva democracia, recibió una herencia tan pesada.

Los temas institucionales para fortalecer la democracia y la libertad para siempre, los resolvió -Alfonsín- con absoluta e inigualable eficacia. Cumplió, en parte, con la agenda social tratando de contener el desborde que recibió y claramente no pudo o no supo resolver la intrincada herencia económica que recibió.

De aquel gobierno al actual del presidente Javier Milei, pasaron cosas y pasaron los K. Pasaron innumerables planes económicos, el austral, la convertibilidad el “platita” y cuatro o cinco más.Todos fueron un fracaso notable.

Luego de un largo derrotero democrático llega Javier Milei con una promesa económica que ni los más creyentes podían prever cuando, ya siendo presidente de la Nación, comenzó a ponerlos en práctica.

El ataque a inflación (el mas trágico y desigual impuesto que afecta a todos pero especialmente a los sectores mas vulnerables) está dando buenos resultados, de un 25% mensual ya en octubre pasado la inflación cayó a menos del 3% mensual. La lucha sin cuartel para lograr el equilibrio fiscal está funcionando. Así también, entre otras medidas, deben mencionarse un sinnúmero de regulaciones que levantó para hacer más ágil las actividades de la economía del día a día.

Desde Alfonsín a Milei existió la casta antes denominada “clase política” y rebautizada por el presidente Milei como casta. Ambos términos sesgados, encierran una descalificación hacia los políticos tradicionales o profesionales.

Muchísimos se valieron de la política para resolver sus vidas, la de sus hijos y nietos. ¡El país o Mendoza les importó poco o nada!

La gran diferencia es que el título de clase política salio de la gente y del periodismo independiente, casta en cambio, la calificó un economista que en dos años logró acceder al poder.

Si Javier Milei falla en algunos aspectos de su gestión -como pueden ser actos de privilegios en su gobierno o hechos de corrupción- será de nuevo “clase política”, en tal caso, “casta” quedará como un extraordinario brand de campaña, que junto a otros ingeniosos y simples eslóganes han constituido -a mi entender- la mejor campaña publicitaria electoral junto a la novedosa campaña que diseñó Gabriel Dreyfus en 1983 con la que Alfonsín ganó la reñida elección de aquél año.

Alfonsín y Milei en este punto y otros, como la bandera de la libertad, los asemeja notoriamente. Solo que uno falleció y no puede responder algunos estertóreos discursivos que le dedica el actual presidente. De estar con vida seguramente se hubiese aparecido en la Fundación Mediterránea, habría tomado el micrófono; y desde allí, con aplomo y firmeza en su voz, diría: “Estoy persuadido Señor Presidente de la Nación Argentina que al agraviarme incurre en un discurso ramplón que no contribuye a la unidad de los argentinos”

Se parecen también, cada cual con sus estilo, en tener filosos discursos. Los intérpretes digitales tratan de mostrarlos antagónicos, sin embargo, comprendiendo los contextos históricos, es dable pensar de una manera contraria.

Alfonsín demostró tener coraje para enfrentar a las corporaciones. Milei tiene el coraje y la determinación necesaria para terminar con muchos nidos de corrupción y privilegios.

Otros tiempos, otras formas, otras ideologías, pero ambos presidentes con probadas agallas.

El presente es la hora de Milei, el clima de época juega a su favor. Está resolviendo eficazmente, junto a su equipo económico, distintos frentes que le dejó el gobierno anterior, un gobierno ostentosamente populista que provocó daños profundos a toda la sociedad.

Esperamos muchísimos argentinos que la batalla cultural se vaya profundizando para que “nunca más” regrese un gobierno populista y decadente a regir los destinos de la Argentina.

Adelante presidente Milei, es su tiempo.

* El autor es abogado y analista político.

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