17 de octubre de 1945. 17 de octubre de 2021. Dos países

La Argentina de la movilidad social ascendente no se recupera mediante la dádiva a los excluidos sino mediante su dignificación.

17 de octubre de 1945. 17 de octubre de 2021. Dos países
Acto de Juan Domingo Perón del 17 de octubre de 1945, día en el que nació el Día de la Lealtad peronista.

En su reciente libro sobre el peronista montonero Dardo Cabo, el escritor Vicente Palermo cuenta una anécdota que, sea verdadera o no, refleja muy bien el significado de ese legendario día, el 17 de octubre de 1945, del cual hoy se cumple otro aniversario.

En una de las celebraciones multitudinarias de esa fecha iniciática, en octubre de 1950, el General Perón invita a compartir con él y con su séquito (entre los que se encuentra Evita), los balcones de la Casa Rosada al canciller español (franquista), quien al ver la enorme multitud en movimiento se siente perturbado y desagradado.

Al darse cuenta del enojo del español, Evita le pregunta qué le ocurre, a lo cual éste responde: “Señora, fue para acabar con gente como ésta que los nacionales nos alzamos en España”.

Evita, tratando de quedar bien le dice: “No hay nada que temer, canciller, el General Perón amansó la fiera”.

Respuesta a la cual el funcionario franquista acepta protocolar pero fríamente, pero sin la menor convicción.

Para él las masas peronistas no se diferenciaban en nada de las supuestas masas “rojas” del republicanismo español, contra las cuales ellos habían combatido y derrotado.

Mientras que Evita le trataba de explicar la doctrina peronista con la cual ellos habían alejado a las masas obreras del peligro comunista no mediante la represión, sino mediante su incorporación al bienestar social.

Lo cierto es que en esta anécdota se expresa el significado más profundo del 17 de octubre de 1945 que le permitió al peronismo ser el factor hegemónico de la política argentina durante 76 años y sin que nada indique que esto ha terminado, aunque ya sean infinitos los momentos en que se haya pronosticado su declive y/o desaparición, una de cuales fechas hoy vivimos frente a la derrota en las PASO _y las grandes dificultades que va teniendo para su recuperación. Para luego recuperarse como si nada hubiera ocurrido siendo el peronismo siempre igual y siempre distinto a sí mismo. Por las décadas de las décadas. Aunque nada tenga que ver este país con aquel en el que nació el peronismo.

En esa charla de Evita con el canciller franquista está el meollo que explica la permanencia de tan singular movimiento político: se trató del último intento de integración a la política, la producción y el consumo de las masas populares argentinas dentro de una Argentina gestora desde hacía casi un siglo de la movilidad social ascendente plena. Frente a ese hecho estructural, todas las críticas a los muchos errores del peronismo suenan menos importantes. Por eso los herederos de Perón, sin merecerlo, aún viven de esa herencia histórica.

Las próximas décadas, hasta los años 70 encontrarían una sociedad argentina con todas las potencialidades para crecer y desarrollarse como nadie en América Latina. Lástima, sin embargo, que las divisiones políticas seculares (esas que vienen del fondo de nuestra historia y jamás hasta hoy se pudieron superar y/o sintetizar) lo impidieron e incluso empujaron al país hasta esta nueva y peor Argentina, la de la movilidad social descendente.

El peronismo, de algún modo, es el gran responsable -no único ni mucho menos pero sí el principal- de las dos Argentinas de las dos movilidades. Pero poco hay en común entre aquel 17 de octubre de 1945 y el de hoy, salvo que siguen gobernando los que en aquel entonces asomaron a la arena política para ya no retirarse jamás.

La Argentina de la movilidad social ascendente (la que va desde Sarmiento y Roca a Perón) podía haber consolidado definitivamente un país moderno con el gobierno de Frondizi que elaboró el más interesante plan de desarrollo industrial argentino, o quizá con el de Illia que al igual que el gobierno de Frondizi intentó integrar al peronismo a la democracia restringida para volverla plena. O hasta con el del último Perón si se hubieran impuesto sus nuevas ideas conciliatorias. Pero todos ellos fracasaron por imposibilidades políticas que de a poco nos conducirían a crisis económicas fenomenales que, repitiéndose cada década, ya no nos dejarían jamás en paz.

En tiempos de movilidad social descendente, tanto Alfonsín con su gran renovación democrática, incluso Menem con su intento de síntesis con el liberalismo, y hasta Néstor Kirchner en pleno auge del valor internacional de los alimentos argentinos sólo equiparable a la segunda mitad del siglo XIX, no pudieron revertir esa tendencia a la pauperización creciente.

Mientras tanto casi todos los países de la región, cada uno desde su cultura nacional, intentaban adoptar algo parecido al modelo argentino de movilidad social ascendente desde las más diversas ideologías, logrando resultados significativos en países tan distintos como Brasil, Chile, Paraguay, Perú, Ecuador o Colombia. La Argentina actual es la América Latina del pasado. La América Latina actual es la mejor Argentina, la del pasado.

Es evidente que el potencial transformador que tuvo el peronismo del 45 hoy ya desapareció y muy difícilmente lo podrá recuperar un movimiento que negándose a superar las aristas autoritarias que lo acompañaron desde un principio (y que sólo algunas pocas veces pudo superar), tampoco supo realizar la gesta de sacar de la pobreza a la mitad de la población.

Que esa, y no otra, es la gran tarea histórica de cualquier partido, movimiento o alianza que logre gobernar la Argentina de los próximos tiempos.

En estos momentos dificilísimos que se caracterizan porque no termina de morir el pasado y no nace aún el futuro, recordar el 17 de octubre de 1945, tanto para sus defensores como para sus críticos, no pasa tanto por mirar al movimiento político que se gestó ese día, sino a aquellas masas esperanzadas en su progreso tanto individual como social que un fascista español horrorizado condenaba por comunistas, mientras que el peronismo, mejor o peor, integraba a la movilizada sociedad existente. Sociedad que debemos recuperar no a través de la dádiva a los excluidos sino de su dignificación, como lo supimos hacer -liberales, radicales, peronistas...- durante más de cien años.

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