-¿Viste que empezamos las clases el 21 de febrero? -soltó el más chico de los adolescentes de mi casa.
-Me parece perfecto -le contesté buscando su reacción-. Creo que los chicos deben estar más tiempo en la escuela.
-Ya lo hablamos -me dijo en alusión a una de las tantas charlas que hemos tenido sobre los contenidos y la manera de dar las clases-. No tiene que ver con estar más días en la escuela; tiene que ver con cómo te enseñan. Hay que optimizar el tiempo que estamos en la escuela.
Así como este estudiante de 14 años tiene sus argumentos en base a su experiencia educativa, el debate cuenta con las más variadas posiciones y algunos interrogantes.
La carrera para sumar días al calendario escolar arrancó con el nuevo milenio. Y fue la ley nacional 25.864, de 2003, la que obligó a las provincias a completar 180 días efectivos de clases para los niveles obligatorios (todavía no se incluía la secundaria porque empezó a ser obligatoria en 2006 con la Ley de Educación Nacional).
Desde entonces, el cumplimiento fue dispar. De hecho, según un informe de Argentinos por la Educación, cinco provincias no tienen previsto llegar a los 180 días en 2021: Catamarca, La Rioja, La Pampa, Santiago del Estero y Chaco.
Mendoza está entre las jurisdicciones que siempre trató de planificar sus calendarios de 180 días de clases. En este camino, se empezó a focalizar la suspensión de clases por Viento Zonda y se dejó de generalizar la alerta a todos los turnos de toda la provincia. En tanto, desde 2017, se decidió limpiar las escuelas ni bien terminan las elecciones para brindar el servicio educativo al día siguiente.
Hace poco más de un mes, el Consejo Federal de Educación fijó el piso de 190 días de clases. Un objetivo que ya venían barajando los ministros que conformaban ese organismo en 2010 y que contó con la sanción de la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación en 2016. Este año, la autora de aquel proyecto, la diputada nacional por Córdoba Brenda Lis Austin, volvió a presentar el proyecto con la idea de que finalmente se modifique por ley el mínimo de jornadas escolares.
Entre los fundamentos de este proyecto está la mirada a los países de la región como Costa Rica, Chile, México y Honduras, a los otros más lejanos con los que nos gusta compararnos como Canadá, Finlandia, Suecia -que alcanzan los 190 días- y aquellos que superan los 200 días como Alemania, Francia, Holanda, Italia, Israel y Japón, entre otros.
La misma legisladora menciona diversos estudios que señalan que la relación es directamente proporcional: a mayor cantidad de días, mejores resultados en el desempeño aúlico. Aunque otros especialistas niegan esa relación, la pandemia con la suspensión de clases dejó ver lo que pierden las y los estudiantes cuando no están en la escuela.
Entonces vuelve la pregunta como cuando se debatió el ítem aula: ¿estar sentado en un banco de la escuela más o menos tiempo es lo importante? La diputada Austin responde que “la modificación por sí sola no es suficiente, pero sí condición necesaria para garantizar mejoras en la educación de nuestro país”.
Una vez más, Mendoza es prolija y hace los deberes: planificó un calendario escolar para el ciclo lectivo 2022 que garantiza 195 días de clases.
Algunas familias mendocinas que tienen por costumbre veranear en febrero estarán mascullando esta decisión como una contra más para vacacionar esta temporada. Otras, hablarán de los calores del segundo mes del año.
El sindicato de docentes, por su parte, salió con los tapones de punta acusando al Gobierno de reducir el presupuesto educativo y de no atacar problemas de fondo como la desigualdad social que viven los estudiantes, la deserción y la calidad educativa.