Luego de un exhaustivo análisis de los últimos datos científicos sobre alimentación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ratificó una recomendación que ya venía siendo aplicada a nivel general por los expertos en nutrición: tanto los niños como los adultos deben reducir su ingesta de azúcar libre a menos de un 10% del total de calorías que consumen por día. Este lineamiento también señala que reducir esa cantidad por debajo del 5% otorga beneficios adicionales para la salud, como la reducción de la aparición de caries dentales.
Así, la proporción de azúcar sugerida depende de la cantidad de calorías indicadas para cada persona. Por ejemplo, se estima que un niño debe ingerir 1.700 calorías por día, lo que implicaría no más de 170 calorías de azúcar tomando la primera recomendación; en el caso de un adulto el promedio diario es de 2.000 calorías, por lo que le quedarían 200 calorías para consumir de azúcar, lo que equivale a 50 gramos ó 12 cucharaditas.
“En principio estos lineamientos me parecen fantásticos pero no son nuevos, lo que se hizo fue bajarlos como recomendación dura y proponer para el futuro un 5% de ingesta como condicional”, explicó Mónica Katz, médica especialista en Obesidad y Alimentación. Lo que falta, para ella, es difundir una lista con los alimentos más comunes que tienen azúcares. “Porque generalmente asociamos los productos dulces a las golosinas y a los caramelos, pero no a los lácteos ni a los alimentos salados que muchas veces también tienen azúcar”, remarcó la experta, que aseguró que tanto una sopa crema como el ketchup contienen este ingrediente. Asimismo, adelantó que desde el Ministerio de Salud de la Nación se están trabajando nuevas guías para la alimentación saludable. “Estimo que se difundirán en el transcurso de este año con sugerencias que van a aclarar un poco más los lineamientos de la OMS”, señaló.
Por su parte, el médico nutricionista Sandro Murray reconoció que esperaba que la recomendación del organismo internacional fuera menor. “Estimábamos que la sugerencia final sería del 5%, pero no se reunieron las evidencias correspondientes”, expuso, y subrayó que el dato actual del 10% no debe tomarse como un permitido, sino como un tope máximo ideal por el momento. El profesional, que también se desempeña como vicepresidente de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), enumeró las afecciones asociadas al consumo excesivo de este ingrediente: “El azúcar es responsable en forma directa de la obesidad y esta enfermedad es el primer factor de riesgo de la hipertensión y de problemas cardiovasculares, entre otras”.
Si bien el médico no cuenta con estudios oficiales sobre el total de ingesta de azúcar en el país, presume que los argentinos superan los lineamientos de la OMS. “En general uno podría pensar que la población consume más azúcar de la permitida y debería tender a bajarlo”, indicó Murray, para quien el mayor volumen está asociado a las bebidas azucaradas.
Cambio de hábitos
Delia Escobar, pediatra representante de Cuyo en el Capítulo Argentino de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición (Caslan), tiene muy presente la recomendación a nivel mundial sobre la disminución de azúcares simples, que son los agregados. “Hace tiempo que se vienen reemplazando los azúcares complejos, que son los naturales que están presentes en frutas y verduras, por los simples lo que contribuye a la obesidad, las caries y los trastornos metabólicos”, precisó. Para ella, esto se relaciona con las sociedades de consumo de las grandes ciudades que se inclinan más por los alimentos industrializados, que suelen contener una gran cantidad de azúcar, sal y grasas.
Lejos de una visión pesimista, para Escobar las personas siempre están a tiempo para cambiar sus hábitos de alimentación. “Uno adquiere un hábito haciendo algo regularmente, pero si uno empieza a actuar diferente, las cosas pueden cambiar. Es más, yo sostengo que en 15 días se puede modificar un hábito”, destacó.
Sin demonizar
Si bien los tres médicos consultados recalcaron la importancia de reducir la ingesta de azúcar, también hicieron hincapié en no demonizar este alimento ni a ningún otro. “En nutrición no hay santos ni demonios: todo alimento o bebida puede ser parte de una alimentación saludable mientras sea controlado”, remarcó Katz, quien se manifestó en contra de aquellas corrientes que buscan responsabilizar a un solo grupo de alimentos por las enfermedades de la población.
En tanto, Murray consideró que no se debe catalogar a ningún comestible como enemigo. “La forma en que se consume ese alimento puede transformarlo en un enemigo. El azúcar con sus limitaciones también aporta sus beneficios”, señaló el vicepresidente de la SAN.
En consonancia con esto, Escobar llamó a evitar los excesos. “Si un chico endulza la leche con azúcar no pasa nada. Pero si en cambio ingiere azúcar simple todo el día ahí sí hay que actuar al respecto”, ejemplificó.