Como no podía ser de otra forma, Omar invita a subirse al micro para charlar poco más de una hora sobre el hecho que lo ha convertido, en los últimos días, en el más famoso de los colectiveros de Mendoza. Allí, entre las primeras butacas, lanza sus razones y cuenta los porqués del reconocimiento que le dio la Secretaría de Transporte de la Provincia.
Su nombre completo es Omar Ávila (44), pero es más conocido como "El Cordobés", tal como lo delata su acento inconfundible. Entre bromas de sus compañeros cuenta que lo agasajaron por su desempeño y trato a los pasajeros. Como premio recibió un libro de Mendoza y una botella de vino.
Sus primeras expresiones, casi esperables, son de una humildad absoluta. Viste con su ropa de trabajo de todos los días: camisa, pantalón de vestir y una impecable corbata verdeamarilla. "No tengo más que palabras de agradecimiento para la Secretaría (de Transporte), a los pasajeros y a la empresa Maipú que nos alienta a ofrecer el mejor servicio", dice.
Próxima estación…
A viva voz, Omar va cantando cada una de las paradas por las que pasa su recorrido, de modo de que los pasajeros a bordo del interno 81 del Grupo 2 - "la Royal Navy", como él cariñosamente le dice- conozcan el transcurrir de su viaje.
"Sirve para que los pasajeros se vayan enterando, sobre todo aquellos que no conocen la zona en la que el colectivo para. Es una forma de evitar el estrés, porque si uno tiene un mal día te tocan el timbre diez veces seguidas y te volvés loco", explica y agrega: "Así se hace todo más fácil. Tenés que hacer sentir al pasajero como a un amigo de toda la vida porque si vos los respetás, ellos te respetan".
Sin dudas, para la seriedad de los choferes a la que están acostumbrados los usuarios del transporte público mendocino, Omar llega a ser viento fresco en medio del Zonda. "Cuando empiezo a trabajar se va generando, de a poco, un ambiente de buena onda y puedo ver que las sonrisas van ganando sus caras, no sé si será porque soy jetón o qué", cuenta entre risas y comentarios de los compañeros que se arriman a escuchar la entrevista.
Uno de ellos, Osvaldo Riveros, conductor del interno 24 del mismo grupo, suma halagos: "Es un orgullo para nosotros, porque se nota que lo que hace es espontáneo. Muestra el otro lado del chofer desde su carisma. Está bueno que haya sido reconocido y sirve de ejemplo para muchos".
Soy cordobés
Comenzó a trabajar hace casi nueve años en el Grupo 2 -en setiembre será el aniversario laboral- pero hace un par de años que "canta" las paradas. "Desde que entro a laburar, desde el primer recorrido hasta el último, le pongo la misma energía, las mismas ganas. Creo que está bueno ponerse como ejemplo para los demás, aunque también depende mucho de la personalidad de cada uno", asegura.
Todo empezó con el comentario de una usuaria en Facebook, en la que agradecía la gentileza del chofer cordobés. A partir de allí, el hombre del micro adquirió una fama impensada.
"Ser chofer es una linda vocación. Me gusta el volante", dice y cuenta que antes se desempeñó en el mismo oficio en su provincia natal, donde también nacieron sus tres hijos Alejandra (22)- mamá de Luna, su única nieta-, Axel (17) y Arabela (9); y su esposa y compañera durante 25 años, Mabel, a quien también le dedica unas palabras: "Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, y ella es eso para mí".
A Mendoza llegó desempleado, de vacaciones, con un currículum en mano "por si había suerte". Y está claro que la buena onda atrae la suerte, ya que tres días después de haber dejado sus antecedentes en la ex línea 20 -actual Grupo 2- lo llamaron para trabajar.
A su llegada, lo que más le llamó la atención y aún hoy lo hace, es el tránsito mendocino comparado con el de Córdoba, el cual sufre en cada jornada laboral. "Es la noche y el día, acá se maneja muy mal. Allá estuve tres días y no toqué un solo bocinazo. Hay que tratar de mejorar el tránsito porque nos tenemos que cuidar entre todos", reflexionó.
Para finalizar, prometió volver a su provincia de origen, como trabajador o jubilado. "Si puedo, me gustaría volver a lo mío, si no cuando me jubile".
Preparado para un próximo viaje, Omar sale a la calle por los portones del galpón donde están los micros. Y sale saludando, haciendo chistes, divirtiendo a los pasajeros y a sus colegas. Es fiel a su estilo auténtico y la gente lo agradece con una sonrisa a cambio. No necesita nada más.
Omar, el mejor colectivero de Mendoza con sello cordobés
Fue premiado por su labor al volante y su trato con los pasajeros, a quienes les “canta” las paradas con su particular tonada mediterránea. Se queja por el tránsito en Mendoza.
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